Entretextos: “Ayer y mañana también” de Laura Spina
“Ayer y mañana también”
Ayer fue esa mujer.
La que lucha y arde,
camina,
da de mamar
o estudia cocinando
mientras seca ropa
en tender improvisado con sillas apiladas.
Ayer fue heroína de a ratos.
El mejor caldo con hueso,
pescado caro a la parrilla,
yerba resecada
y el vino, néctar cordillerano.
Hoy es enfermera,
mecánica de diesel o jardinera.
Se desgarra porque su cuerpo no la hará madre
y encorseta sus pensamientos con lágrimas.
Hay silencio en una cuna que se regala,
parir no estaba guionado.
Después de todo,
ayer, hoy y siempre
sucumbe,
y se yergue.
El trueque ya no negocia
camas frías ni sábanas en bollo,
manos malolientes callosas burdas.
No es princesa de papá
ni nena que acata.
Ahí va,
pimpante por los brotes nuevos del rosal,
también por el rabanito
y hace fiesta con la naturaleza
que asoma en escala cromática.
Susurra silbidos suaves,
picotea imbatible a la mañana,
suspendida como el colibrí buscón en el hibiscus;
atenta, ahuyenta buitres que amenazan al género
Ante todo,
defender es hidalgo,
cual caballero nombrado en novela famosa.
Miren esa figura.
Allá va.
Delgada, letargo en pie
largas hora de demanda…
o rozagante de redondeces
que acaricia desde la capa epidérmica
hacia el afuera mundano.
Con las marcas cutáneas rellenadas,
o la piel estirada y virgen;
fresca, portadora de juventud;
sabia lectora,
catadora pertinaz.
Pasen las noticias breves sobre su vida,
hagan entrevistas,
inunden con fotografías,
escriban canciones,
sedúzcanla.
En el curso de un presente que es siempre,
tiemblan los mástiles en son de paz.
Urge embanderar las voces que defiendan la utopía.
Corran.
Embosquen con estrellas a esta mujer
que ama un horizonte inexorable
y paladea ese color a durazno embravecido por el atardecer.
Ruge su útero motivado.
La piel se parapeta
ilusionada con las delicias que pronto habrá de saborear,
glotona de placeres,
timonel de huellas almibaradas.
Es mezcla de inocencia pura
con volutas de volcán.
Esa mujer es aquí y allá.
Es uñas que graban el ayer,
ojos que sentencian;
y un mañana con piernas impúdicas abrazando cinturas.
Esa mujer que determina,
calla y arremete;
es la siembra y la cosecha.
Un reloj que cambia de dirección.
Laura Spina nació en San Telmo, pero toda su vida transcurrió en Mar del Plata. Es profesora de inglés y escritora. Ha publicado los libros de cuentos “De otras vidas” y “Fin de fiesta” y el libro infantil “Había una vez…el viaje de las frutas”, en coautoría con la licenciada en Nutrición Renata Meneghelli.
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