Miguel REP: “No me gusta el mundo como es, entonces dibujo cosas para molestar”
El dibujante presentó en Mar del Plata "Diego, nacido para molestar" (Planeta), una biografía ilustrada de Maradona narrada en clave religiosa y humor grotesco. En charla con LA CAPITAL, piensa la vida de Diego en cruce con Don Quijote, Juanito Laguna, Evita y Messi. Además, critica el triunfo del capitalismo en el fútbol actual y cuenta que su próxima batalla es contra el adormecimiento del ojo provocado por las redes sociales.
Miguel Repiso estará presentando en Mar del Plata un espectáculo en el que dibuja mientras Pedro Saborido habla sobre capitalismo y fútbol.
Por Rocío Ibarlucía
El lenguaje de Miguel Repiso es la línea del lápiz y también lo es el humor, aunque aclara: “Yo puedo vivir sin destilar humor, pero no puedo vivir sin dibujar, la estrategia del humor me sale porque desde niño soy un chico molesto”.
La incomodidad frente a los estándares del mundo es algo que comparte con Maradona, otro nacido para molestar. “No me gusta el mundo como es, entonces hago cosas, digo cosas y dibujo cosas para molestar, que no termina de ser una actitud sangrienta ni revolucionaria, sino que precisamente la molestia es algo para sacar las cosas de quicio o de un lugar quieto para transformarlo en una actitud más cubista”, se define a sí mismo el dibujante en una charla con LA CAPITAL, antes de presentar “Diego, nacido para molestar” en el ciclo Verano Planeta.
También esa disconformidad que lo lleva a mover las cosas de lugar es advertida por Pedro Saborido en el prólogo del libro. Entre las varias coincidencias que encuentra entre Maradona y REP, el humorista señala que ambos han estado alegremente enojados con el mundo, pero que han logrado transformar esa molestia en “ajusticiamientos burlones”.
El humor como respuesta al enojo empieza en la infancia de Miguel Repiso, cuando se enamora de las revistas infantiles de imágenes grotescas, es decir, las que no mostraban el mundo tal cual era. “Entonces -cuenta REP- ya tenía yo una tendencia a ver el mundo pintado de otra manera que no sea el que te presentaba la familia, la escuela, la misma televisión”. Lejos de los dibujos realistas, elige un estilo desproporcionado, “de cuerpos deformes y cabezones”, para desestructurar lo conocido y explorar lo que incomoda.
Así, con ese humor grotesco pero a la vez como un libro sagrado, “Diego, nacido para molestar” cuenta la vida de Maradona desde la Anunciación hasta su crucifixión. Una historia que, en palabras del dibujante, tiene más de infierno que de paraíso, más de divina tragedia que de comedia.
-¿Qué significa Diego Armando Maradona para vos?
-Ahora está revisado por mí, porque el Mundial pasteurizó mucho el fútbol. El Mundial es una especie de gran concierto de armonías, por supuesto de una gran angustia, pero un gran desahogo, donde todo está bien, el grupo es buenísimo, Messi es una especie de santito, no tiene defectos y lo pone a Diego en el rincón de los trastos muy molestos y desubicados, que ha dado mucha belleza pero también la ha estropeado con conductas y todo lo demás. Maradona es molesto; en cambio, Messi es precisamente un nacido para no molestar.
-Aunque en este Mundial se habló de un Messi maradoniano a partir de su “Andá pa’ allá, bobo” y el Topo Gigio.
