Trama y subtrama de un asesinato en un “point” de drogas de Mar del Plata
Víctor Vercelli (34) recibió un disparo al quedar en medio de un tiroteo en un "point" de drogas del barrio Parque Palermo. Allí estaba junto a su hermana y su cuñado. Ocurrió este verano. La causa fue archivada al sobreseerse al único detenido.
Casa en la que sucedieron los hechos.
Por Fernando del Rio
Víctor “Chile” Vercelli se sienta junto a su hermana Leonela y su cuñado Federico a tomar cerveza dentro de una casa que no es de ninguno de ellos en el barrio Parque Palermo. El lugar le pertenece a un tal Julio y no es más que una edificación precaria, como muchas otras en esa zona periférica de Mar del Plata. De hecho no es un hogar, es una casa en donde la prioridad está colocada en que funcione como “point”, es decir, un punto de venta de drogas.
Es una noche de verano, la del 9 de enero de 2022, y se acerca la medianoche. Varias personas merodean la zona, o porque viven en el barrio o porque se vienen de un poco más lejos para ver si pueden “pegar” algo. Vercelli, su hermana y Federico son vecinos de Julio, no desconocen en absoluto lo que sucede allí. Comparten bebidas para sobrellevar la charla y también para acompañar el final de ese domingo cálido. Hasta que de pronto escuchan un tiro. No resultó ser un sonido extraño, inusual, como podría ocurrir en otros sitios de Mar del Plata. De todos modos se sobresaltan porque lo escuchan bastante próximo.
Víctor Nahuel Vercelli.
El disparo proviene de un automóvil que acaba de frenar frente a la casa de calle Labardén al 3000 y del cual descienden dos hombres. Naturalmente, uno de ellos había realizado el primer tiro. Vercelli los ve correr hacia el “point” y sale confundido. Entonces comienza un tiroteo interminable. Vercelli queda en la línea de fuego de ambas partes, porque al mismo tiempo que los dos pistoleros arrancan a disparar sus ráfagas, desde dentro de la casa su cuñado Federico se defiende con un revólver calibre 38. Pueden haber pasado 30 segundos y hasta un minuto. Tan intenso es el intercambio de disparos que Federico destraba el cilindro del revólver, deja caer las vainas y vuelve a cargar.
Cuando cesan los tiros, hay gritos de miedo y uno solo de quejidos, de dolor. Es el “Chile” Vercelli. Queda humo flotando en el aire y hay olor a pólvora. Los dos atacantes corren después de que uno de ellos le ordena al otro “¡Vamos Tuerto, vamos!”. Lo hacen sin mirar atrás y hacia el auto en el que llegaron y que puede ser un Ford o un Peugueot. O un Volkswagen. O un Mercedes Benz. O un Aston Martin. Cualquier auto puede ser porque nadie logra distinguirlo demasiado bien en el momento en que sale a toda velocidad hasta perderse por el barrio.
El “Chile” Vercelli, quien –aseguran- que el apodo se lo ganó por picarse, por ser calentón, yace en el piso malherido. Por increíble que parezca solo una bala le dio, pero fue una bala que se encaprichó en destrozarlo por dentro. El pulmón y el corazón. Su hermana llama por teléfono para pedir ayuda y alguien de ahí nomás ofrece su automóvil y lo cargan. Cuando llegan al Hospital Interzonal los médicos que lo reciben en la rampa de la guardia ya ven signos de muerte. Es solo una cuestión de corroborarlo en la camilla del shock room.
Buscar al Tuerto
La comisaría decimosexta llega un rato después de lo sucedido y manda a su personal. También se cita al cuerpo de peritos en Rastros de la Policía Científica, que llega con su flamante móvil de Escena del Crimen. Revisan el lugar y encuentran los restos del tiroteo. Se recuperan 17 vainas servidas. En la vereda hay de calibre 9 milímetros y en el patio delantero hay otras de 9 milímetros y de calibre 22 LR. Esas vainas son las que salieron de las pistolas de los atacantes. Adentro de la casa están los cuatro cartuchos que Federico descargó del revólver calibre 38 SPL.
La fiscal Andrea Gómez les da indicación a los investigadores policiales que avancen sobre el dato del “Tuerto” en lo que se perfila, sin margen para la duda, en un ajuste de cuentas. Nadie llega a los tiros a “point” para robar la droga que pueda haber ahí adentro. En todo caso, primero se anuncian como ladrones y después puede pasar cualquier cosa. Incluso un tiroteo cruzado con más de 17 tiros.
El dato del “Tuerto” termina con la detención de Emanuel Zanetti el sábado 29 de enero. A Zanetti lo incriminan personas del entorno de Vercelli porque, aunque no lo vieron, saben que le falta un ojo. Por eso es que lo detienen y porque suele vérselo en los alrededores del “point” de la calle Labardén. Zanetti cuando se lo conduce al despacho de la fiscal Gómez opta por no declarar. No tiene nada para decir porque tampoco hay tanto para acusarlo. Solo que le falta un ojo.
Una de las vainas rodeada de tapas de latas de cerveza.
Encima de todo está el informe de balística sobre el proyectil extraído del cuerpo de Vercelli. Esa bala que ingresó por debajo de la clavícula izquierda y que atravesó corazón y pulmón es de calibre 38. Es coincidente con otras balas recuperadas en el lugar porque tiene las mismas estrías. Es decir pasaron por el cañón de un mismo revólver calibre 38.
La prueba que respalda una certeza tiene que ser concluyente. Por un lado, no se le puede atribuir al “Tuerto” ninguna conducta vinculada al ataque porque nadie lo reconoce. Solo el infortunio de su invalidez no alcanza para ponerlo en la escena del crimen. Mucho menos empuñando un arma y que ésta sea un calibre 38.
Federico, el cuñado de Vercelli, sí estuvo en el lugar y sí disparó con un revólver calibre 38. Pero eso lo dice él de manera bastante abstracta, porque ese arma nunca aparece. Y si ese arma no aparece, no puede asegurarse que haya sido desde la cual se disparó la bala que mató al “Chile”. Tal vez existan otros tiradores con otros revólveres calibre 38. Cómo saberlo…
Las declaraciones iniciales de los testigos directos no habían ayudado mucho porque la lucidez estaba afectada por el consumo de alcohol y sustancias. El ámbito marginal en el que se desarrollaron los hechos aumenta la imposibilidad de una escena “limpia” y las voluntades que quieran ayudar en el esclarecimiento de lo sucedido escasean.
La fiscal Gómez entiende que a Zanetti no se lo puede mantener preso, ni siquiera acusado. Entonces tras descartar su participación en el ataque pide el sobreseimiento. La justicia de garantías coincide y Zanetti queda desprocesado.
El crimen de Vercelli dentro del “point” del barrio Parque Hermoso es el primero del año 2022 y, en una primera lectura, hoy queda reducido a una mera cuestión estadística. Por debajo de esa superficie está claro que hay mucho más.