Grandes libros, pequeños lectores: “Cuando estamos juntas”
Reseña del libro álbum "Cuando estamos juntas" de María Wernicke.
Tapa del libro álbum "Cuando estamos juntas".
Cuando estamos juntas
María Wernicke
Buenos Aires
Calibroscopio
2016
Por Mila Cañón (*)
Este libro álbum llegó a todas las escuelas secundarias del país en el año 2021. La decisión por parte del Estado nacional, que retoma los envíos a las escuelas del país en cumplimento de la ley 26.206 (Art. 91), posibilita el acceso a libros que son considerados difíciles, artísticos y costosos. Y también habilita apropiaciones de libros, que se ubican comúnmente en el estante infantil, por parte de otros públicos.
Una trilogía maravillosa compuesta por Papá y yo a veces (2009), Hay días (2012) se completa con Cuando estamos juntas, un libro álbum que narra una historia con unos pocos personajes a través de las palabras y las ilustraciones, en el marco de la poética despojada de Wernicke, de líneas estiradas y una paleta reducida de significativos colores.
Una historia en donde el número dos es central. Madre e hija comparten la vida hasta que la consabida doble página abre el relato y plantea una inflexión: “la doble página (que) permite cierta fragmentación del relato, orienta el tiempo de lectura y el ritmo de la lectura”, en palabras de Díaz (2007). Y el lector que necesariamente trabaja al ritmo del álbum, un objeto exigente que impone restricciones y procedimientos de expansión página a página, repone los silencios, lee las imágenes y se encuentra con otra dupla: abuela y nieta en la espera, mientras se termina el vestido rojo.
El hogar, la fábrica, las calles, la escuela son los espacios construidos en este cuento, en los que el color de los fondos permite airear la lectura, ¿fondo gris o fondo blanco?: libertad o represión. El pasaje entre los espacios marca el tempo del texto y la claridad en los colores guía hacia el final en el que todos crecen. El ir y venir de notas, información, de cuerpos tristes y esperanzados otorga una dinámica a este libro de Wernicke, cuyo nudo político hace nudo en la garganta. Los grises operan en pos de las acciones mecánicas –fabriles o domésticas– y también constituyen la línea que marca la espera de los personajes, mientras que los fondos blancos auguran encuentros, el amor de otra dupla que emerge mientras se crece, tiempos nuevos.
La marca productiva en el discurso es la elipsis que no oblitera lo que se dice sino que remite al lector a las imágenes. El trabajo de la lectura es también el de la costura que se representa en el álbum… Los pliegues del relato esconden, silencian y muestran en el devenir del texto el desafío de leer este álbum a cualquier edad.
(*) Integrante de la ONG Jitanjáfora.