Olivier Assayas, el heredero de la “nueva ola” francesa
Ganador de la Palma de Oro al Mejor Director en la última edición del Festival de Cannes, dialogó con LA CAPITAL en la primera jornada de la muestra marplatense.
Olivier Assayas, uno de los invitados especiales del Festival de Cine. Foto: Mauricio Arduin.
por Walter C. Medina
Quince años pasaron desde que el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata hiciera foco en el trabajo de Olivier Assayas, mediante una retrospectiva que nos acercó a su particular universo cinematográfico. Esta vez, el heredero directo de la Nouvelle Vague y crítico de Cahiers du Cinèma regresa con nuevos proyectos luego de haber obtenido el máximo galardón que otorga Cannes a la dirección cinematográfica por “Personal Shopper”.
Desde la peculiar “Irma Vep” (1996), pasando por la demoledora “Demonlover” (2002) y llegando a la vertiginosa “Clean” (2004), Assayas no ha dejado de sorprender a la crítica, escapando siempre de los convencionalismos y conectado irreversiblemente con aquella corriente cinematográfica que sacudió a la Francia de mitad de los años ’50.
– Si bien en algunas de tus producciones es difícil advertir cuáles son tus verdaderas influencias a la hora de crear… ¿te sentís a gusto con la definición de la prensa especializada que te identifica como “heredero directo o hijo predilecto” de la Nouvelle Vague?
– Sí, definitivamente no tengo más remedio que aceptar que soy un heredero directo de esa corriente cinematográfica con la que muchos de los cineastas de mi generación nos sentimos identificados. De todos modos yo considero que todos los cineastas somos herederos de la Nouvelle Vague, es casi imposible no serlo. Porque esta corriente tiene que ver con la independencia, con la modernidad, con la ruptura. Cuando hacemos cine intentamos siempre salirnos de los encasillamientos; eso es lo que nos dio la Nouvelle Vague. Por ejemplo a mí me gusta filmar en un ámbito de absoluta libertad; es lo mismo que hace un novelista cuando escribe sus novelas.
– Y dentro de las identificaciones. ¿Te sentís más cerca de Jean Luc Godard o de Francoise Truffaut?
– Yo creo que estos dos cineastas son los pivotes de este movimiento, de esta corriente y de todo el cine francés moderno. Siento el mismo grado de admiración por los dos y por razones diferentes. Pienso que en el caso de Truffaut mismo fue heredero de un tipo de cine tradicional que se hacía en Francia, relacionado con el género negro. En cambio Godard es heredero de la tradición experimental, que también estuvo muy presente en los orígenes del cine francés; aunque él supo desplegarlo con más amplitud, con más profundidad y con una mirada que en los orígenes del cine francés no estaban tan presentes. Podría incluso decir que Truffaut es el heredero de los impresionistas, que en el caso del cine francés se plasmó en el cine negro.
– Hay una miscelánea de géneros en “Personal Shopper”, filme con el que obtuviste la Palma de Oro al Mejor Director en Cannes…. ¿Por qué creés que al final de la proyección la película fue abucheada por el público?
– La reacción de parte del público fue muy polémica. Es algo que ocurre con bastante frecuencia al final de la proyección de algunas películas. En Cannes las proyecciones generalmente se producen en un ambiente de mucha tensión. Y cuando se trata de un filme que habla de lo sobrenatural se puede generar un malestar en el público, como ocurrió con “Personal Shopper”. Hace algunos años yo vi una película de Philippe Garrel, “Las Fronteras del Alba”, un filme que a mí me parece sumamente bello. Sin embargo también se produjo un malestar en el público. En los grandes festivales se está generando una suerte de histeria durante las proyecciones. Es como si se necesitase dar una opinión lo más rápido posible, cuando con algunos filmes, en especial con el cinearte, es necesario esperar un tiempo para poder emitir una opinión. Y eso fue lo que ocurrió con “Personal Shopper”, que sin embargo tuvo una recepción extraordinaria en el mundo entero. En definitiva podría decir que Cannes no opera de esa manera… hay mucha histeria, mucha prisa por dar una opinión.
– En los últimos años el cine francés ha dado un nuevo giro en cuanto a originalidad. Uno de los ejemplos es “Dan la maison”, de Francoise Ozon, que obtuvo la Concha de Oro en San Sebastián. Asimismo surgieron cineastas que apuntan a la obtención de premios. ¿Cuál es tu opinión acerca del cine pensado para ser laureado?
– Yo tengo la suerte de que mis películas giran por muchos festivales. Pero desde mi punto de vista la participación en un festival no tiene, al menos en mi caso, la intención de obtener premios; no hago las películas pensando en eso, no busco reconocimiento. Sí que existe cierta presión en el ámbito del cine francés en cuanto al cine de autor; quienes financian estas producciones quieren que su dinero sea rentable, por lo que si los filmes son premiados es mejor. Pero mi única presión es hacer coincidir mis estrenos con las fechas de proyección en los festivales. De todos modos, lejos de ser mis películas comerciales, yo diría que son bizarras.
– ¿Qué opinión te merece el nuevo cine argentino y la repercusión internacional que ha tenido durante los últimos años?
– Intento ver todo lo que puedo del cine argentino. La verdad es que desearía conocer muchas más realizaciones de las que conozco. En Francia el cine argentino genera mucha expectativa y está siendo seguido de cerca por público y crítica especializada. Es un cine que ha aportado un sentimiento de renovación y que se basa en buenas y originales historias, todas ellas carentes de recursos estilísticos o adornos innecesarios. Yo creo que eso es lo que atrae del cine argentino.