“Ander” de Élite, “Oslo” y “Arturito” de La casa de Papel, los villanos de “Sayen”
La película, filmada en la patagonia chilena, está disponible en Prime Video.
El actor español Arón Piper.
Por Nicolás Biederman
El actor español Enrique Arce, reconocido por su papel en la popular “La casa de papel” y que junto con los también ibéricos Arón Piper y Roberto García integra el trío de villanos de “Sayen”, película de acción chilena ya disponible en Prime Video que sigue a una inescrupulosa corporación minera que busca apropiarse de las tierras ancestrales de una comunidad mapuche, aseguró que el filme podía ayudar a “hacer un poco análisis y examen de conciencia sobre todo lo que ha pasado y sigue pasando entre ambas latitudes”.
“Yo había tenido la suerte de rodar dos años antes en Chile una serie que es ‘Inés del alma mía’, que habla sobre la conquista de Chile por parte de Valdivia y Pizarro, toda aquella época. Y un poco me parecía que esto es lo mismo salvo que es 500 años después”, planteó en charla con Télam el intérprete recordado por encarnar al insufrible Arturo Román en la serie sobre atracadores de bancos.
Actor con cada vez mayor salida internacional -de hecho a fin de mes también se estrenará por Netflix “Misterio a la vista”, en la que comparte cartel con Adam Sandler y Jennifer Aniston-, en “Sayen” toma el papel de Máximo Torres, mandamás de la empresa minera que busca cobalto en territorio de la familia de Sayen (Rallen Montenegro).
Para ello confía en su hijo Antonio (Piper), un joven emocionalmente inestable que tiene la misión de comprar las tierras pero que cuando se encuentra con una negativa decide emplear la fuerza y mata a la abuela de la protagonista, líder de la comunidad.
Dada por muerta también, y con la constatación de que la compañía española ya ha comprado a políticos y policías para salirse con la suya, será Sayen quien decida tomar justicia contra los asesinos por mano propia.
Conocedora de los secretos del bosque y entrenada en las antiguas artes guerreras de su cultura, la joven y los atacantes comenzarán un juego del gato y el ratón a todo o nada en medio de la naturaleza.
Producida por los hermanos Pablo y Juan de Dios Larraín, y dirigida por Alexander Witt, la trama de lo que ya se confirmó será la primera trilogía de películas de acción de la historia de Chile utiliza el género para tratar temas como el extractivismo, el ambientalismo y la cultura indígena. Fue rodada en pleno invierno de 2021 en la región de la Araucanía, en la Patagonia chilena.
Para ello, la producción trabajó de cerca con diferentes comunidades mapuches que no solo brindaron asesoramiento e información sobre su cultura, sino que también participaron del aspecto creativo del filme. Por ejemplo, la provisión de la joyería y artesanías que portan Sayen y otros personajes fue provista por una cooperativa mapuche que elabora collares y otros tipos de artículos.
La búsqueda por representar con autenticidad y respeto esa cultura y su historia se plasmó en los numerosos meses de investigación y preproducción, la decisión de elegir a Montenegro y otros actores y actrices mapuches y hasta en el uso habitual en pantalla del mapudungún, su lengua.
Télam pudo conversar con el propio Arce, acompañado de Piper -especialmente famoso entre los adolescentes por su personaje de Ander Muñoz en “Élite”- y de Roberto García -también parte de “La casa de papel” como el duro Oslo-, que interpreta al fornido Bykoz.
Télam: Arón, ¿qué es lo que te atrajo de este personaje, tan distinto al adolescente que hiciste cuatro temporadas en “Élite”?
Arón Piper: Pues me atrajo justo por eso, porque estoy en el proceso de hacer un poco el cambio de hacer estudiantes, adolescentes y tal, a personajes más adultos. Entonces este era el caso un poco; me atrajo que es un malo y eso siempre es un reto. Y me atrajo el irme dos meses a Chile al bosque a rodar.
T: Cada uno de estos tres villanos es capaz de cosas terribles, pero sus motivaciones son diferentes.
Enrique Arce: La mía es muy básica: el dinero, la de cualquier empresario de una gran multinacional en la que en su escala de valores está sobre todo el éxito, el poder y el acumular riqueza a costa de lo que sea. Él se lo justifica en base a esos valores y no se considera un villano.
Yo nunca intenté cuando estaba en rodaje pensar que era un villano, pensaba que estaba haciendo lo correcto y que los mapuches eran los que estaban impidiendo que yo lo consiguiera de una manera más rápida.
AP: Básicamente la motivación de Antonio es agradar a su padre, satisfacer a su padre, demostrarle que está a la altura de llevar una empresa como la que tienen.
Roberto García: Son tres ambiciones diferentes. Mi objetivo principal era proteger a Antonio; yo he sido la seguridad de su padre desde que él era pequeño, entonces le tengo como si fuera un hijo mío y donde va él quiero yo que no le pase nada.
T: ¿Es cierto que es mucho más divertido hacer un villano que un héroe?
EA: Mucho más, pero porque el rango de emociones suele ser mayor, la complejidad a la hora de construirlo suele ser mayor, y además tiende a bucear en emociones que no te son propias, ni siquiera son propias del guionista que lo ha escrito. Entonces se produce ahí una labor de investigación muy interesante; el público los recibe de una manera creo más intensa.
Lo único que diría como apunte final es que no juzgo a los personajes como villanos ni como buenos cuando estoy trabajando. Para mí, mi personaje siempre es el bueno; o sea, siempre está en posesión de la verdad y hace lo que debe hacer. En el momento en el que lo juzgo, estoy perdido.
T: La producción destaca por la búsqueda de retratar y representar la cultura mapuche, haciendo un esfuerzo en eludir prejuicios. ¿Qué conocían antes sobre estas comunidades?
AP: No conocía nada, y tenía muy poca información también de Chile en general, y estoy muy agradecido de haber podido viajar allí y entender los conflictos de allí, entender la cultura, empaparme en todos los sentidos.
EA: Dos años antes estuve en el epicentro de la revolución cívica que estalló en octubre del 2019. Lo que se produjo en aquel momento es un sentimiento nacionalista muy fuerte en el que la figura de los mapuches estaba muy presente. Además nosotros estábamos narrando la vida de Valdivia y en medio del rodaje a partir de ese día las estatuas de Valdivia fueron tiradas al suelo en la mayoría del país. Me empecé a informar mucho sobre qué generaba esto, qué había detrás, qué era el pueblo mapuche y entendí lo que realmente reivindicaban, lo que querían y cuando me llegó la oportunidad de hacer esta película tenía bastante trabajo ya hecho.
“Sayen” trata sobre la aparición otra vez de los españoles en aquellos lugares, para más mal que para bien, y me pareció una manera de contar la historia de nuevo y hacer reflexionar a la gente sobre lo que es correcto y lo que no es correcto, y hacer un poco análisis y examen de conciencia sobre todo lo que ha pasado y sigue pasando entre entre ambas latitudes.