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La Ciudad 14 de noviembre de 2016

Guido, el genio de un hombre clave

Militar, diplomático y político, combatió en las Invasiones Inglesas. Adhirió a la Revolución de Mayo. Iluminó con su talento los difíciles momentos de la independencia. Fue amigo y consejero de San Martín.

por Carlos V González Rivero

La calle Guido nace en Río Negro y lleva ese nombre a partir de la ordenanza del 29/10/1932. Surca en principio el barrio de “Nueva Pompeya”, siendo una tranquila calle de chalets sencillos típicos de esa zona.

Al trasponer la Av. Luro entra en el barrio “San Juan” y la vía del ferrocarril comienza a correr paralela y muy cerca, al punto que casi todas las manzanas al noroeste de Guido están tajeadas por la vía y entre ésta y la calle en cuestión hay una delgada franja edificada.

Entre Av. Colón y Alvarado cruza el barrio “Plaza Peralta Ramos” y a partir de Alvarado y hasta su fin en Juan B. Justo el barrio “Funes y San Lorenzo”.

El paralelismo con la vía es sólo aparente ya que a medida que avanzamos hacia el sudoeste la vía se acerca a Guido al punto que a partir de Alvarado la distancia entra ambas es menor a 15 metros y ya no hay construcciones entre ambas. Entre San Lorenzo y Rodríguez Peña ambas, casi hermanadas, limitan por el sudeste al Complejo Universitario. Entre R. Peña y Quintana desaparece como calle, para reaparecer en la última mencionada limitando por el sudeste al predio donde se levanta la icónica Casa del Puente .

A partir de Matheu la vía comienza a separarse con rumbo oeste y Guido se desarrolla normalmente en su último tramo hasta Juan B. Justo

La dimensión de Guido

Tomás Guido fue una de las mayores figuras de toda la historia argentina como estratega de la liberación nacional y como político.

Nació el 1 de setiembre de 1788 en Buenos Aires. Fueron sus padres don Pedro Guido Sanz y doña Juana de Aoiz y Martínez. Cursó estudios de filosofía en el Colegio de San Carlos, pero debió abandonarlos por falta de recursos.

En 1807 era empleado del Tribunal Mayor de Cuentas y se distinguió en las invasiones inglesas.
Después de Mayo de 1810, la Junta de Gobierno lo nombró oficial de secretaría, y en 1811 acompañó a Mariano Moreno en su misión diplomática como secretario.

En 1816 realizó un detenido estudio sobre las posibilidades y conveniencias de efectuar una expedición militar a Chile, como medio estratégico para lograr la independencia. Actuó junto a San Martín en la Logia Lautaro y se contó en la minoría que siguió al Libertador, en contra de la corriente alvearista, luego directorial.

Consejero de San Martín

En Chile, a donde pasó en 1817, fue el gran consejero político de San Martín, aparte de representante del gobierno argentino ante aquel país.

Seguramente, con su inspiración y apoyo pudo el Libertador trazar una estrategia distinta de la del Directorio, entregado a negocios con borbones y lusitanos, mientras Brasil presionaba en el frente del Este.

Cooperó decididamente en la preparación de la expedición al Perú, saboteada por Rivadavia y Pueyrredon (que se había enredado con la monarquía europea), y asistió a los dos sitios del Callao. El Libertador lo designó consejero de Estado y ministro de Guerra y Marina. Y lo ascendió a general. Fue jefe militar y político de Lima hasta el fin del gobierno de San Martín.

Relaciones exteriores

Durante el gobierno de Manuel Dorrego, este jefe federal lo nombró ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, y luego en la difícil misión de plenipotenciario ante la Corte de Río de Janeiro junto con Juan Ramón Balcarce,
para celebrar la convención preliminar de paz. También durante el gobierno de Balcarce fue diplomático ante el gobierno imperial.

Por su parte, el gobernador Viamonte lo designó ministro de Relaciones Exteriores, cargo que desempeñó con brillo, especialmente al enfrentar un plan monárquico de la Corte de Madrid con relación a los pueblos sudamericanos. El plan estaba ligado al accionar del viejo grupo unitario rivadaviano, que, en recidiva, volvía a las andadas con respecto a la coronación de un príncipe europeo, ahora con apoyo de Carlos X de Francia.

Su visión de Malvinas

En ocasión de la ocupación de las Islas Malvinas por los británicos en Enero de 1833, Guido escribió una extensa carta al Gral. Enrique Martínez. No sólo se refirió en ella a los derechos de soberanía de la Argentina sobre las islas Malvinas; sino también a los motivos que impulsaron a Gran Bretaña a usurpar nuestro territorio: “Apoderarse de un punto de observación importante sobre el segundo canal para el comercio del mundo con los establecimientos de la India y con la Gran China” y “tomar las llaves de los mares del Sur para hacerse señora del comercio del Pacífico”.

Guido, ministro de Viamonte, vivió con preocupación las disidencias que se manifestaban en el seno del partido Federal. Su correspondencia con Juan Manuel de Rosas, de esos días, así lo revela. Don Juan Manuel, por su parte, procuró un acercamiento entre Guido y el general Juan Facundo Quiroga, recién llegado a Buenos Aires. Guido habló a Rosas en esos momentos con la mayor franqueza.

Con fecha 27 de diciembre de 1833 previene a Rosas: “Si se dejase a un lado el proyecto de Constitución será preciso una de dos cosas, o que un Pronunciamiento franco y sostenido de Vd. diese a la autoridad la fuerza que no tiene, o que se sugiriese otro medio para una variación tranquila y legal. Entonces, nadie sino Vd. debe ponerse al frente del Gobierno: en vano es excusarse, los medios de acción que Vd. posee ningún otro los tiene”.

Los últimos años

Durante el segundo gobierno de Rosas, cumplió Guido servicios relevantes, a partir de 1837, como diplomático en Chile, Ecuador, Bolivia y el Brasil. En Río de Janeiro, desde 1841, desempeñó una tarea difícil y ardua, siempre a la altura de los más puros intereses nacionales. Más que a su amigo Rosas, sirvió a la Confederación, como antes lo había hecho junto a San Martín.

La figura de Tomás Guido se agranda en cualquiera de los tiempos en que se la considere; aún después de Caseros, en que luchó por la unidad nacional cuando el partido portuario segregó el Estado de Buenos Aires. En la Confederación urquicista, surgida del acuerdo de San Nicolás, Guido cumplió labor destacada, en el Senado y en la diplomacia. Su muerte se produjo en Buenos Aires, el 14 den setiembre de 1866. No fue hombre de partido; fue mente y brazo armado de la patria, en todas las circunstancias.