El 16 de junio de 2012, hace exactamente 10 años, Alvarado logró un histórico e inolvidable ascenso para salir definitivamente del Argentino B. Hinchas y protagonistas recuerdan aquel desenlace como “la batalla de Roca”, una final que se extendió por más de tres horas, después de numerosos incidentes y con definición por penales.

Tras 1-1 en el José María Minella, el equipo dirigido por Gustavo Noto sacó adelante un encuentro lleno de dificultades como visitante de Deportivo Roca, con el que empató 2-2 para después imponerse 5-4 desde los doce pasos, gracias a dos atajadas decisivas de Ignacio Chiappa, el héroe de la consagración.

La final, interminable, estuvo detenida durante una hora desde los 3′, cuando Nicolás Colaneri adujo el impacto de un proyectil desde la tribuna local. Tras la atención médica al defensor y una larga espera, el árbitro mendocino Carlos Salinas decidió continuar el partido y Alvarado debió realizar un cambio obligado.

Todos los goles fueron convertidos en la primera mitad. Juan Fittipaldi, el as en la manga del entrenador para los choques decisivos, abrió el marcador tras un centro bajo de Diego Galeano. Pero poco después empató Cristian Taborda, demasiado cómodo para definir en el área.

Galeano, la figura mientras estuvo en cancha, sacó un tanto de la galera, con un derechazo esquinado desde afuera del área. Pero nuevamente la visita no sostuvo la ventaja y Damián Jara igualó con un cabezazo.

“En General Roca, como en toda la temporada, el equipo marplatense no fue un equipo admirado por su juego, pero sí por la entrega de quienes defendieron la camiseta”, describió LA CAPITAL.

En el segundo tiempo fue expulsado Galeano y el equipo marplatense resistió hasta el cierre. Sebastián Fernández falló cuando ejecutó el penal para ganar, pero Chiappa, quien ya había contenido la definición de Fernando Fernández, también atajó el remate de Mauro Palomeque para asegurar el título.

“‘El penal más fantástico del que yo tengo noticia se tiró en 1958 en un lugar perdido del valle de Río Negro’, nos contó alguna vez Osvaldo Soriano en ‘El penal más largo del mundo’. Hoy Alvarado puede decir que el partido más largo y fantástico lo protagonizó en el mismo sitio. Y se quedó con toda gloria”, cerró la crónica Juan Miguel Alvarez, enviado especial de LA CAPITAL.

Una campaña llena de espinas

Toda la temporada de Alvarado fue llena de espinas: renunció el presidente Juan Zelaya (asumió en su reemplazo Alejandro Trubiano), se fue el DT que formó el equipo (Luis Murúa), perdió innumerable cantidad de jugadores por lesiones, sus hinchas fueron prohibidos por el Coprosede en la mayoría de las canchas…

Pero el club de Jara y Peña se sobrepuso a todo. Fue el campeón del “aguante”.

En la primera fase clasificó tercero a cuatro puntos del líder Once Tigres. En el cuadrangular de la siguiente instancia, comenzó con un triunfo como local ante Ferro Carril Sud de Olavarría; pero tres derrotas al hilo, todas de visitante, lo dejaron al borde del nocaut.

A partir de ahí, se vio lo mejor de Alvarado. Prevaleció la jerarquía y experiencia de los jugadores, influyeron las acertadas decisiones de Noto (cambió de esquema de acuerdo a las necesidades) y las victorias ante Villa Mitre y Once Tigres le permitieron avanzar a los play-offs.

Fueron tres llaves muy difíciles. Los cambiantes partidos ante El Linqueño terminaron con un triunfo por penales. La serie con Deportivo Madryn, al igual que la anterior, fue con ventaja mínima
conseguida como local, derrota por la misma diferencia de visitante y festejo desde los doce pasos.

La final ante Deportivo Roca empezó con una igualdad 2-2 en el estadio Mundialista, pero tuvo el feliz desenlace en los penales, en aquella recordada “batalla de Roca”, hace 10 años. Un ascenso heroico e inolvidable.