Felipe Pigna: Las calles de Buenos Aires, “una síntesis de la locura nacional”
El historiador estuvo en Mar del Plata para presentar en Verano Planeta su libro "Calles". En charla con LA CAPITAL, contó que los nombres de Buenos Aires muestran desbalances notorios entre unitarios y federales, homenajes polémicos a figuras como Ramón Falcón y grandes ausencias, empezando por Rosas. El mapa porteño tiene zonas que, para Pigna, son dignas del surrealismo y merecen ser revisadas.
El historiador Felipe Pigna (Mercedes, 1959), en su paso por Mar del Plata para inaugurar el ciclo Verano Planeta. Fotos de Marcela Golfredi.
Por Rocío Ibarlucía
Casi como una premonición de su carrera como profesor y divulgador de la historia, a Felipe Pigna le ha tocado vivir en calles como “Boulogne Sur Mer, donde murió nuestro querido general, Defensa, Perú, iba al colegio Belgrano, así que estaba marcado por la historia de San Martín y Belgrano”. Las calles lo han llevado a encontrarse con “un montón de tipos raros que desconocía por completo o que conocía pero profundicé un poco más con esto. Si a mí me pasa, imaginate a la gente que no tiene conocimiento histórico. Es una chapa que dice fulano de tal y no sabés de qué se trata, no sabés si te ponés contento o no de vivir en ese lugar”, dice el autor en entrevista con LA CAPITAL.
Su último libro “Calles. Para perderse y encontrarse en la historia argentina” (Planeta), presentado en el primer encuentro del ciclo Verano Planeta 2023, se propone explicar quiénes son las figuras homenajeadas en el trazado de Buenos Aires. Si bien no es un diccionario, incluye un índice onomástico con breves descripciones de todas las personas representadas en la nomenclatura. Además, en 26 capítulos, que pueden leerse de forma autónoma y sin un orden cronológico, construye una serie de episodios históricos que va desde 1734, cuando nacieron las primeras calles para identificar las viviendas de los contrabandistas; las representaciones de la guerra civil, con mayoría de unitarios frente a la ausencia de Rosas y otros federales; las incorporaciones de la generación del 80 que revelan “un exceso de militares que aún persiste” hasta el Palermo de Borges o la famosa esquina de Maradona en Segurola y Habana, que quedó en la memoria colectiva cuando Diego quiso enfrentar a Toresani tras una de las peleas más calientes del fútbol argentino.
Las calles, además de ofrecer datos históricos de interés para todo el país -lejos está de ser un estudio escrito desde una perspectiva unitaria-, son un muestrario de las concepciones políticas y culturales dominantes, en las que están ausentes las mujeres, los pueblos originarios, los federales, los peronistas, los rockeros. A través de este relevamiento, Pigna invita a pensar cómo queremos que sean las calles del futuro, a quiénes deberíamos seguir homenajeando y a quiénes no, al tiempo que opina que la elección de los nombres de las calles donde vivimos y transitamos a diario debería ser mediante la participación ciudadana.
– ¿Qué nos puede revelar el estudio de las calles de Buenos Aires sobre la historia de nuestro país?
– Nos revela una cierta mirada, un recorte histórico, que tiene sus años, ya arranca en 1893 con un fuerte sesgo unitario liberal, cuando hay una ausencia muy fuerte de representantes del federalismo. Por ejemplo, hay una mayoría abrumadora de unitarios y prácticamente no hay federales; hay un 94% de calles que tienen nombre de varón y solo el 6% tiene nombre de mujer; muy poca presencia de pueblos originarios en las calles. Después, revela cosas positivas, como mucha cantidad de calles dedicadas a poetas, escritores, obras literarias, músicos que sería como el aspecto positivo del callejero, que no habría por qué tocarlo, en todo caso ampliarlo.
– El libro empieza con un epígrafe de “Museo de la novela de la eterna” de Macedonio Fernández, en el que los personajes invaden Buenos Aires y hacen un complot contra las instituciones. Entre sus rebeliones, cambian las calles por nombres abstractos, como La muerte, La vida. ¿Por qué elegiste ese epígrafe?
– Y solamente dejan a San Martín. Claro, me pareció muy lindo, por permitirse la modificación estática de las calles, muchas de las cuales merecen ser revisadas. Me pareció significativo el fragmento porque plantea que la calle no tenga que ser tan solemne, que pueda tener nombre de un sentimiento.
