El taller de narrativa: polifonía
Emilio Teno y Mariano Taborda analizan a partir de dos novelas latinoamericanas, "Tres tristes tigres" de Guillermo Cabrera Infante y "La guaracha del Macho Camacho" de Luis Rafael Sánchez, tramas construidas con más de un narrador. Como en todas sus clases, cierran con un ejercicio de escritura.
CLASE 11: POLIFONÍA
Por Emilio Teno y Mariano Taborda
Guillermo Cabrera Infante publicó en 1967 uno de los experimentos más audaces en la literatura escrita en español. La novela se titula “Tres tristes tigres”: un trabalenguas, algo difícil de pronunciar, un juego. El libro comienza con una advertencia: “El libro está en cubano. Es decir, escrito en los diferentes dialectos del español que se hablan en Cuba y la escritura no es más que un intento de atrapar la voz humana al vuelo”.
Cabrera Infante ubica la narración en los años previos a la Revolución cubana; la noche, el exceso, los jóvenes pequeñoburgueses que no saben bien qué hacer con sus vidas, la influencia constante, en lo político y cultural, de Estados Unidos, la influencia también en la lengua. En el comienzo de la novela está representado todo eso, la voz híbrida, el show, el esplendor y la decadencia:
“Showtime! Señoras y señores. Ladies and gentlemen. Muy buenas noches, damas y caballeros, tengan todos ustedes. Good-evening, ladies gentlemen. Tropicana, el cabaret MÁS fabuloso del mundo… «Tropicana», the most fabulous night-club in the WORLD… presenta… presents… su nuevo espectáculo… its new show… en el que artistas de fama continental… where performers of continental fame… se encargarán de transportarlos a ustedes al mundo maravilloso… They will take you all to the wonderful world… y extraordinario… of supernatural beauty… y hermoso… of the Tropics… El Trópico para ustedes queridos compatriotas… ¡El Trópico en Tropicana! In the marvelous production of our Rodney the Great… En la gran, maravillosa producción de nuestro GRANDE, ¡Roderico Neyra!… «Going to Brazil»… Intitulada, Me voy pal Brasil… Taratará tarará, taratará tarará taratareo… Brazuil terra dye nostra felichidade… That was Brezill for you, ladies and gentlemen. That is, my very, very particular version of it! Brasil, damas y caballeros que me escucháis esta noche. Es decir, mi versión del Brazil de Carmen Miranda y de Joe Carioca. Pero… ¡Brasil, público amable que colma este coliseo del placer y de la alegría y la felicidad! ¡Brasil una vez más y siempre, el Brasil eterno, amables y dignos concurrentes a nuestro forro romano del canto y la danza y el amor a medialuz! Ouh, ouh, ouh. My apologies!…”.
Podemos imaginar al presentador, con traje blanco, la transpiración que adhiere la camisa a la piel, los movimientos histriónicos sobre el escenario, las luces de Tropicana, el murmullo de Tropicana, la música de fondo, los cocktails en las mesas. Nada de eso se describe en el texto, es la potencia de la voz la que describe el espacio y la situación. El plan de Cabrera Infante de atrapar la voz humana al vuelo no se puede lograr de otro modo que no sea el de poner las voces en juego, que vuelen libres. Abre la novela el presentador de Tropicana, y luego desfilan las voces de niños, fotógrafos en la noche habanera, mujeres en sesiones de terapia, muchachos aburridos junto al malecón; toda la imperfección y frescura de las voces, de la oralidad, construyen una novela donde se entretejen distintas historias sin una trama que la estructure: la novela cobra sentido por el trabajo con la textura del lenguaje, el uso particular del español que lo transfigura en cubano una categoría nueva a partir de “Tres tristes tigres”. Para dar cuenta de los usos del cubano, para retratar un momento previo a la revolución, para sumergirse en la complejidad cultural del trópico, Cabrera Infante exploró las posibilidades de la polifonía.
Llamamos polifonía al trabajo con más de un narrador en un texto. La fórmula habitual -el narrador que guía al lector de principio a fin- se subvierte: en la polifonía es el lector el que debe tejer las diferentes voces que construyen la narración. En la novela de vanguardia de principios de siglo XX -pensemos en William Faulkner y en Virginia Woolf- la polifonía surge como reacción a los narradores omniscientes que hacían todo el trabajo. Manuel Puig, sobre finales de los sesenta, profundiza la idea de narradores múltiples con la incorporación no solo de narradores plenos sino también con voces narrativas: discursos sociales que hacen avanzar la narración.
La novela latinoamericana dio grandes novelas polifónicas, a “Tres tristes tigres” podemos sumar una menos conocida, también experimental, también con el ritmo y los colores de las Antillas: “La guaracha del Macho Camacho” del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez. Hay un éxito musical, la guaracha es pegadiza, bailable, suena durante toda la novela; un presentador de radio la difunde, el hijo de un político piensa durante un embotellamiento, distintos narradores se cruzan sin avisos, sin concesiones al lector, el ritmo de la escritura es el de la guaracha.
“O sea que ya yo, o sea que yo ya estoy grande para un party con cake y velitas y besitos sonorizados de Mami y besitos sonorizados de las amigas de Mami y cajas de pañuelos y corbatas y yuntas y estuches de Yardley y botellitas de AcquaVelva y baila con la nena de Betty y baila con la nena de Kate y baila con la nena de Mary Ann y baila con la nena de Elizabeth: exhortaciones cocidas en el caldero casamentero del mamismo por influencia de los censos poblacionales que aseguran la escasez crítica del género masculino y adelanta la soltería inapelable de cientos de miles de féminas.
O sea que la cabeza se me hace un pantano cuando oigo, oigo, oigo, a Mami, a Mami, a Mami, que me dice, que me dice, que me dice, bajito, bajito, bajito: dile a tu amigo de la motocicleta que la rueda delantera de su motocicleta impide la inclinación natural de una de las ramas bajas de mis hortensias azules: trabajosamente logradas por el jardinero que hubo que comprar tierra de injerto en Pennock Garden; dile a tu amigo de la melena hirsuta que no tire las colillas en las zonas ajardinadas en donde crecen mis orquídeas negras y dile a tu amigo con facha de mecánico, con facha de gangster de Chicago, con facha di tenore, que no escupiteje tanto en los purrones donde crecen mis suspiros de bebé y dile a tu amigo con la mirada alelada que se separe del tronco débil de mi sauce llorón”.
En el fragmento anterior se funden las voces de Benny, un narrador en tercera y la madre; no hay aclaraciones de los cambios de perspectiva, todas las voces forman una sola, es una ola que crece y avanza. Sánchez creó una trama compleja de narradores para recrear la intrincada cultura puertorriqueña, el país latinoamericano que es parte de Estados Unidos, el espanglish, la música y el baile, el calor, el caribe.
En la polifonía hay una experiencia de lectura asociada a la participación activa del lector. Sin un lector que sintetice, que cree sentido, solo sería una sucesión de voces inconexas, arbitrarias, disonantes. En “Tres tristes tigres” y “La guaracha del Macho Camacho” es difícil imaginar cómo un narrador único podría construir la singularidad de esos registros diversos.
Lecturas:
“Tres tristes tigres” de Guillermo Cabrera Infante
“La guaracha del Macho Camacho” de Luis Rafael Sánchez
Ejercicio de escritura:
Escribir un texto narrativo de ficción con al menos tres voces distintas (narradores plenos o voces narrativas).
(*): Instagram @tallerdenarrativamdp | [email protected]
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