La inflación cambió hábitos de consumo de alimentos en los marplatenses
En julio el índice fue del 7,4%, el más alto en 20 años. Desde el Isepci señalaron que el aumento de precios "impacta de lleno" en la capacidad de consumo. Advierten que se compra menos mercadería y un "pase a segundas y terceras marcas". El mayor recorte se da en las carnes, el pescado y también en frutas y verduras.
El índice de precios al consumidor de julio, presentado por el INDEC, alcanzó el 7,4% y constituyó el aumento de inflación intermensual más alto de los últimos 20 años. Asimismo, se dieron a conocer los valores de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y la Canasta Básica Total (CBT): una familia tipo compuesta por dos adultos y dos menores necesita $49.466 para no caer en la indigencia y $111.298 para no ser pobre.
Los elevados números de este proceso inflacionario sin duda repercuten en los hábitos de los consumidores, que deben adaptarse a esta realidad económica. Al ver enfrentados sus ingresos con constantes subas de precios, los marplatenses se ven restringidos en su capacidad de elegir los productos que consumen.
Rodrigo Blanco, director del Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (ISEPCI), señaló en declaraciones a Portal Universidad que la situación “impacta de lleno en la capacidad de consumo de millones de familias en el país y cientos de miles de Mar del Plata y Batán, que ven cómo se sostiene este fenómeno de los aumentos”.
En primer lugar, marcó que la Canasta Básica Total “aumenta sus precios por encima de lo que perciben” los marplatenses por sus ingresos familiares, sea a través de jubilación, pensión o salario en la economía formal o informal.
“Producto de esta situación empieza a notarse una merma en el consumo, ya que los ingresos no son suficientes para sostener la misma capacidad de compra que meses anteriores”, advirtió Blanco y aseguró que en Mar del Plata, con el ISEPCI “relevamos un 9 por ciento de aumento para la CBT a, que el INDEC detecta como un piso, un mínimo para una familia tipo”.
Para subsistir ante este escenario económico, los marplatenses se ven obligados a diseñar estrategias que inevitablemente modifican sus hábitos de consumo. Blanco explicó: “A partir de charlas con comerciantes, quienes están en el mostrador y tienen una radiografía más clara, surgen varias cuestiones. Algunos empiezan a buscar en sus proveedores subproductos de menor valor, porque saben que no van a vender productos que no sean los de menor valor en su tipo. Hay un pase a segundas y terceras marcas para intentar tener en la góndola algo que el consumidor pueda comprar, cercano a sus posibilidades de compra”.
A su vez, los consumidores “están comprando menos mercadería” porque “hay incertidumbre importante por los vaivenes de los precios y además porque están notando una merma en el consumo”, dijo y agregó que “no tienen capacidad para comprar y estoquearse si van a tener una venta menor al mes anterior”.
Por otro lado, respecto a los cambios en los hábitos de los consumidores, Blanco dijo: “Aparecen modalidades distintas a las que teníamos hace un año en cuanto a cómo se fracciona la compra de comida, lo que es medible en cantidades, que no viene empaquetado. Por ejemplo, en el caso de frutas, verduras y carnes empieza una compra que se pide por una cantidad de dinero y no por peso. Esto tiene que ver con que la gente tiene ese monto para gastar y nada más. Ya no compra el kilo de carne picada, sino los 500 pesos que tiene para gastar en ese producto”.
El recorte en la compra
En cuanto a los rubros en los que más impactan estos cambios, el coordinador del ISEPCI explicó: “En general las familias tienden a estirar más el poco dinero del que disponen y por eso se vuelcan mayormente a los productos altos en carbohidratos, en harinas que puedan llegar a generar mayor saciedad a un menor costo”.
Así, “lamentablemente se empieza el recorte por los productos que nutricionalmente son los más adecuados, dijo Blanco y aseguró que “el recorte mayor es en las carnes, el pescado y también en frutas y verduras; el último mes hubo un salto importantísimo en frutas y verduras, se recorta lo que está más caro y no resuelve la dieta de la familia”.
Por otro lado, existen rubros que las familias no pueden negociar porque representan consumos fundamentales. Sobre ese aspecto Blanco mencionó: “Harina, azúcar y aceite, difícilmente bajen su consumo, el arroz y los fideos están en el mismo orden, un poco por debajo de estos viene la leche. Así y todo, sí hemos visto en los últimos años cómo se redujo el consumo de leche pero en general, estos productos son los que menos se negocian. Lo que si se negocia es el paso a segundas y terceras marcas”.
“Lo otro que sube de forma desmesurada es el valor de las garrafas. En este contexto de invierno y con la necesidad de cocinar, de un mes a otro subió un 10%. Hoy el valor está un 50% por encima del precio máximo de referencia que estipula el Gobierno Nacional”, agregó.
Pobreza y éxito turístico
La situación que atraviesan los barrios se puede contrastar con la recuperación económica y el éxito del sector turístico que se releva cada fin de semana largo. Podría suponerse una incongruencia entre estas dos realidades, sin embargo Blanco explicó que ambos datos son parte de una misma realidad y no son contradictorios.
Respecto a esta cuestión, explicó: “No son datos contradictorios de la realidad, son datos complementarios. Es una foto bien gráfica del estado actual de Argentina y cuáles son las diferencias que transitan los distintos sectores sociales. Un fin de semana turístico de alto consumo puede ser un movimiento de 4 o 5 millones de personas, el problema es que el país contiene a 44 millones y tenemos casi la mitad de esas personas viviendo bajo la línea de pobreza”.
“Justamente esos pobres son las personas que no están en los restaurantes y en los hoteles del país. El boom turístico de todas formas hay que ponerlo en términos relativos porque se comparan con años anteriores donde tuvimos una pandemia. Si lo comparamos con 2012, no hay una mejora, más bien una recuperación. Lo que sí se evidencia es que hay un sector de la sociedad que puede consumir por encima de las personas que hoy están intentando con mucho esfuerzo llegar a fin de mes”, destacó.
Escenario crítico
En cuanto al panorama y la perspectiva económica que se tiene a futuro, Blanco describió la situación como “crítica” y amplió: “Es fuerte la preocupación que tenemos desde el ISEPCI. Percibimos mucha ineficiencia por parte del Gobierno en este escenario y es grave este avance inflacionario, que no va de la mano de los ingresos de los sectores populares del país”.
A su vez, analizó: “Estamos en un gran momento de pauperización, de deterioro de la capacidad de compra del salario. Si uno hace el trazado interanual, están perdiendo mucho la carrera los salarios y sobre todo los ingresos de la economía informal. Mar del Plata no escapa a eso, tenemos indicadores peores que los nacionales en términos de trabajo en negro. Ahí los ingresos suben muy por debajo de los de la economía informal de trabajo y se expandió mucho la brecha. Es preocupante porque cuando observamos que comienza a bajar el consumo de alimentos, estamos ante un escenario crítico”.
En cuanto a las medidas necesarias para contener esta situación, Blanco fue contundente: “Se requieren medidas de gran impacto. Entendemos que el momento amerita un congelamiento de precios de la canasta alimentaria. Deberían funcionar estos controles y se deberían implementar con compromiso y voluntad política”.