Antes de llegar a Mar del Plata, el Chango Spasiuk contó qué es lo que le enseña el surf
El músico presentará este sábado en la sala Payró su disco "Eiké", grabado en la soledad de la pandemia y con invitados del mundo. Habló de su amor al mar y del poder del arte para iluminar esa belleza que está más cerca de lo que creemos.
El Chango Spasiuk, en la selva de su tierra colorada.
Como la selva, dijo. No como un árbol ni como un jardín. Como la selva “que te envuelve y te atrapa”. Así ve el mar. Ese mar que aprendió a amar de más grande, a través del surf. “Hay algo que tiene que ver con la sal y con la bruma y con el viento y es una cosa que tampoco puedo describir, hay que vivir esa experiencia”, observó, siempre exquisito, sensible el Chango Spasiuk.
De la tierra colorada de la ciudad de Apóstoles al mar marplatense, que visista con mucha frecuencia. Todo un viaje, todo un recorrido. “Hace como veinticinco años atrás que yo veía el mar y decía, ‘ay, no me gusta el mar, es muy fría el agua, no entiendo cómo pueden disfrutar del mar’. Era mi visión litoraleña y tropical del mar, pero de alguna manera el deporte del surf me acercó a mirarlo de otra manera”, sigue desde Neuquén, donde presentará su nuevo disco, “Eiké”.
“Me encanta esa imagen de Atahualpa Yupanqui que dice que el arte es esa antorcha que usan los pueblos para ver la belleza del camino”
También estará en Mar del Plata, no solo para reencontrarse con el océano abierto. Desde la sala Payró del Auditorium y rodeado de algunos de los músicos con los que grabó “Eiké”, presentará este sábado este nuevo material en vivo. Es un disco nacido en pandemia, grabado desde la soledad de su casa en Capital Federal y con colaboraciones de colegas de diversas latitudes.
Participaron Gustavo Santaolalla, Carlos Nuñez (España), Sixto Corbalán (Paraguay), Erik Truffaz (Francia), Per Einar Watle y Steinar Raknes (Noruega), Boubacar Cissoko (Senegal), Jaques Morelenbaun (Brasil) y Majid Bekkas (Marruecos). A Mar del Plata llagarán Corbalán, Raknes y Rodrigo Sosa, un músico argentino que vive en Cuba. “Será un concierto polifónico y de grandes cruces”, dijo, en una entrevista con LA CAPITAL.
Como muchos de los músicos que aportaron en el disco no estarán presentes, el Chango usará el soporte digital para suplir esas ausencias. “Tocaremos alrededor de las grabaciones, un recurso muy usado en el trap, en el pop, en donde hay muchos cruces de grabaciones compartidas. A veces uno dispara digitalmente esa voz o ese instrumento y toca alrededor de ellos. En mi tipo de música no es tan habitual”, comentó sobre la utilización de pistas.
Spasiuk grabó “Eiké”, un disco hecho en su casa.
Y vuelve al mar. “No hago una comparación entre lo que me gusta más, si la selva o el mar, es simplemente que la vida es un regalo maravilloso y uno de esos regalos enormes de la vida, que ha sido muy generosa conmigo, es aprender a relacionarme con el mar”.
-Si bien toda tu música tiene un link hacia lo espiritual, en este disco esa relación parece estar más fuerte que nunca, ¿coincidís?
-Me alegro que pase eso. La diferencia de este disco con todos los demás es que es un disco grabado en casa, no soy de una generación que grabe en casa. Para mi grabar es es ir a los estudios Ion, con el Porgués Da Silva y tocar en vivo, para mi grabar un disco es eso. Y de golpe la pandemia, el encierro, la soledad de mi casa. El proceso creativo fue ‘¿y si grabo algo con el piano y si grabo algo con el acordeón y si leo poesía?’. Arrancó por ahí. Y llamé a uno, a otro. Si no hubiese sido por la pandemia hubiera sido imposible reunir a todos los invitados que tiene el disco, porque las agendas que tienen los músicos son muy activas, sincronizar los tiempos de ellos con los del proyecto es bastante difícil. Pero con la pandemia, al detener un cierto movimiento del mundo, o una cierta circulación hizo que todos contesten, graben y dejen su impronta en las canciones que yo compartí.
-Hablaste de la soledad, ¿cómo te llevaste con esa soledad que se vivió en la pandemia?
-Yo soy una persona optimista, intento encontrarle un aspecto a las cosas. Uno dice qué grandes pruebas que he tenido… pero si uno pone en perspectiva las pruebas que han tenido nuestros padres o nuestros abuelos, entonces de alguna manera todos estamos sometidos a ser probados. Si uno tiene alguna que otra herramienta, eso ayuda, a refinar el carácter, a fortalecer, a poner en perspectiva las cosas que son importantes. Yo traté de ir en esa dirección dentro de mis posibilidades. No es que digo, ‘Ay es hermoso estar solo’. Porque realmente el Covid puso patas para arriba todo, el oficio, la estructura, todo se cayó a pedazos pero uno puede levantarse todos los días y hacer un mate y decir ‘bueno, a ver qué puedo hacer hoy con lo que tengo, no con lo que no tengo, con lo que lo que sí tengo al alcance en mi mano’. De alguna manera artesanalmente llegué hasta esto y mi vida es un poco compartir esas cosas que voy encontrando y construyendo y lo voy compartiendo con la gente. Hay proyectos grabados en estudios, hay proyectos aquí y allá, este tiene estas características, tienen que ver con un momento mío y me encanta compartirlo con todo el mundo que de alguna manera es muy permeable y respetuoso. Trato de estar a la altura de ese cariño que la gente tiene por mí, trato de que lo que comparto de alguna manera sea constructivo también.
-Quizá la música sea el arte que más posibilita una sanación tras la pandemia.
-La música ayuda a regar nuestro jardín, la lectura y las relaciones, el entorno que uno ama, el que uno tenga y haya construido. No hay un solo entorno ideal, el ideal es el que está rodeado de la gente que te cuida y que vos querés cuidar. Me encanta esa imagen de Atahualpa Yupanqui que dice que el arte es esa antorcha que usan los pueblos para ver la belleza del camino. El camino está lleno de cuervas y de incertiumbres pero también hay belleza y no quiere decir que mis canciones sean la belleza a observar, posiblemente las canciones o la poesía o estas construcciones estéticas sean las antorchas para observar la belleza que hay alrededor de nosotros, que no está muy lejos. Pareciera que estamos alienados, saturados, mirando demasiado a las pantallas y por ahí el arte es una manera de levantar la mirada y ver que hay mucho para celebrar y para agradecer.
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