Etchecolatz, el genocida expulsado de Mar del Plata que murió en una cárcel común
En el verano de 2017/18, el represor tuvo arresto domiciliario en su casa del bosque Peralta Ramos. El repudio fue masivo y los escraches a diario hasta que le revocaron el beneficio. Falleció a los 93, mientras esperaba que se cumpliera un fallo favorable de la Cámara de Casación para volver a su casa.
Persona no grata en la provincia de Buenos Aires, repudiado por sus propios familiares y prácticamente expulsado de Mar del Plata tras incontables escraches cuando pasó “un verano” en su casa del Bosque Peralta Ramos mientras cumplía arresto domiciliario, el sábado a la madrugada murió a los 93 años el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, mientras cumplía con sus condenas a prisión perpetua en una cárcel común.
Etchecolatz era uno de los rostros más siniestros de la última dictadura cívico militar, como exdirector de la Policía Bonaerense y mano derecha del general de brigada Ramón Camps, mantuvo bajó su órbita una veintena de centros clandestinos de detención y fue el responsable de muertes, torturas, desapariciones y apropiaciones de bebés. Nunca se arrepintió, jamás dijo dónde están los desaparecidos, como es el caso de Julio López.
Prácticamente desde el inicio de la pandemia se encontraba detenido en la Unidad 34 de Campo de Mayo. En las últimas semanas su salud se había deteriorado considerablemente, estuvo internado en terapia intensiva de la clínica Estrada de Merlo y luego trasladado al Sanatorio Sarmiento, donde finalmente falleció.
A principios de junio, Etchecolatz había recibido un fallo favorable en la Cámara de Casación, que le concedía la prisión domiciliaria nuevamente para que la cumpliera, como sucedió en 2018, en su casa del bosque Peralta Ramos.
El genocida pudo haber muerto fuera de la cárcel, en su casa, pero el destino quiso que ese beneficio firmado por los jueces Carlos Mahiques, Guillermo Yacobucci y Ángela Ledesmas New Roman no llegara a concretarse y que uno de los rostros más siniestros de la última dictadura cívico militar falleciera mientras cumplía con su detención en una cárcel común.
Un verano en Mar del Plata de repudio y escrache
El 27 de diciembre de 2017 el Tribunal Oral Federal 6 le otorgó a Etchecolatz la prisión domiciliaria, para que la pudiera cumplir en su casa del bosque Peralta Ramos y, dos días después ya era trasladado desde la cárcel de Ezeiza por personal del Servicio Penitenciario Federal.
El genocida pudo pasar gran parte del verano de 2018 en una casa ubicada en Nuevo Boulevard del Bosque, entre Guaraníes y Tobas, lugar que se convirtió en el epicentro de escraches y repudios prácticamente a diario.
La llegada de Etchecolatz a Mar del Plata no solo generó el repudio de fuerzas políticas y agrupaciones de derechos humanos, sino que también se organizaron los habitantes de la zona y formaron el grupo “Vecinos sin genocidas”.
Los repudios y escraches sucedieron cada semana que el genocida estuvo con prisión domiciliaria. “La única casa para un genocida es la cárcel”, decía una bandera que encabezó una marcha en enero de ese 2018.
“Olé olé, olé ola, como a los nazis les va a pasar, a dónde vayan los iremos a buscar”, era una de las canciones que más se entonaron en cada uno de los reclamos, sea frente a la casa de Etchecolatz o en marchas al Tribunal Oral Federal en el centro de la ciudad.
“Han transcurrido 35 años desde la recuperación de la democracia en Argentina, donde resistimos procesos de demonización de las luchas populares, sufrimos la obediencia debida, el punto final, el indulto y asistimos a la perpetuidad y continuidad de gran parte de la estructura del poder judicial que fue herramienta legitimadora del horror durante la dictadura cívico-militar”, se expresó en uno de los documentos más emotivos leídos en los escraches al genocida, que finalizó: “No se logró transformar el sistema de justicia -continuaron-, la democratización profunda y necesaria del poder judicial no solo no fue posible, sino que hoy continua manteniendo la misma impronta que 41 años atrás”.
Finalmente, el viernes 16 de marzo de 2018 la Cámara Federal de Casación revocó la prisión domiciliaria de Etchecolatz y esa misma tarde se realizó una vigilia frente a la casa del genocida, en la que vecinos del Bosque Peralta Ramos e integrantes de organismos de derechos humanos esperaron para ver cómo trasladaban al represor de nuevo a una cárcel.
En la madrugada del 17 de marzo de 2018 los aplausos celebraron una victoria popular: el condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad era retirado de la vivienda y trasladado nuevamente a una cárcel común, para que cumpliera con su condena hasta su muerte.
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