– ¿Qué valor tiene que las calles tengan nombres de personajes históricos y no de números como en La Plata o, pensión en la región, nombres de pila como en Sierra de los Padres o en Pinamar que tiene nombres marinos?
– Es una tradición histórica muy arraigada, muy europea, muy parisina. Por ejemplo, en Madrid, si bien hay calles en homenaje a personas, hay muchas calles en homenaje a oficios, a situaciones, a objetos. Está la Calle de la Sal, por ejemplo, depende de los oficios que se tramitaban en ese lugar, la Calle de la Aguja. Son calles más cortas, con numeraciones distintas a las que tenemos nosotros. Por ahí en cuatro cuadras, hiciste 100 números. Así que es una decisión bastante parisina de la nomenclatura de homenaje a nombres y en París lo que tiene de interesante es que se le agrega bajo el nombre una breve reseña que explica quién fue ese personaje, que acá no tenemos.
– Bueno, el libro viene a llenar ese vacío, ser una guía para el callejero, aunque no sea estrictamente un diccionario.
– No, pero tiene un índice al final que puede funcionar como un pequeño diccionario de historia argentina, por la variedad de los personajes que te podés encontrar y es un primer tomo que se refiere estrictamente a nombres. Faltaría luego las fechas, las localidades, ese tipo de cosas que son un montón. Más o menos la mitad de los nombres de las calles son nombres propios. Luego, hay muchos nombres de batallas, fechas de batallas y nombres de localidades que tuvieron que ver con alguna batalla, como Suipacha.
Felipe Pigna y su remera con las figuras de Güemes, San Martín y Belgrano.
– ¿Cuál es el origen de la nomenclatura de las calles de Buenos Aires? Advertís que empieza por el contrabando, con la existencia del delito.
– Buenos Aires es una ciudad muy delictiva. Primero, porque se le fueron cercenando a lo largo de los siglos sus posibilidades comerciales. Era un puerto cerrado, el lobby que hacía el puerto de Lima hacía que Buenos Aires no pueda tener su puerto habilitado a pesar de tener todas las posibilidades y mejor contacto directo con Europa por el Atlántico. Eso hizo que, por lo tanto, casi como una necesidad, surgiera el contrabando, que fue la primera gran actividad basada en la riqueza pecuaria, fundamentalmente en el cuero. Recordemos que no había -estamos hablando de los siglos XVI, XVII, XVIII- métodos de conservación de la carne, por lo tanto básicamente lo que se exportaba era el cuero y ese cuero salía básicamente vía contrabando. Los principales compradores eran ingleses, que a la vez traían esclavos, así que los barcos, para no volver vacíos, se llenaban de cueros que generalmente se hacía a través del tráfico ilegal. Eso hizo que los gobernadores de Buenos Aires tuvieran mucha precaución, los que no eran cómplices, porque también hubo una cantidad de cómplices y socios de los contrabandistas. Y como tenían la dificultad de identificar a los contrabandistas, ahí surgió la necesidad de ubicarlos y aparecieron los nombres de las calles y la numeración. Fue una necesidad ponerle número a cada casa.
– ¿No surge entonces para rendir homenajes?
– No, porque inicialmente eran los nombres que le ponía la gente, que eran cuestiones topográficas, como la calle de la Iglesia, la calle del Convento, la calle del Molino. Después, el gobernador a principios del siglo XVIII le pone nombres básicamente del santoral y recién en el año 1807 con la Reconquista de las Invasiones Inglesas, cuando le ganamos a los ingleses por segunda vez, ahí aparece una nomenclatura vinculada con homenajes a personajes de la Reconquista.
– Otra particularidad que detectás es que desde el origen hay un exceso de militares que persiste en la actualidad.
– Sí, esta desigualdad brutal entre militares y civiles se da y aparte entre qué militares. El caso de Dorrego es una cosa extraña, es prácticamente el único federal que está homenajeado en el callejero porteño y, en realidad, esa calle, que es una avenida, era una calle marginal más del municipio de Belgrano, que no era parte de la Ciudad de Buenos Aires, y que quedaba en una zona muy marginal, muy inundable. Y después ocupa un lugar importante pero no era porque le hayan dado importancia en el momento de la nomenclatura, sino que fue una herencia. Por otro lado, no tenés ninguna calle Rosas, sí hay una calle Encarnación Ezcurra en Puerto Madero muy cortita y hay una avenida Juan Facundo Quiroga, que es un atajo a Libertador que va por detrás de la Facultad de Derecho, pero nadie puede jactarse de vivir ahí, porque es una calle de circunvalaciones.
