Argentina

Mi cosmográfica tierra,
cultural, territorial, idiomática.
Mi faunística y florística,
extensión de cuerpo.
mi amor,
desamor,
y contradicción.
Mi necesidad,
deseo y compasión.
Mi patria,
que me paternaliza,
como niño eterno.
Mi matria,
que me educa
como único hijo.
La comarca
del culinario sabor nostálgico
del tango de Gardel.
El suelo
inmortalmente fértil.
Es Argentina,
la lluvia
que no llora,
y la hermandad
del gaucho
Martín Fierro.
Es la rebeldía
del Che Guevara,
y la justicia social
olvidada del General.
La caricia,
de la mano labrada,
y la mirada
de la eterna Evita.
Una desmemoria viva,
de una sociedad,
de selectivo recuerdo,
y el condecoro,
del verdugo
endeudador.
Es así mi Argentina,
la potencia despotenciada,
y la convencida
contradicción.

No son tuyas

no te atrevas a ocupar mi tierra
no apoyes tus armas sobre sus suelos
no enriquezcas tus arcas
mis Islas
son mías,
mi potestad soberana
son mías desde
los confines remotos
de Isla Soledad a Gran Malvina
de Georgias a Sándwich del Sur
cada islote, fracción de tierra emergida

De Esequibo a Distrito Capital

De Esequibo a Distrito Capital
un río largo divide la frontera,
cedro soberano junto al floral
de una venezolana montonera.
Inglaterra no tienes la verdad
solo tienes justicia traicionera,
somos el territorio federal
que deja en claro que no es una guerra.
Enjaulados árboles se queman al arar
no deberías habitar mi cosecha,
al compatriota un abrazo voy a dar
por cada bala con la que juegas.
De Esequibo a Distrito Capital
desataremos mil primaveras.

Naceré un día que Dios esté enfermo

Y allá sabrá un dios inca que será de mí
y allá, entre las líneas de Nazca
un enigma más desconcierta a la humanidad.
Y allá, entre las ruinas del Machu Picchu,
me extenderá la mano un amigo originario.
Y allá, entre las lianas de una frondosa Iquitos,
fundirá el fuego amazónico.
Y allá, entre los cimientos de Choquequirao,
me recibirá el hermano peruano.
Y allá, entre la bravura del océano pacífico,
olas monumentales me desafiarán.
Y allá, entre Ceviches frescos
Lima, me esperará con los brazos abiertos.
Y allá, entre los cordones montañosos,
mis ojos se perderán en el Huascarán.
Y allá, entre las hojas de libros recomendados,
visitaré el Bar La Catedral.
Y allá, entre las letras de la poesía autóctona,
como Cesar Vallejo esbozó:
“naceré un día que Dios esté enfermo”.

Iván Lucchesi es abogado, estudiante del Doctorado en Derecho, investigador y docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata, especialista en Derecho Aeronáutico y Espacial por la Universidad a Distancia de Madrid, maestrando en Derecho y Economía en Cambio Climático, y diplomado en Desarrollo, Políticas Públicas e Integración Regional, ambas por Flacso. Recientemente, publicó un libro de poesía titulado “Sendero latinoamericano”.