Silvia Pérez: “Soy todo lo que viví, pero estoy parada en otro lugar de la vida”
Sube a escena en la sala Nachman con "La última Bonaparte", junto al actor Mauro Álvarez. Habla de cómo transformó su rol de sex symbol.
Silvia Pérez y Mauro Alvarez, en una escena de la obra.
Sex symbol de los ’80, vinculada a la televisión y a los programas de Alberto Olmedo, Silvia Pérez saltó de aquella construcción y transformó su rol. Hasta este domingo se la podrá ver en la obra “La última Bonaparte”, un espectáculo en el que narra la vida de la última descendiente de Napoleón y mezcla ese relato con el de su propia vida. Subirá a escena a las 23 en la sala Nachman del Auditorium.
La actriz regresa a esta ciudad para vincularse con el teatro, tras varios años de no hacerlo: la última vez que estuvo en el rol de actriz fue en 1988, temporada en la que falleció Olmedo.
“La obra es una docu-ficción que cuenta la historia de Marie Bonaparte, cruzada con mi vida”, contó Pérez. Y recordó las circunstancias en las que surgió el espectáculo. “Walter Ghedín escribió el libro original, además de ser mi amigo es psiquiatra. Cuando me cuenta que está investigando la vida de Marie, surgió la posibilidad de que la interprete yo y nos pusimos en campaña”, evocó.
“Al leer toda la historia, me encantó, porque es una historia que se conoce poco y que en este momento de la vida está bueno conocer a esta mujer luchadora. Marie Bonaparte fue una mujer de armas tomar”, recalcó.
-¿Qué cosas te movilizaron de la vida de Marie Bonaparte? ¿Se produce una suerte de juego de espejos entre ambas?
-No sé si espejadas. Primero que es mujer, nació un día de julio, tiene el mismo signo que yo. Eso me pareció importante cuando leí su vida. Y me encuentro con ella en el tema de la lucha, de salir a la vida más allá de lo que te digan. Yo me fui de mi casa a los 18 años, mi madre me echó porque yo no hacía las cosas que ella quería. Creo que el punto más fuerte tuvo que ver con ese lugar de luchar y de salir a la luz, luego creo que luchamos de forma diferentes ella y yo, a mí me sirvió de aprendizaje y sobre todo el poder hacer lo que uno quiere sin tener en cuenta la mirada de los otros, eso es lo más relevante. También cómo influyen nuestras infancias en la vida de los adultos. Y eso se ve en la obra.
-¿Sigue estando la sex symbol?
-Claramente se transformó, por el paso del tiempo. Orgánicamente, tuve la necesidad de ir transitando mi vida y mi edad, aunque supongo que hay algo sensual que tiene que ver con la forma de estar de uno, que no tiene que ver con esa sex symbol que era una construcción cultural que tenía ese momento y que no sé si sigue existiendo hoy. De eso se habla en la obra: de lo que significó para mí esa construcción cultural, cómo quedé envuelta en eso sin proponérmelo y no entender. Y hoy soy una mujer que aprende mucho acerca de quiénes somos, estudio, tiene que ver con mi camino en el yoga. Estoy y soy todo lo que viví, pero estoy parada en otro lugar de la vida y por eso también puedo contar con valentía a la gente y compartirle todo esto, me parece que es muy útil primero para que la gente pueda saber qué era esa sex symbol que veían y qué había detrás de eso.
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