– Hablando de las grandes ausencias del trazado urbano porteño, una de ellas son los pueblos originarios.
– Los pueblos originarios están ausentes, muchísimo; hay un par de calles, Querandíes, por ejemplo, algún cacique mencionado, frente a una abrumadora cantidad de conquistadores del Desierto. Bueno, hay calles sobre gente de dudosa reputación, también dentro de los unitarios, como Salvador María del Carril, que es un tipo que le aconseja a Lavalle inventar un juicio en el caso de Dorrego y del Carril va a terminar siendo el primer presidente de la Corte Suprema. Mariano Acha, que incluso tiene un colegio con su nombre, es el que entrega a Dorrego para que lo fusilen. Venancio Flores es impresionante porque es un general uruguayo que estaba a las órdenes de Mitre y después de la batalla de Pavón, hay más de 200 prisioneros que quedan rendidos y Flores ordena degollarlos a todos. Ahí se salvan milagrosamente de ese degüello dos personajes que hubieran cambiado la historia argentina, que son José Hernández y Leandro Alem, o sea, no hubiera habido ni “Martín Fierro” ni Unión Cívica Radical de haber sido por Venancio Flores. Y tiene una calle larguísima en Buenos Aires.
– Otro de los datos sorprendentes del libro es que la segunda calle más larga de Buenos Aires homenajea a Ramón Falcón. ¿Cómo es posible?
– Un tipo muy nefasto que primero se hizo célebre porque era el jefe de policía de Buenos Aires y particularmente por la represión del movimiento obrero. La primera aparición pública notable fue la represión de la huelga de inquilinos, la gente de los conventillos, que fundamentalmente las que protestaban eran las mujeres y los niños. Él lanza una represión furibunda que termina con muertos y con gente expulsada de sus casas en invierno con los bomberos. Y la famosa represión de plaza Lorea, donde hay más de 20 muertos por orden de Falcón, que va a terminar asesinado por un anarquista, Simón Radowitzky. Por eso, en varios tramos de la calle Falcón cada tanto aparece cambiado su nombre por el de Simón Radowitzky, que fue un emblema del anarquismo en Argentina.
“Hay una mayoría abrumadora de unitarios y prácticamente no hay federales; hay un 94% de calles que tienen nombre de varón y solo el 6% tiene nombre de mujer; muy poca presencia de pueblos originarios en las calles”.
– También advertís que el más homenajeado es Colón, frente a Sarmiento y San Martín. ¿Qué explicaciones encontrás?
– Creo que tiene que ver con un momento de mucho hispanismo y mucha reivindicación de la gesta colombina, que es una exageración, porque está Colón, Paseo Colón, 12 de Octubre, Palos, Carabelas, La niña, la Santa María, La Pinta, Pinzón, La Rábida, todo lo que rodea la gesta colombiana. Por supuesto, es más que cuestionable a la luz de los documentos y a la luz de los documentos españoles, porque Colón fue juzgado y considerado criminal por los propios Reyes Católicos, así que la verdad que tanto homenaje a Colón es un exceso evidentemente, sobre todo porque sobrepasa a personajes de la talla de Sarmiento y San Martín, que no es el más homenajeado por una calle.
– ¿Esto se replica en otras ciudades del país?
– Absolutamente, en ciudades y pueblos. El callejero se replica con agregados locales, lógicamente. En todos lados tenés un Alvear, un Mitre, que suele ser en la provincia de Buenos Aires el bulevar de ingreso a los pueblos, casi se repite sistemáticamente. Después tenés a San Martín, Belgrano, Rivadavia, que están en todos lados y se producen cruces extraños.
– ¿Cuáles son los cruces de calles más extraños?
