Abusos, “juegos sexuales” y pornografía infantil: condenan a un hombre a 10 años de prisión
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 condenó a Edgardo Giammaglichella por haber violado a una nena entre 2008 y 2012, cuando tenía entre 7 y 12 años. La víctima comenzó a contar los abusos al escribir en papeles: "Edgardo me violó" y entregarlos a personas de confianza.
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 3 condenó a un hombre a 10 años de prisión por haber abusado sexualmente en reiteradas oportunidades de una nena cuando tenía entre 7 y 12 años de edad y ordenaron su inmediata detención, ya que había llegado al debate en libertad.
De manera unánime, los jueces Federico Wacker Schroder, Fabián Luis Riquert y Juan Manuel Sueyro encontraron culpable a Edgardo Giammaglichella por el delito de “abuso sexual con acceso carnal mediando situación de convivencia preexistente con una niña”, ocurrido en Mar del Plata entre los años 2008 y 2012.
Giammaglichella había llegado en libertad al juicio, pero los jueces aceptaron el pedido de detención presentado por el fiscal Alejandro Pellegrinelli en su alegato y, al condenarlo, ordenaron su inmediata detención para que quede alojado en la Unidad Penal 15 de Batán.
Entre los argumentos para justificar la detención del condenado, los jueces explicaron que por el monto de la pena, existe un peligro de fuga. Además, consideraron que la mejor forma de proteger a la víctima era con el hombre detenido, ya que en el debate quedó en evidencia que posee las condiciones técnicas para utilizar identidades falsas en redes sociales para poder contactarla.
Violaciones y “juegos sexuales”
Giammaglichella había sufrido un accidente que le impedía trabajar y no tenía casi ahorros, por lo que en 2008 su pareja lo invitó a vivir a su humilde casa en el barrio Termas Huínco, donde la mujer vivía junto a sus dos hijos y su hija.
Esa convivencia fue el inicio de los tormentos para J.M.G., quien tenía 7 años cuando Giammaglichella comenzó a abusar sexualmente. Si bien la víctima no pudo especificar temporalmente cuándo ocurrió cada caso, sí explicó que la gravedad de los abusos iba en aumento con el tiempo: primero tocamientos, luego sexo oral y finalmente penetración.
Durante el debate, la víctima explicó que el condenado pasaba gran parte del día frente a la computadora y que, en una oportunidad, pudo ver en la pantalla su nombre y el de otras cinco chicas. “Se trata de un juego”, le habría dicho Giammaglichella. No era otra cosa que un depravado “juego sexual”, en el que junto a otros hombres calificaban a las chicas dependiendo las prácticas sexuales que les realizaban.
Además de estos “juegos sexuales” en la computadora del condenado, la víctima dijo en el juicio que el hombre le mostraba en la computadora archivos de pornografía infantil. Si bien esto no pudo ser comprobado en el juicio, los peritos consideraron que el relato de la joven era auténtico.
Miedo, vergüenza e intentos de suicidio
Si bien la relación entre Giammaglichella y la madre de J.M.G. había terminado, ella no se animaba a denunciarlo. Primero por miedo, por haber sido amenazada, y luego, según explicaría, por vergüenza.
El condenado, como suele ser en casos de abuso sexual infantil, había amenazado a la víctima para que guardara silencio, porque caso contrario, le dijo que mataría a su madre.
Luego de un tiempo, la víctima comenzó a revelar a sus familiares lo que había sufrido. En todos los casos escribía en un papel “Edgardo me violó” y luego, sin dar detalles, le pedía al confidente que rompiera el papel. La joven dijo que se sentía avergonzada e incluso intentó suicidarse en más de una ocasión.
En 2019, J.M.G. recibió mensajes de Facebook de un perfil que consideró que eran del condenado. Eso le hizo recordar todo el padecimiento y esta vez no dudó e hizo la denuncia, al considerar que estaba preparada para enfrentarlo y afrontar el proceso judicial.
“Como sucede casi siempre en los delitos de naturaleza sexual, se presentan dos versiones enfrentadas y al juzgador le toca identificar cuál es verdadera. Se trata de hechos que por lo general ocurren en la soledad de una
habitación o cualquier otro sitio donde nadie pueda intervenir en auxilio de la víctima”, dijo el juez Sueyro en la sentencia y agregó: “La actitud de la víctima en la audiencia de debate es convincente“.
Conclusiones de los jueces
Schroder, Riquert y Sueyro concluyeron que los testimonios de la víctima y de otros testigos fueron sinceros y configuran indicadores de abuso sexual infantil. “La joven padeció los ataques en los primeros años de su
vida, sin importar que la denuncia y la declaración en esta causa la haya hecho cuando tenía más de dieciocho años. Entre tales indicadores de abuso sexual infantil, encontramos el miedo, el silencio y los intentos de suicidio”, expresaron.