-Sí, pero le salieron dos cositas. Messi siempre fue así, lo que pasa que se destapó eso mediáticamente. Yo ahora estoy revisando la biografía del pibe y él siempre tuvo actitudes así, pero lo que pasa es que no era calentón ante los medios. Fijate cómo fueron las situaciones: como lo hostigaron mucho a él y a su equipo, respondió con el Topo Gigio, que es una huevada, lo que pasa es que nosotros sabemos que viene de casi una cosa política de Riquelme. Ahora la otra frase es extrafutbolística, está en un reportaje y le dice esa frase a otro jugador que uno no ve. Entonces, estamos buscando la semejanza pero son muy, muy distintos. Lo único que tienen en común es que los dos son unos genios del fútbol, lo único. Después no tienen nada que ver, así que hay que tratar de no compararlos, porque pierden los dos, ganan los dos, no tiene mucho sentido. Lo que estamos viendo es un fútbol muy distinto al tiempo de Diego y también una especie de triunfo del capitalismo en el fútbol. Con Diego podías ver que había algún tipo de fisura y él se colaba, él era un contestatario, no mostraba una total afiliación a la FIFA. En cambio, estos son unos obedientes, podrían haber estado en Qatar como podrían haber estado en Nigeria, Jamaica, Ecuador o Francia. Estuvieron en un no lugar, llenado por un parque temático que es la FIFA. La FIFA te llena cualquier cosa de un lugar donde estos pibes funcionan perfecto. Bueno, en ese funcionan perfecto, Disneylandia nos dio una alegría a nosotros y una tristeza a los otros 31 equipos.
-Una de las imágenes de tu biografía es Diego como Don Quijote pero también como Sancho Panza luchando contra los gigantes, que en realidad es la FIFA. Esta escena condensa el idealismo quijotesco de Diego y también su locura. Pero, ¿qué de Sancho ves en Diego?
-Claro, el Diego quijotesco es el loco, generoso, que emprende una aventura imposible y Sancho Panza es el sentido común, por eso llega a presidente de Barataria, es los pies sobre la tierra y eso fue Diego en el 2010 cuando fue director técnico. Tenía que comandar ese grupo, no podía hacerse el loco como se hizo antes y después. Ahí era el padre de ese grupo, que un 4 a 0 adverso desbarató para siempre y lo sumió en nuevas crisis que lo llevaron hasta el final. Diego tuvo intenciones de ser Sancho Panza pero fue más Don Quijote, por supuesto un Don Quijote mejorado, porque jugó de una manera que no era imaginada, sino real. Sí, un personaje único, no habrá otro igual. Personaje tan rico que te hace llenar un libro y te sobran situaciones que no entran.
“Lo que estamos viendo hoy es un fútbol muy distinto al tiempo de Diego y también una especie de triunfo del capitalismo en el fútbol. Con Diego podías ver que había algún tipo de fisura y él se colaba, él era un contestatario, no mostraba una total afiliación a la FIFA. En cambio, estos son unos obedientes”.
-El libro tiene momentos muy icónicos de Maradona, pero también hay hechos más olvidados, como su ascendencia guaraní. ¿Cuánto de la cultura guaraní encontraste en la personalidad de Diego?
-Ahí gracias al cielo tuve la coincidencia de que mis padres son correntinos, como los suyos. Entonces sé muy bien lo que es el origen guaranítico a pesar de que yo no lo tengo. Yo vengo de papá de familia andaluza y mamá de familia libanesa, pero igualmente conozco muy bien lo que es, he ido mucho a Corrientes. Pienso que sí, que hay mucho de la sangre guaranítica en Diego, sobre todo por el papá, porque la mamá viene más de croatas, el papá es mucho más indio. Entonces, yo creo que ahí hay una cosa de la rebeldía, del varón herido por la guerra de la triple infamia, hay un resentimiento que no solo en Diego se nutre por el hambre de la infancia, de la villa, que no fue hambre para él porque él siempre comió, pero la mamá sí pasaba hambre. Tampoco hay que olvidar que en la villa había un sistema de solidaridad, en los 60 la villa no era el paco, la villa era la poca guita y lo imposible que era alquilar. Mis viejos son pobres, pero mis viejos pudieron alquilar en Boedo, entonces éramos clase media baja, pero no éramos villa. La villa sí es una situación que yo conocí después, como laburante. Lo único que tuve que hacer ahí es traspolar esas infancias, porque mi infancia tiene el mismo marco que la de Diego, los 60, después la adolescencia en los 70, eso yo me lo recuerdo porque lo viví. Lo único que tuve que hacer es ponerme en el cuerpito de él, del infante y creo que esa cosa guaranítica le da a él un condimento más en su origen, en su rebeldía, en su resentimiento que transformará después en palabras, en hechos, en molestias.
-En el capítulo de los 60, elegís narrar su infancia a partir de Quino y Antonio Berni, que muestran su actitud contestaria con “Mafaldona” y su marginalidad con Juanito Laguna.
