El Taller de Narrativa: El tiempo (primera parte)
En su clase 14, Emilio Teno y Mariano Taborda continúan su explicación sobre uno de los problemas centrales a la hora de narrar: el tiempo. Lecturas de Rodolfo Walsh y Gabriel García Márquez y una consigna de escritura.
Por Emilio Teno y Mariano Taborda
El trabajo con el tiempo es uno de los problemas fundamentales a la hora de narrar. Partimos de una dificultad manifiesta: existe un desfasaje temporal entre el tiempo de la historia y el tiempo del relato. Podemos dar cuenta de cinco años de la vida de un personaje en un párrafo o utilizar 700 páginas para contar 18 horas de un solo día, como es el caso del “Ulises” de Joyce.
Solo en muy pocas ocasiones ambos tiempos se acercan o se tocan, por ejemplo, en el diálogo. Invertimos casi el mismo tiempo en leer que lo que dura el parlamento de los personajes. Estas cuestiones estructurales (y otras muchas) abordó el narratólogo francés Gerard Genette en “Formas III” cuyo atractivo no reside, sin dudas, en el título pero sí en el modo en que sintetiza ciertas variaciones temporales. Nos detendremos aquí en solo dos aspectos que tienen que ver con el orden del relato.
Al contar una historia elegimos un lapso de tiempo determinado, supongamos un día en la vida de un personaje, los diez años del sitio de Troya, etcétera. Esa fracción de historia la podemos contar de forma cronológica y sucesiva (por ejemplo, el personaje se levanta a la mañana, luego se cuenta lo ocurre a la tarde, luego a la noche) o bien, podría comenzar in media res, es decir, comenzar a narrar desde la tarde y luego recuperar lo ocurrió esa mañana para terminar en la noche. Esa alteración del orden cronológico de la historia imprime al relato un ritmo y una cadencia propios. Es decir, desligada de los hechos y recostada en el recurso del narrador, qué y cómo quiere contarnos la historia. Genette distingue dos grandes alteraciones en ese orden: la analepsis y la prolepsis. La analepsis consiste en un salto hacia atrás en el tiempo (flashback, racconto), es decir, recuperar un momento anterior y alterar el orden cronológico y sucesivo del relato. Pongamos como ejemplo el cuento “Los oficios terrestres” de Rodolfo Walsh:
“—¡Pero no doy más!
—Joderse —repuso estoicamente el Gato.
De modo que Dashwood buscó un pañuelo en sus bolsillos, y envolviéndose la mano con él tornó a alzar el cajón, sintiendo que al próximo paso no podría resistir el dolor desgarrante en el hombro, el estiramiento de los huesos mismos del brazo. Pero aguantó. Lágrimas y mocos se habían secado en su cara endureciéndole la piel. Caminaba en una especie de vigorosa ensoñación, mirando los manchones de niebla que surgían y se disipaban alrededor de sus botines Patria, sintiendo el paso mojado, blando, susurrante que se hundía bajo las suelas y recuperaba despacio su arrastrada forma, amándola, deseándola y peleando por ella aun bajo el peso de repentina catástrofe, como él mismo era capaz de hacer, estaba haciendo.
Álamos desfilaban a la derecha, desnudos, flacos y tristes, y Dashwood los veía pasar en la esquina del ojo, pero aún miraba el suelo, las rociadas estrellas de las ortigas, las absurdas florcitas de los macachines, las espirales de la bosta de vaca y los caminos de las hormigas, prolijos y nítidos en el pasto diezmado por las heladas. Pero el aire se volvió dulce cuando atravesaron un trecho de yerbabuena, y de golpe fue verano en su memoria, se bañaba desnudo en el río con los chicos del verano, y la voz de su madre lo llamaba musicalmente en el crepúsculo:
—¡Horaaacio!
—Ya voy —dijo.
—¿Qué? —gruñó el Gato”.
El tiempo del relato en este cuento es el día de la fiesta del Corpus Christi en un internado de la provincia de Buenos Aires para niños pobres descendientes de irlandeses y el día posterior cuando Dashwood y El Gato deben ir a tirar el cajón de basura a través de un campo. Desde ese tiempo delimitado el narrador pivotea hacia atrás y recupera en un flashback un momento feliz en la vida de Dashwood: un verano en el río con amigos, y la voz de su madre, a quien extraña cada día, llamándolo.
La otra alteración es la prolepsis (flashforward) y que es un salto hacia adelante, contar algo que va a suceder mucho más adelante en la historia. Dos de los más famosos ejemplos quizá sean de Gabriel García Márquez. El primero en “Cien años de soledad”:
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.”
Y el segundo en “Crónica de una muerte anunciada”:
“El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de intérprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte.”
La alteración del orden temporal permite trabajar con el collage y el montaje generando diversos matices en el relato además de contribuir a la comprensión de detalles psicológicos, informativos o indiciales fundamentales para la comprensión total de la historia.
Lecturas:
“Los oficios terrestres” de Rodolfo Walsh
“Cien años de soledad” y “Crónica de una muerte anunciada” de Gabriel García Márquez
Ejercicio de escritura:
Escribir un texto en el que haya alteraciones temporales (prolepsis o analepsis) (extensión 1.000 palabras).
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