Conocé a Feli Colina: de cantar en el subte a los estudios Abbey Road
"Aprendí que las canciones se hacen en algún lugar del inconsciente", dijo la cantante, compositora y autora del disco "El valle encantado".
Feli Colina.
Por Javier Berro (Télam)
La cantautora salteña Feli Colina aseguró a Télam que las canciones de “El Valle Encantado” -álbum que presentó con una gira nacional que el último fin de semana concluyó en Niceto- se “hicieron en algún lugar del inconsciente” mientras sentía que “no iba a poder escribir una canción nunca más” después de “Feroza”, el disco con el que conectó con Conociendo Rusia.
Las presentaciones de “La Dirección” sirvieron como su despedida dentro del grupo que funciona como un alter ego para las canciones de Mateo Sujatovich, donde hizo coros desde el primer show de Conociendo Rusia en La Tangente hasta los consagratorios cuatro Gran Rex: “Me lloré todas las funciones, por supuesto”.
Conocé el disco de Feli Colina acá:
“Mateo me dejaba mensajitos en el piso que yo lo leía cuando tocaba. Son mis queridos amigos, mi familia. Pero siento que las cosas cumplen su ciclo y yo sentía que era el momento. La vida, de vez en cuando, te pide una apuestita y un salto al vacío. Y ese era el momento de hacer mi apuesta”, recordó.
Con la misma determinación que cuando, ya asentada en Buenos Aires, un día dejó su carrera universitaria y un trabajo formal en un estudio de abogados para tomarse más que en serio su destino como artista. “Después de unos meses de ir a tocar al subte, decidí dejar la carrera y dejar de fingir que no iba a hacer esto. Ese fue el primer salto definitivo. Ya había ido uno o dos meses a la Línea B cuando le conté a mi familia, porque hasta ese tiempo lo hacía a escondidas para no asustarlos”.
“En el subte ganaba el doble que en el estudio, pero quería tener todos los datos antes de contarles. Me acuerdo que mi papá me preguntó qué iba a hacer ahora que había dejado la carrera. ‘Rockstar’, le dije. Y se cagó de risa”, sostuvo Colina, quien durante esa experiencia pudo probar la eficacia de su “arma más poderosa, la simpatía” para conquistar la atención de miradas errantes de quienes, sin saberlo y gracias a sus propinas, contribuyeron a materializar su primer disco “Amores Gatos”, en 2016.
Y agregó: “Fui pasando por distintos procesos; en un momento era cantar más fuerte y gritar más, pero terminé dándome cuenta de que había que mirarlos un poquito y contarles algo para poder reírnos en la parte graciosa de la canción, o poner cara de nostalgia en la parte nostálgica. Aprendí a sentirlo y poder compartirlo. La atención de dos personas se contagia, y de repente son tres o cuatro, y al final de la canción está todo el vagón conectado”.
En el 2018 se presentó en el concurso televisivo “Camino a Abbey Road” y se llevó el premio mayor, grabar en los míticos estudios de Londres, donde corroboró en carne propia que “ahí habita algo, algún fantasma” y una fuerza misteriosa que contribuyó a la creación de su propia voz musical.
“Le pido en un grito al cielo que me regale una prosa. Una poesía dudosa, un canto de flor celeste. Que me lleve de este a oeste por los pies de alguna fosa. Que me revele cosas que balbuceo entre dientes”, declama Colina en primera estrofa de “El Valle Encantado” (2022).
-En la muestra de fotos que hiciste para presentar el disco había colgada una frase relacionada con el Tao. ¿Cuál es tu relación con esa filosofía? ¿Y de qué manera terminó por influenciarte en “El Valle Encantado”?
-Exacto, del “Tao Te King” de Lao Tse. El mío es un valle de fantasía, eso desde el vamos. La pandemia tuvo mucho que ver con mis lecturas del Tao, con extrañar Salta y sus paisajes, con el tener muchas ganas de estar en contacto con la naturaleza. Viene de ahí toda esa cosa verde y fértil. Y para mí, el Tao es la traducción más cercana de lo que para mí es el Dios o la Diosa. Un par de días antes de subirlo a las plataformas estaba leyendo un librito chiquito del Tao Te King y encontré eso. “El espíritu del valle nunca muere / Es la hembra misteriosa / La puerta de lo misterioso femenino es / La raíz del universo / Ininterrumpidamente, prosigue su obra sin fatiga”. Y dije ‘claro, es esto’. Y todo lo que seguía leyendo también tenía que ver con lo mismo.
-¿Y cómo se fue completando el universo de este disco?
-Fueron dos años de pensarlo muy a conciencia, aunque sin saber que lo estaba pensando. Cuando me enfoqué en “El Valle Encantado” pensaba que no iba a escribir una canción más en mi vida.
-¿Por qué?
-Porque me agarró el miedo de que al haber compuesto ya un grupo de canciones, no iba a haber mucho más. Intentaba y no me salía nada. Este disco me enseñó que las cosas se están haciendo en un lugar de mi inconsciente y que en algún momento están listas para entrar en mi consciencia y a mi grupo de trabajo para materializarse y salir. También que todo sucede con naturalidad, que no tengo que forzar nada.
-¿Cómo es que terminó apareciendo con tanta fuerza el folclore?
-El folclore es un lenguaje que llevo desde que nací. Surjo de ahí, y aunque no me haya adentrado, no me queda opción. Estoy teñida por eso. Soy una irrespetuosa con las cosas, la verdad. No quería respetar ninguna forma del folclore ni me interesaba hacer una relectura que sirviera para traer el folclore tradicional a la actualidad. No pretendía resucitar el género; me estaba saliendo naturalmente. “Aguatera” pensé en dejarla para otro artista porque no me sentía yo en el carnavalito. Y de repente aparecieron “Chakatrunka” y “La Gracia”. De repente eran todos temas folclóricos; algo me estaba queriendo decir, evidentemente.
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