Entrevista a la poeta argentina Andrea Cacace: “Lo único que pude hacer con el deseo frustrado fue narrarlo”
Conectó su poesía con su propia vida y convirtió el desamor de una mujer en un bello poemario que tituló "El deseo". Con 34 años y radicada en España, la poeta argentina contó cómo surgió el libro y qué pregunta aún no encuentra respuesta.
Por Paola Galano
la lluvia embebe el mundo en silencio
el aire de esta mañana revolotea
haciendo piruetas, tu silueta
dibuja formas en acuarelas claras
traslúcidas
segundos atrás las casas dormían
menos la mía
estábamos los pájaros y yo ocupados,
soñando con volar a tu rama
la piel de la yema de mis dedos se estiraba
penetrando en la transparencia del espacio
que rodea mi cuerpo en esta habitación
buscaba alcanzarte, pensé rozarte
pero era la tela de mi ropa
busco tu beso, abro mi boca
la voz que sale es la voz del viento
me cuenta cuentos:
tu cuerpo y las sábanas
tendidos en el mío
con mi deseo ilustro fino
teima gino
meilu siono
pienso, repienso
digo, me desdigo
y es que esta mañana
¡esta mañana!
es tanto lo que te pienso, que tiene que tocarte
Este es uno de los primeros poemas de “El deseo”, un exquisito y preciso poemario escrito por la argentina Andrea Cacace. El libro convierte al deseo que siente una mujer por otra en el eje detrás del cual se abren, uno a uno, los textos. Con 34 años, la poeta que reside actualmente en Barcelona, España, encontró una atmósfera adecuada para contar la frustración de un deseo no consumado, el desamor y los pensamientos recurrentes en torno a una figura femenina tan misteriosa como ausente. Elementos acuosos, el encierro y la búsqueda de musicalidad en las palabras le vienen como anillo al dedo para narrar también un clima asfixiante, expectante, que late y late en una tensión imaginable, cercana siempre a una suerte de “erotismo feminista”, tal como describió.
Desde su departamento barcelonés, Cacace contó cómo llegó a España y cómo a este poemario que emergió por Alción Editora. “Mi idea fue mudarme acá (por Europa), tener una vida un poco más sana que la locura de Buenos Aires y también proyectarme artísticamente. Llegué en mayo de 2022”.
“Este poemario nació en plena fase uno de cuarentena estricta por la pandemia. Hacía unos ocho años que había dejado la escritura y el arte un poco al lado. Paralelamente al reencuentro con la escritura me reencontré con una mujer que fue parte de mi infancia, y resultó ser también lesbiana y escritora. Flasheé. A partir de emails y audios de WhatsApp empecé a sentir un doble encierro: no tener salida de casa ni tampoco salida del deseo que tenía de compartir más y más con ella, que estaba en otro país, con las fronteras cerradas y la imposibilidad total. El libro habla de eso, de estar encerrada sin salida en el mundo adentro y en el deseo“, contó en una entrevista con LA CAPITAL.
Comprometidas con la necesidad de hacer visible el amor entre mujeres, estas poesías se conectan en un “trescientos por ciento” con la biografía de la poeta. Su vida queda atrapada en ellas pero, al mismo tiempo, “la traspasa”, aseguró la autora, quien dijo sentir una edad cronológica diferente a la de su calendario: “Tengo 34 años, aunque a veces me siento una abuela”, confió.
-En el libro exponés un deseo que por lo general no se concreta, en casi todos los textos aparece algo que frustra ese deseo, hay una suerte de desamor ¿por qué?
-Tres años después me lo sigo preguntando, y hasta hoy no tengo buenas respuestas, lo único que pude hacer con el deseo frustrado fue narrarlo, un amor no recíproco o platónico, depende. Esta pregunta tendría que responderla un oráculo de la antigua Grecia: ¿por qué dos personas que tienen mucho para compartir terminan sin siquiera tomar un café? Es frustrante. Creo que vivimos épocas de mucha frustración en el amor.
-Deseo, desamor: las dos palabras comparten la misma raíz, ¿una es el reverso de la otra?