-Ahí creo que lo más exacto sería Juanito Laguna porque tiene la edad de Diego. En los 60, en la villa había una posibilidad remota de movilidad social porque incluso la basura que llegaba, que traía y que trabajaba Juanito Laguna era mucho más sólida que la basura que después están trabajando los que tienen que trabajar la basura, que es plástico, cosas muy difíciles de disolver en el aire. En cambio, Juanito Laguna laburaba con trompos, camioncitos, barriletes que tiraba la clase media. Había un traslado de la cultura de alguna manera, porque hasta la basura era de materiales más nobles. Y en la escuela había más movilidad social, en la escuelita donde fue Diego había un sistema de solidaridad posperonista, no por nada el papá es peronista. Yo creo que Diego es de alguna manera hijo de la resistencia peronista, a pesar de que lo engendran ya en tiempos de Frondizi y nace de esos tiempos. La calaña del papá, los trabajadores del papá deben haber sentido el peso del 55. Todas esas cosas se cruzan, por eso es lindo ponerle esa carnadura también a Diego, porque aunque él no lo supo en su momento, después un día lo va a saber, va a decir soy de izquierda, soy castrista y después va a decir soy peronista.
-Contás la historia de Maradona en clave religiosa, al narrar su vida como episodios bíblicos, pero también esa sacralización de su figura cae al trabajarla con humor grotesco. ¿Te preocupó que se idealizara demasiado su imagen?
-En todo el libro, el humor es clave. La construcción del Diego religioso es por culpa de la madre. La madre es la que hace que Diego sea creyente, muy creyente. Ahora me sorprendí al verlo tan creyente a Messi también, creo que en el ADN de la clase media, clase media pobre o clase pobre está la religión como posibilidad de salvación o de tener vida después de esta vida sufrida. Lo religioso me salió naturalmente, los primeros dibujos que se me ocurrieron de Diego eran los del nacimiento, la Anunciación, como que siempre tuve la vocación de hacer un Diego que muere el 25 de noviembre de 2020 y que va a terminar como un santito popular, me parece que él va a terminar siendo canonizado paganamente. La Anunciación, la estrella de Belén, el pesebre, el bautismo, todo eso que hizo para que Argentina haya tenido a su Mesías. Me parece que él se encontró con ese destino y siempre supo que era un elegido. Ya en la infancia sabía que era el elegido de la familia para salvarla, el elegido del equipo Estrella Roja, el elegido de Cebollitas, siempre fue famoso en su chiquitaje y en el mundo y siempre fue el mejor. Entonces, cómo no se va a sentir el elegido, no digo que fue Cristo porque la pasaba bien y se entregó a la perdición y a la autodestrucción, pero hay mucho del destino cristiano en Diego y en los ídolos populares argentinos. Él es una condensación de varios personajes: los personajes que no han triunfado como él, como Gatica, Bonavena, y después de otros lugares, ves actitudes de Sandro en él, tiene todas las actitudes para ser muy popular y él es una especie de nudo de todo eso, de Gardel obviamente, de todos los que fueron perdidosos. No tiene de Monzón, que era un winner, ese sí que ganó todo y se fue invicto, pero tiene de todos esos que se quedaron en el camino, hasta de Evita tiene.
-¿Qué tiene Diego de Evita?
-Es hijo de Evita, del resentimiento de Evita y Evita también hace del resentimiento una cosa a favor de los demás, se autoconsume por lo que da y sabiendo que esa apuesta le va a costar un montón de odio. Y Diego también es muy odiado. Me di cuenta de cuánto lo odian cuando estuve en Italia. En Nápoles, toda la gente lo adora, no hay cuestionamiento, acá hay cuestionamiento. Yo siempre estoy diciendo que la primera república de Diego es Nápoles y después, Argentina, porque acá se lo cuestiona. Nápoles le da para mí la súper base. De hecho, para el Mundial 86 es muy importante que juegue en Nápoles porque encuentra un destino sudamericano que no lo cuestiona, lo quiere, lo arropa, lo droga, todo pasa ahí. Pero no se puede sacar nada del rompecabezas de Diego, incluso sus caídas, sus muertes de mentirita, sus resurrecciones, porque se te cae el personaje, así es perfecto el personaje, hasta la escena final, que es espantosa, no se lo deseamos a nadie, sobre todo a alguien que fue tan querido por la multitudes y que termine en la soledad más absoluta.
