Grupo internacional liderado por una marplatense estudiará el ciclo del azufre marino
La investigadora del INIDEP Daniela del Valle estará al frente del equipo de trabajo integrado por otro argentino y científicos de 13 países.
Las formas orgánicas del azufre marino cumplen un papel clave en las redes planctónicas marinas y son una pieza importante de los modelos utilizados para predecir el clima de la Tierra.
La Doctora Daniela del Valle, perteneciente al Programa Dinámica del Plancton Marino y Cambio Climático del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), estará al frente de un nuevo grupo de trabajo internacional financiado por el Scientific Committee on Oceanic Research (SCOR) que estudiará el ciclo del azufre marino.
La investigadora del Inidep encabezará junto a otros colegas el grupo “Desarrollo de recursos para el estudio de procesos involucrados en el ciclo de compuestos de azufre metilado en el océano”, que estudiará durante los próximos cuatro años el ciclo del azufre marino, un elemento clave tanto para la vida marina como terrestre.
El objetivo principal de este equipo, integrado por dos investigadores argentinos y científicos de otros trece países, es ahondar en las transformaciones biológicas y fisicoquímicas de una familia de sustancias que contienen azufre y cumplen un papel clave en las redes planctónicas marinas, además de tener un impacto relevante en el clima.
“Este proyecto nos permitirá abarcar esta problemática desde una perspectiva interdisciplinaria, con lo que podremos obtener una visión global del ciclo del azufre”, explicó la científica del Inidep.
A su vez, del Valle explicó: “Nuestro objetivo es que los productos del grupo de trabajo hagan posible una mejor evaluación del rol de estos compuestos en el sistema oceánico y atmosférico, tanto presente como futuro”.
Un elemento clave
Las formas orgánicas del azufre marino desempeñan un papel clave en las redes planctónicas marinas, donde canalizan grandes flujos de materia y energía entre las algas microscópicas, las bacterias y sus depredadores. Además, son una pieza importante de los modelos que se utilizan para para predecir el clima de la Tierra.
Estas formas actúan a menudo como señales químicas entre microorganismos, y les permiten, entre otras cosas, capturar a sus presas o establecer relaciones de simbiosis o parasitismo.
El compuesto que se produce en mayor cantidad, y que destaca por la variedad de funciones que se le atribuyen, es el dimetilsulfoniopropionato (DMSP).
Su descomposición inicia una cascada de transformaciones que generan varios subproductos. Entre ellos se encuentran dos gases que dan al aire marino su olor característico: el dimetilsulfuro (DMS) y el metanotiol (MeSH). A altas concentraciones, muchas personas identificarían estos gases con el olor a marisco y a col podrida, respectivamente.
Pese a su importancia, en la actualidad, no existen protocolos estandarizados para la determinación de las transformaciones biológicas y fisicoquímicas de estas substancias, y tampoco una base de datos de libre acceso en la que consten los datos adquiridos hasta ahora.