Antes de emprender una gira que lo llevará a Uruguay y Chile, el comediante Federico Simonetti vuelve a Mar del Plata. Esta vez llega con un unipersonal que no aborda temas políticos, sino personales. Se trata de “Dispenser”, espectáculo definido por el artista, guionista y periodista como “de lo más profundo que hice”.

Simonetti, uno de los principales referentes del stand up en Argentina, se presentará este sábado, a las 22.30 en el Centro Cultural A la Vuelta de la Esquina (CCAVE), ubicado en Alberti 3723.

En este nuevo espectáculo realiza una cruda y graciosísima mirada sobre los dilemas de la mediana edad: la paternidad, la vida en pareja, la educación sexual, la inseguridad, la vida y la muerte. Se trata del octavo unipersonal que ofrece una mirada a nuevos temas, manteniendo su estilo único que combina la crítica corrosiva a la sociedad y el humor negro, con amabilidad.

Simonetti es uno de los pioneros en nuestro país en el género que, para el artista, ha tenido una importante evolución, con exponentes que ponen a la Argentina en lo más alto del stand up de habla hispana.

El artista está “muy contento” de volver a la ciudad, esta vez acompañado de su perra India para que “conozca el mar”. “En el Ccave me tratan bárbaro, la producción de Caminante es impecable y siempre el público explosivo, así que tengo muchas ganas de que llegue el sábado”, señaló Simonetti en una charla con LA CAPITAL.

-¿Cómo definís el contenido de “Dispenser”?

-“Dispenser” es un show que no es sobre política, que quizás el humor político es con lo que más se me asocia. Es un show que habla básicamente de la crisis de la mediana edad, de la paternidad, de la pareja, la vida y la muerte. Es un show muy gracioso y también de lo más profundo que hice.

-¿Cuál te parece que es la importancia del humor, del humor negro, para abordar temas de contenido político-social?

-El humor es resiliencia, es una forma humana de procesar desgracias, por eso no hay humor de buenas noticias. Es una herramienta que tenemos para poder convivir con el dolor, para poder sublimar la violencia y transformarla en una ironía, etcétera. Lo que cambia un poco es si el objeto de burla es la víctima de una situación social o el victimario de esa situación. Se puede hacer humor sobre cualquier cosa, lo que cambia es el enfoque.

-¿Cuánto de la mirada periodística sobre los temas y las situaciones te nutre para tus monólogos?

-¡Mucho! Obviamente, uno refleja en su comedia la mirada y las inquietudes que tiene sobre el mundo y el periodismo obviamente se nota.

-¿Cuánto de tus pensamientos y convicciones conviven en tus monólogos?

-Cien por ciento. Creo que es imposible en el stand up ser deshonesto con lo que pensás, lo que sentís y lo que te hace reír. Y esto incluye además que todas las anécdotas que cuento son reales.

-¿Cuáles te parecen los mayores desafíos del formato unipersonal y qué es lo que más disfrutás?

-Creo que lo más difícil es mantener un buen ritmo de risas en el público, pero que paradójicamente afloje un poco en la mitad del show para que la gente no se canse de reírse, o sea, para que termine bien arriba. Lo lindo es que eso te permite contar una historia, generar una relación con el público, un vínculo, una narrativa y reírse con una historia detrás es siempre más interesante.

-¿Qué análisis hacés de la evolución que ha tenido el stand up en Argentina? ¿Creés que se puede hablar de un stand up argentino?

-Obviamente se puede hablar de un stand up argentino. Evolucionó mucho y creo que es el mejor stand up de habla hispana junto con el chileno y el español. Eso se debe a que hubo un momento de mucho crecimiento y expansión en los primeros 2000, cuando se armó una escena más comercial y mainstream. Y una vez construido eso, la evolución hizo que se conformara también una escena contracultural, un under, que enriqueció mucho la escena. Hoy tenemos no menos de cincuenta comediantes de excelencia hablando de todos los temas y para todos los gustos. A veces escucho gente que solo ve stand up internacional en Netflix y me da bronca que no valoren la riqueza que hay en el stand up local solo por desconocimiento.