– San Martín y Rivadavia, que si lo entendemos como cruce en el sentido de enfrentamientos sería correcto porque realmente Rivadavia es la persona que expulsa a San Martín de la Argentina, además de que contrajo la deuda externa y otras tantas joyitas. O Alvear, que fue un gran enemigo de San Martín, que intentó asesinarlo, que escribió un libro apócrifo haciéndolo pasar por un libro escrito por San Martín, que era una calumnia extraordinaria. (Carlos) Alvear es increíble, porque además fue un tipo que traicionó al país intentando entregarlo a Inglaterra como colonia en el año 1815 y después cuando llega exiliado, porque de acá se tiene que ir escapando, a Río de Janeiro, pide entrevistar al embajador español y le pasa todos nuestros secretos militares. O sea, una doble traición y es uno de los tipos más homenajeados en todas las ciudades argentinas.
– Otro cruce insólito es entre la avenida Cabildo y las calles de virreyes.
– Eso realmente es extraordinario porque la avenida Cabildo homenajea a la Revolución de Mayo. El famoso Cabildo del 22 de mayo que decide nuestro futuro, donde se vota la destitución del virrey Cisneros, es la avenida que está cortada por una cantidad impresionante de virreyes: Arredondo, Avilés, del Pino, todos tipos con frondoso prontuario. Alguno fue el represor de Tupac Amaru, del Pino fue el tipo que hizo la primera censura, que cerró el primer periódico de Buenos Aires. La verdad, personajes bastante siniestros que tienen su homenaje y que cortan la avenida Cabildo, una gran esquizofrenia. Después, hay cosas absurdas en Buenos Aires que no sé cómo no les cae la ficha. Por ejemplo, homenajean doblemente: está la estación de subte Facultad de Derecho-Julieta Lanteri, que fue una gran luchadora por los derechos de la mujer. Pero hay uno que es increíble, digno de Luis Buñuel, del surrealismo, que es la estación de subte Plaza de los Virreyes-Eva Perón. Es extraordinario, me parece una síntesis de la locura nacional.
Hay cosas absurdas en Buenos Aires que no sé cómo no les cae la ficha. Por ejemplo, homenajean doblemente: está la estación de subte Facultad de Derecho-Julieta Lanteri, que fue una gran luchadora por los derechos de la mujer. Pero hay uno que es increíble, digno de Luis Buñuel, del surrealismo, que es la estación de subte Plaza de los Virreyes-Eva Perón. Es extraordinario, me parece una síntesis de la locura nacional.
– ¿Hasta qué punto están representados los íconos de la cultura popular en las calles?
– No están representados. Están con estas argucias de homenajes menores, como canteros. ¿Quién se entera que hay un cantero? Ni lo ves. Es el caso de Violeta Parra, que tiene su cantero central en medio de la avenida Salvador María del Carril, este tipo del que estábamos hablando. Cuánto más se lo merece Violeta Parra que Salvador María del Carril, este que le dijo a Lavalle que inventara un juicio. El folclore está completamente ausente, hay una pequeñísima cortada llamada Jorge Cafrune, hay una cortada Zitarrosa y después hay básicamente canteros, calles laterales muy pequeñas con gente tan importante como Chazarreta, los cultores del folclore nacional.
– ¿Está más homenajeado el tango que el folclore y el rock?
– Sí, el tango está más representado, hay por lo menos una importante avenida Roberto Goyeneche, hay una calle Carlos Gardel, Eduardo Arolas, hay más tangueros, como corresponde por supuesto, pero no justifica la ausencia de personajes del rock, que han dado tanto por la cultura porteña y que hay tanta referencia en las letras de rock a Buenos Aires. Prácticamente no hay calles con rockeros, hay lo que se llama viaductos, que son los túneles debajo de las vías del ferrocarril: está el de Cerati, el del flaco Spinetta. Hay un pedido hace mucho tiempo para que un tramo de la calle Iberá, donde vivía El Flaco y tenía su estudio, pase a llamarse Spinetta. Ya pasaron los 10 años de su muerte pero todavía no se cumplió. Bueno, hay pedidos, por supuesto, por Cerati, Miguel Abuelo, Federico Moura, tanta gente clave del rock, que tiene que tener su homenaje.
– ¿Cómo pensás que deberían llamarse las calles del futuro?
– Mi impresión, y es mi humilde opinión, es que en las calles que se vayan nombrando la cosa tiene que ser mucho más plebiscitaria, que la gente pueda participar más, como pasa, por ejemplo, en los nuevos pueblos que se van creando, en barrios que se van estableciendo, donde la gente nombra a un enfermero del pueblo, a una enfermera, un médico querido, un comerciante que le fiaba o cualquier referente que sea propio, me parece que eso está buenísimo, sin dejar de que haya una avenida San Martín o lo que sea. Me contaba hoy una chica de Pinamar que hicieron un barrio en el que todas las calles tienen que ver con pioneros, con gente importante en la historia del pueblo, eso me parece buenísimo.