“Diego es una divina tragedia, porque termina mal. Tiene momentos de gran esplendor, felicidad, de gran alegría para los demás, pero su infierno empieza seguramente con la muerte de su mamá”.
-También hacés un cruce entre Diego y “La Divina Comedia”. ¿Cuánto de tragedia y cuánto de comedia hay en Diego? ¿Es más infierno o paraíso?
-Diego es una divina tragedia, porque termina mal. Tiene momentos de gran esplendor, felicidad, de gran alegría para los demás, pero su infierno empieza seguramente con la muerte de su mamá.
-La madre está en reiteradas escenas del libro. ¿Por qué, cuán importante fue la Tota para su vida?
-Mucho, sí, porque yo también soy mamero. Entonces sé que lo que es que uno haga cosas para que te vean tus padres. No crecés nunca, yo tengo a mi mamá todavía. Creo que cuando se le fue su mamá, Diego no tuvo ya para quién hacer las cosas. No tuvo el cuidado ese, él fue el hijo preferido de su madre, la madre increíblemente siempre le dijo “mi hijo preferido”. Qué terrible, ¿no? Qué carga le dio. Pienso que ahí, con la muerte de la mamá, empieza su infierno.
-También lo ponés a Diego haciendo jueguitos con el Aleph frente a Borges, un diálogo que ya habías hecho en el 86, cuando muere Borges y Diego sale campeón del mundo.
-Me gusta hacer esos cruces, en esos dibujos destilo mis preferencias, porque Diego es como una entrega al mundo futbolístico que no es el mío. Yo vengo de otro palo y me entrego al mundo del Diego, que yo no soy. No soy un hombre de fútbol, de los vestuarios, del quincho, de los chistes machistas. Entonces, en mis dibujos yo marco mi diferenciación con Pasolini, Quino, Berni, Borges y las pinturas del final del libro en las que imagino cómo lo habría hecho Picasso, Botero, Warhol, por ejemplo. Ahí es donde yo digo guarda, que este libro lo estoy haciendo yo.
-Es tu Diego.
-Es mi Diego, pero hay muchos de mis Diegos que también me los dicta Diego porque son sus hechos, él también de alguna manera está en mi libro porque yo imité su humor. Porque era un personaje con mucho humor. Pero no podés hacer a Diego con un humor tipo Monty Python o con una inteligencia tipo Woody Allen o Les Luthiers, tiene que ser acorde a sus consumidores y a él mismo, con humor directo, gauchesco, jodón. Entonces, traté de ser él, con estas islas donde sé que muchos de los lectores no van a entender porque son asociaciones mías, como la referencia a Pasolini, pero bueno, lo buscás, hacés el esfuerzo por ir a otro lado. Aparte, los dibujos tienen una llegada al lector que el libro de texto no tiene. La gente tiene que meterse en el texto, con los dibujos mirás lo que querés. Varios me comentaron que este libro les sirve mucho para contarle sobre Diego a sus hijos, que están re Messi, explicarles por qué es tan importante Diego.
-Pensando en Borges, ¿qué recordás del mural que hiciste en la plazoleta de La Rioja y San Martín? ¿Cómo fue el proceso?
-Es el primer mural grande que hice y es capaz el más querido. Mirá que después viajé e hice en todas partes. Aparte, no lo vandalizan tanto como pensaba. Desde la Secretaría de Cultura de la Municipalidad, (Juan Carlos) “Cachi” García Reig y Nino Ramella me encargaron el mural. Yo hice un croquis, les gustó y después les dije que fueran cerámicos porque este aire salino lo iba a perjudicar. Tardamos cuatro años en hacerlo porque era muy costoso para la Escuela de Cerámica. Antes de cocerse, en un gran galpón se pusieron las 3.200 baldosas y yo vine a retocar la cabeza porque entre el dibujo que había hecho en 1996 y el 99, yo había cambiado la manera de dibujar a Borges. Entonces vine y pedí dejar la cabeza en blanco y trabajé así, ya en tamaño grande. Ellos después lo pasan a negro, lo meten en el horno y sale esos colores. Divino, no pude volver a hacer algo de cerámica desde entonces.