-Esta pregunta me encanta. Juguemos a poner a un lado los tecnicismos y tomar poéticamente “des” como raíz de la palabra “desamor”, y la palabra “reverso” como la cara interna de algo, como cuando le das la vuelta a una camisa y ves el reverso de esa camisa, la parte de adentro. Si lo vemos así, sin duda: el deseo es la cara interna del desamor.
-El deseo es un conector a la vida, en ese sentido, tu poesía destila vida por todos lados, ¿coincidís?
-A ver, es un libro que habla sobre sentir mucho muchas cosas relacionadas al amor. El universo del libro es de mucha emoción y sensorialidad, pero también de un deseo que no se encauza, y esto puede ser muy angustiante. Por lo general la angustia no se asocia con la vida o la vitalidad, pero sí: a veces estar muy viva es sentir mucha angustia. Es parte de la experiencia humana. Por suerte también lo son la ternura y la suavidad, que también están en el libro.
-Las imágenes de El Deseo están dominadas por el universo de lo acuoso: la gota, la gota que se condensa, la lluvia, etc. ¿Considerás que es un libro erótico? ¿Cómo apareció esa asociación?
-Me atrevería a decir que el libro es de un erotismo feminista, quizás: elige alejarse del erotismo mainstream de lo obvio, lo inmediato y lo explícito. Este es un erotismo de los tiempos detenidos, el lenguaje y el mundo onírico. Sobre el agua, bueno, es el elemento de la sensualidad incluso en disciplinas milenarias como el Hatha Yoga tradicional de la India. Ambas mujeres del libro son regidas por el agua, esto se menciona. Cuando escribí era invierno y prendía una luz azul. Llovía un montón y en la habitación se reflejaba el agua de una pileta, hacía un movimiento increíble en las paredes. Fui descubriendo que este movimiento, esta atmósfera, el lenguaje y el vino constituyen el erotismo que me interesa escribir.
-Otro aspecto muy destacado de tu poemario es la búsqueda incesante de musicalidad, ¿es una de tus metas como poeta, lograr que el texto tenga música?
-Sí, pero más que una meta es una necesidad. Necesito que los pasos al caminar tengan música, las palabras en los diálogos, los movimientos cotidianos. Más que buscarlo, lo necesito, y a veces con desesperación. Hay algo fantasioso y también obsesivo. Con dieciséis años me aprendí de memoria el poema “Motivo” de la brasilera Cecília Meireles, su musicalidad me enamoró fuerte. Necesito la música y lo onírico. Pensar que el mundo sólo es lo material que se ve y se toca, anularía mi propia existencia, porque yo no soy ni lo que se ve ni lo que se toca. Soy algo otro, y estoy siempre lejos.
-Al construir el objeto del deseo en una mujer, ¿considerás que tu poesía es una literatura militante dentro del colectivo Lgbtq?
-Las lesbianas somos la L de Lgbtq, así que sí, hace parte, pero no representa a todo el colectivo, sólo a la L porque es de lo único que sé realmente. Yo diría que siempre fui “femeninamente militante” en pro de la visibilidad lésbica. En Buenos Aires fui DJ de una fiesta que quiero mucho -la Jolie- y organicé ciclos de arte lésbico. Para mí era importante que quedase claro que en el libro son dos mujeres, pero obviamente la lectura le puede emocionar a personas de todos los géneros, porque “el amor es amor”.
Fragmento del poema El deseo
primera imagen: el deseo
versión liquefacta
una gota de vapor condensada cayendo a destiempo
colándose por las cortinas del baño
paredes de azulejos azules embebidas
entrando en mi cuerpo sin consentimiento
segunda imagen: el deseo
versión sintaxis
tu voz trémula y la mía cobrando cuerpo
sentándose a tu lado a dialogar sobre
el deseo
tu cuerpo es lenguaje
y un puñado de tensión claustrofóbica clausurando tu pecho
tercera imagen:
el deseo es una sirena
su nombre es Ansias
empieza a navegar dentro de esta habitación que
¡uau
se convierte en pecera!
boquiabiertas vemos
las fluencias y afluencias de un océano que no tiene suelo
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