Lejos vemos en el tiempo aquel 30 de octubre de 1983. Hoy no solo los radicales, sino casi todos quienes orillamos los 50 años, seguramente no podamos olvidar aquellos discursos imperdibles de la campaña a la presidencia del Dr. Alfonsín cuando sostenía que con la democracia se comía, se curaba y se educaba. ¿Qué nos pasó en estos 33 años?
Seguramente no es novedosa para el lector la afirmación de que mucha gente no se siente representada por los dirigentes políticos. La dirigencia política cayó en un descrédito, en muchos casos provocada por impericia o corrupción de quienes ocupamos cargos en los departamentos ejecutivos de cualquier jurisdicción, en los poderes judiciales o bien en cargos de representación parlamentaria.
Los partidos políticos y quienes integramos sus filas, debiéramos estar profundamente preocupados por ello, porque esa falta de confianza hiere, lastima a la democracia.
Como sostiene el politólogo florentino Giovanni Sartori, los partidos políticos son organizaciones formadas por grupos de personas que compiten en elecciones con la intención de ganar cargos representativos a efectos de organizar la sociedad y el estado, de acuerdo con la ideología e intereses sociales que representa.
Pero los partidos políticos, ¿a quiénes representan? ¿qué ideología e intereses representan? ¿qué partido político representa los intereses de cada sector? En Mar del Plata, ¿qué partido político representa a cada sector? ¿en cuántos sectores está dividida nuestra comunidad?¿qué formación tenemos los ciudadanos para poder comprender esto? ¿cuánto hacemos desde las estructuras partidarias para esclarecer esta situación?
Pareciera que algunos partidos políticos y desde hace un tiempo ya, han dejado de lado la idea de representar a distintos sectores, armando y rearmando su discurso de acuerdo a conveniencias de ocasión. En plenas campañas electorales observamos que no comunican qué cuestiones proponen a los ciudadanos, en caso de llegar al poder.
De hecho, han pasado varias rondas electorales en las que algunos partidos políticos no presentan, siquiera, plataforma electoral. Simplemente hay slogans de campaña armados por alguna agencia de publicidad que desinfla de contenido e ideología, la contienda electoral.
La democracia, desde mi punto de vista, es impensable sin partidos políticos, aunque se ponga en discusión su importancia y la de sus dirigentes.
Pensemos a nivel de pago chico, pensemos a nivel local. Qué saludable sería en Mar del Plata generar debate acerca de la ciudad que queremos los distintos partidos políticos, las estrategias para alcanzar esa situación deseada y eso ponerlo a consideración del electorado.
Pero no, simplemente reaccionamos como oposición a decisiones del ejecutivo de turno o sostenemos posturas a veces caprichosas, en caso de ser ejecutivo. Ideas que, en muchos casos, no propusimos en campaña electoral y no las comunicamos a la ciudadanía.
A algunos partidos políticos en nuestra ciudad hay que nutrirlos de ideas propositivas, hay que generarles espacios en los que se pueda pensar y repensar la ciudad que queremos. Y eso hay que comunicarlo. Celebremos y recuperemos la diferencia entre espacios políticos. Recuperemos banderas históricas y repensémoslas si es necesario, porque un partido político sin banderas que defender, es una caja vacía. Es simplemente la voz de dirigentes aislados con ideas propias, que a veces no representa ni la voluntad de sus afiliados.
De tanto en tanto aparecen algunos personajes que ostentan no pertenecer a ninguna estructura partidaria, pretendiendo que ello le de credibilidad y asepsia. Pero quienes se erigen individualmente, generalmente sin formación política, sin militancia, sin conocer los problemas de la comunidad no hacen más que ser oportunistas perseguidores de un salario oficial.
Volvamos a creer que podemos nutrir y mejorar los partidos políticos, aunque parezca utópico. Tenemos, quienes militamos en estructuras partidarias, la obligación de ir hacia la utopía. Decía el fantástico escritor uruguayo Eduardo Galeano: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso…para caminar”.
Y sin dudas es la educación quien nos ayudará a caminar, es la educación que nos ayudará a ir en busca de la utopía. Es la educación la que nos permitirá comprender los problemas de nuestra ciudad y nos ayudará a encontrar su solución. La formación de los afiliados a los partidos políticos les permitirá comprender mejor los problemas comunes para que sean las propias estructuras quienes den mandato y opinión a sus dirigentes.
La educación no puede resolver todos los problemas de nuestra ciudad, pero los problemas de nuestra ciudad no se resolverán sin educación. Y como ejemplo puedo nombrar dos de ellos: el tránsito y la higiene urbana.
Pensemos por un instante si no será con educación cómo se resolverán de fondo (pues coyunturalmente podrá ser con otros mecanismos) estas dos cuestiones que nos golpean desde hace tiempo en Mar del Plata y no nos permiten vivir mejor.
Los partidos políticos y quienes los integramos, debemos apostar a la formación de jóvenes capaces de encarar procesos de cambio que permitan a las futuras generaciones vivir mejor. Y somos, quienes militamos en ellos, los que debemos instar a la educación, comprendiendo que los problemas de la democracia, se resuelven con más democracia y con más educación. (Algunos partidos lo hacen, otros estamos en deuda.)
Más democracia para permitir y permitirnos tener partidos que generen alternancia en el poder, que se controlen unos a otros, que puedan pasar de ser oficialismo a oposición y de oposición a oficialismo. Que les toque conducir y controlar políticas públicas, alternadamente.
Y más educación para poder generar espacios serios de formación de dirigentes que puedan ganarse la confianza de nuestros convecinos.
Porque como decía Alfonsín con la democracia se educa, pero también con más educación, se mejora la democracia. Ojalá las convicciones de aquél Raúl Alfonsín iluminen nuestro camino. Si no lo hacemos pronto, estaremos en un problema democrático serio.