-En el proyecto, había un plan para hacer juegos que tengan que ver con el imaginario de Borges, como laberintos, espejos, un Minotauro.
-Sí, pero la crisis del 2001 vino enseguida y no se pudo concretar. Pero estaría lindo hacer algo, por ahí tendrían que trabajar otros artistas, porque yo no soy un escultor, se necesita un diseñador, diseñadora, escultores culturales. Y de paso hacemos algo más colectivo, propongo eso, que abran un concurso, pero bueno, de eso se tiene que hacer cargo la Municipalidad.
-Como artista visual, ¿cuánto creés que afecta la circulación de imágenes en redes sociales a nuestra manera de mirar? ¿Cómo miramos hoy?
-Hoy es Instagram. Tengo redes pero veo que eso está deteriorándonos el ojo, no nos enseñan a educar el ojo y entonces la profusión de imágenes nos está cagando la vida, porque no son inocentes. Entonces hoy vale igual un mural de Giotto o un Caravaggio que una milanesa hecha en Palermo y después un gol de un boludo en Tegucigalpa. ¿Cuál es la imagen que vale si todo tiene la misma luz democratizante atrás? Los colores de Matisse tienen la misma luminosidad que tiene después el retrato de una modelo de Revlon. Entonces, cuál es la imagen que tenés que elegir como usuario si no tenés el ojo educado. Yo estoy en contra de la era de la imagen ya a esta altura. No sé si hay que combatirla, pero sí educar el ojo de la población porque es otra de las armas del capitalismo venderles cualquier cosa, y anestesiar y adormecer el ojo de la gente para que consuma cualquier verdura. Entonces, van a ver una muestra de Van Gogh inmersiva y salen de ahí y ven la ciudad llena de ploteos, de plástico y todo vale lo mismo y ni te das cuenta ya. Todo es otra trampa. No creo que sea una cosa conspirativa, pero pienso que los Estados no están haciendo nada para prevenirnos de eso.
-Para vos, ¿cuál sería una solución?
-Una solución o una propuesta sería enseñar historia del arte en los niños, ya. En los adultos se pueden hacer talleres y cursos. Yo voy a tratar de hacer cosas. El arte es el gran aliado de la humanidad, el arte en todo sentido, no solo la imagen, sino música, literatura, etcétera. Es ahí el último refugio del humanismo, porque el humanismo está en retroceso y ya se siente ese abandono en la política, lo tecnocrático ya se siente en la política, en el fascismo que nos va gobernando cada día más. La era de la imagen es una porquería porque no tenemos defensa, es peligrosa, no es solamente colores bonitos. No tenemos defensa porque nuestros ojos están anestesiados y compran cualquier cosa, compran una hamburguesa, al lado de un niño que se está muriendo de hambre, al lado de una pintura del siglo XIX. ¿Cuál es el criterio? Hoy los afiches políticos también están muy estudiados, cómo están visualmente puestos los candidatos está estudiado y después te la manda a guardar. La imagen oculta. Aparte, el universo el Photoshop que todo te lo retoca, en Tinder funciona como levante y después llega la desazón. La imagen está hoy en pos de la mentira y eso es la publicidad. Es muy psicópata la imagen y te lo dice un laburante de la imagen. Yo quiero que volvamos a la palabra, estoy a favor de volver a hablar como los maestros y las maestras, como Borges, con un lenguaje frondoso, como Bioy, como Sarmiento, si se quiere, como Perón. Ahora los políticos son unos descerebrados, tienen un vocabulario muy acotado. Menos palabras es menos apertura de cabeza. La imagen se comió a la palabra. Hay más publicidad y ploteo que nunca, las ciudades se parecen cada vez más, vos viajás a Nueva Delhi que tiene un ploteo de una publicidad que lo ves acá. ¿Cómo puede ser? ¿Dónde está la identidad visual de los lugares? La imagen es para pensar en serio, esa es mi próxima batalla.
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