“Leticia Maronese, que es una socióloga marplatense, logró que las calles de Puerto Madero lleven nombres de mujeres. Después apareció un debate en torno a algunos machistas que decían que no hay tantas mujeres como para llenar el callejero. Una agrupación se tomó el trabajo y presentó 990 nombres con breves biografías de mujeres que podrían ocupar la mitad del callejero porteño perfectamente, así que fue muy interesante eso de taparle la boca a tanto machista suelto”.
– Pensando en la importancia de la participación ciudadana, en el libro dejás tu contacto para que te manden modificaciones o datos. ¿Ya hubo algún ida y vuelta?
– Mucha gente propone cambios, agregados, porque hay una cantidad de personas que no está representada en las calles, me parece que está buenísimo que la gente se empiece a interesar por este tipo de homenajes cotidianos, o sea, la calle es un homenaje cotidiano a una persona determinada. Por ejemplo, fue muy interesante lo que pasó con las mujeres, como el caso de Leticia Maronese, que es una socióloga marplatense que propuso y logró que se nombrara a las calles de Puerto Madero con nombres de mujeres. Después, apareció un debate en torno a algunos machistas que decían que no hay tantas mujeres como para llenar el callejero. Una agrupación de mujeres se tomó el trabajo y presentó 990 nombres con breves biografías de mujeres que podrían ocupar la mitad del callejero porteño perfectamente, así que fue muy interesante eso de taparle la boca a tanto machista suelto, que es un argumento recurrente con el cual me enfrento mucho, esto de que la mujer no fue tan importante en la Revolución Francesa o en la Revolución de Mayo. Primero, porque no la dejaban, ahora la voluntad estaba ahí y tenés esta cantidad de mujeres que quisieron participar más activamente, pero es medio canallesco, encima que no se las dejó participar, plantear después que no tuvieron tanto protagonismo. Sin embargo, fijate todo lo que lograron siempre partiendo de menos 10, con toda la dificultad que implicaba e implica ser mujer. Imaginate lo que era ser mujer en el siglo XIX y tener ideas transformadoras y querer participar de la política y querer escribir. Cuánto tardó que la mujer pueda firmar los libros, publicar en la prensa, que no tenga que usar pseudónimos, que pueda participar activamente en la política, ocupar cargos públicos. Si vos pensás que recién en el año 1951 la mujer vota en Argentina luego de la ley del ’47, fijate lo que se tardó.
– ¿Quiénes fueron las primeras mujeres reconocidas en las calles por fuera del proyecto de Puerto Madero?
– Curiosamente, Santa Rosa de Lima y Marie Curie, después Alfonsina Storni, Juana Azurduy, Manuela Pedraza. Se tardó un montón en que llegara una camada importante de mujeres que fue, sobre todo, en 1995 en Puerto Madero. Ahí tenés una gran variedad de personajes, de diversas disciplinas, épocas, espacios, ideologías políticas: desde Azucena Villaflor, una de las fundadores de Madres de Plaza de Mayo, hasta Victoria Ocampo, Macacha Güemes, artistas como Aimé Painé, la cantante mapuche, Juana Manso, una gran educadora, Alicia Moreau de Justo. Es muy interesante ese recorrido por la historia argentina desde el punto de vista de las mujeres. Abarca desde aviadoras como Lorenzini hasta políticas, médicas, eso está buenísimo y tendría que extenderse mucho más. No solo por haber en las calles un 94% de varones frente al 6% de mujeres, sino que más del 50% de los barrios tiene nombres masculinos.
– Comentás que este libro es el primero de una colección. ¿El próximo proyecto será la continuación de este?
– No, ahora me tomo una pausa. Estoy con Güemes, me parece que es un personaje que merece ser rescatado. El libro se va a llamar “Los Güemes” porque también hablo de Macacha, su hermana, que fue un personaje muy importante. Realmente fue una epopeya la guerra en el norte, la guerra gaucha, que hizo posible que la Argentina no terminara en Córdoba, así que estoy ya terminando el libro que va a salir para la Feria del Libro, probablemente.