El obispo pidió en San Cayetano “privilegiar siempre a los más desprotegidos”
En la celebración de San Cayetano pidió que "en estos momentos difíciles, Dios asista a los dirigentes del ámbito municipal, provincial y nacional". Miles de fieles pidieron por Paz, Pan y Trabajo.
El obispo de la Diócesis de Mar del Plata, Gabriel Mestre hizo un llamado a los gobiernos municipal, provincial y nacional a “privilegiar siempre a los más desprotegidos”. Lo dijo en el inicio de la misa que coronó la celebración de San Cayetano ante una multitud de fieles que se acercaron al santuario.
Luego de la tradicional procesión por las calles que rodean el templo y en el marco del habitual colorido que rodea la celebración popular de la Iglesia Católica, el obispo encabezó la misa al aire libre con la que concluyó formalmente el Día de San Cayetano.
La presencia del intendente Guillermo Montenegro, de concejales y dirigentes sindicales, sociales y políticos, fue el puntapié para que el obispo de una reflexión sobre la actualidad. De esta manera, tras agradecerles la presencia en la misa, elevó un pedido “con mucha humildad y mucho compromiso a Dios para que asista tanto a los dirigentes del ámbito municipal, provincial y nacional, para que en estos momentos difíciles, podamos transitar en serio por el bien común, privilegiando siempre a los más desprotegidos”.
Luego, en la homilía el obispo compartió una frase de Jesús en el evangelio para continuar con la celebración: “Allí donde tengan su tesoro, tendrán su corazón”.
Tras resaltar la importancia de la metáfora, propuso tres puntos para la reflexión. En el primero pidió preguntar ¿qué hay hoy en nuestro corazón, en el sentido espiritual?. En ese sentido consideró que es “un tesoro que este Santo fortalezca nuestra fe”. “¡Cuántas cosas lindas hay en nuestro corazón!”, completó.
En el segundo eje planteó el desafío de “fortalecer lo bueno que hay en nuestro corazón”.
“Fortalecer la amistad, la presencia de Dios, de la Virgen y San Cayetano para impregnar nuestra vida cotidiana de la presencia de Dios”, argumentó.
Por último, convocó a pedirle a Dios “que nos quite del corazón aquello que nos apena como el dolor por la perdida de afectos, dolor de rencores y resentimientos”.
“Pidamos a Dios que nos libere de esos dolores y resentimiento que hacen oscuro nuestro corazón. Con la Gracia de Dios pidamos la liberación y sanemos nuestro corazón para que San Cayetano nos llene de buenos sentimientos en la fe de Jesucristo, nuestro gran tesoro”, finalizó el obispo.
El reencuentro
A lo largo de la misa, tanto el obispo como el párroco de San Cayetano, Juan Pablo Cayrol, destacaron la importancia del reencuentro tras dos años en los que pandemia impidió la tradicional celebración.
“Que alegría reencontrarnos con los rostros de tantos vecinos de los barrio”, sintetizó el obispo.
En el mismo sentido, el párroco de Cayrol hizo hincapié en el regreso luego de dos años de restricciones. Además, expresó un sentido agradecimiento a “todos los que colaboraron” para sostener el templo en la pandemia.
Asimismo, destacó el rol del voluntariado de la parroquia y de todos los que hicieron un esfuerzo para que la organización de la celebración saliera de la mejor manera.
Procesión
En la previa de la última misa, Cayrol inicio la procesión con el santo en andas, acompañado por los peregrinos que alzaban sus espigas y entonaban cantos pidiendo por el pan y el trabajo.
Más temprano, la Confederación General del Trabajo (CGT), la CTA Autónoma, la CTA de los Trabajadores y la Unión de los Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) se concentraron en Colón y Juncal y marcharon hasta el santuario de San Cayetano con la consigna de las tres T del Papa Francisco: tierra, techo y trabajo.
Fieles
La devoción de los fieles por San Cayetano y la emoción por participar de una de las celebraciones más populares de la Iglesia Católica se pudo ver desde temprano en los alrededores del templo ubicado en Moreno 6776.
Con las tradicionales espigas, con una estampita, una vela o una oración, miles de fieles se acercaron para agradecer y pedirle por Paz, Pan y Trabajo.
A lo largo de la jornada, se mantuvo la larga fila para acceder al templo y llegar hasta el Santo, mientras que cada dos horas se celebraron las misas y fuera del templo sacerdotes realizaban bendiciones.
“El trabajo es sagrado y da dignidad, debemos rezar para que no falte el trabajo a ninguna familia”, una de las consignas del Papa Francisco, alumbró la tradicional celebración religiosa.
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