Asaltos en Mar del Plata: ¿por qué escasean los grandes golpes?
En la ciudad se producen asaltos a diario, como es de esperarse para una ciudad que es la cuarta en población en todo el país. Pero no se reportan grandes golpes, con botines millonarios. Menos dinero físico, otro perfil de delincuentes y mayor cuidado en las personas para tener fuertes sumas en sus domicilios.
Mar del Plata, una ciudad que orilla los 800 mil habitantes, no reporta en los últimos tiempos asaltos con montos millonarios tanto en viviendas particulares como en espacios comerciales o instituciones. Salvo alguna excepción, los ladrones de estos tiempos se terminan llevando recaudaciones no muy significativas o ahorros que, aunque importantes para las víctimas, terminan siendo cifras demasiado bajas para el riesgo que corren. ¿A qué obedece esta característica en los asaltos de los últimos tiempos?
Así surge de los registros que los investigadores judiciales en las fiscalías especializadas en ese tipo de delito acumulan y se le encuentra explicación en una serie de variables que van desde la menor circulación de dinero físico hasta un cambio en las características de los ladrones.
“Para no perder referencia por el tema inflacionario muchas veces hacemos una dolarización. Porque se llega a juicio un par de años después del hecho, o incluso más, y los valores en pesos que son insignificantes, antes eran otra cosa”, dice el fiscal Fernando Berlingeri, a cargo de la fiscalía de robos en comercios.
Las cifras de hechos delictivos siempre serán discutidas porque jamás van a emparentarse con las que la ciudadanía supone a partir de su propia sensación. Y para eludir esa distorsión que siempre se sospecha, la fuente judicial es la única relevante.
Con el propósito de conocer los episodios de inseguridad con resultado negativo (hechos consumados sin detenidos) consultar a la policía no es la mejor opción. Suele evitar la difusión por razones estratégicas, en una política de transparencia algo dudosa puesto que en ocasiones acaba siendo contraproducente. La policía es una institución que opera a partir de datos que hacia adentro suelen ser, en lo general, precisos pero que para afuera, indefectiblemente, son silenciados. Se trata de un ocultamiento estructural, que atraviesa gestiones, líneas ideológicas y políticas, y apellidos. Sucedió con el ministro Ritondo en el gobierno de Vidal y sucede con el ministro Berni en el de Kicillof.
Esto demuestra que la autorregulación está dentro de la misma fuerza y tiene, de todos modos, algo de sentido: si un distrito tiene buenos “números” la publicación de un par de hechos violentos puede provocar cimbronazos y cambios, desde una comisaría hasta una jefatura departamental.
Por eso, el dato preciso está en las fiscalías. Y en esas esferas judiciales, se destaca el dato de los bajos montos.
“Todos nos hemos hecho un poco más mediocres. La política, el periodismo, la policía, el poder judicial y también, por qué no habría de suceder lo mismo, la delincuencia. Hoy el delincuente promedio en un distrito como Mar del Plata sale a hacerse la diaria, que puede ser para comprar droga y no mucho más”, cree entender Berlingeri.
Los robos que terminan con botines millonarios pueden producirse en dos ámbitos: en casas particulares o en firmas comerciales o instituciones con caja.
Sin grandes golpes
No ha habido grandes golpes en Mar del Plata porque el dinero en cantidades importantes no se mueve físicamente. “Hoy todo se hace por transferencia. Es muy extraño que alguien que va a hacer una operación no utilice los medios tecnológicos. Antes tal vez una escribanía manejaba dinero, alguna empresa pagaba los sueldos en mano o los mismos comercios recaudaban en efectivo. Todo ha cambiado”, explica Berlingeri.
Precisamente, el hecho con más dinero sustraído en los últimos meses sucedió en una herrería de la avenida Mario Bravo cuando los asaltantes se apoderaron de 400 mil pesos y un automóvil que luego apareció abandonado.
Luego hubo un hombre que cometió 5 asaltos en 15 días y entre todos “recaudó” 300 mil pesos. Se escapó durante semanas hasta que finalmente ayer fue detenido por robar 250 mil pesos y 300 dólares de una inmobiliaria.
Las “salideras” bancarias o de entidades financieras también son competencia de esta fiscalía y, salvo algunos hechos con “arbolitos” en 2021, no hay nada de alta relevancia.
Dinero secuestrado en una investigación por un robo.
“No hay grandes golpes. Golpes comando o ese tipo de robos. Lo que vemos en el robo a comercios son hechos muchas veces violentos pero con magros botines. Entran, se llevan lo que pueden y escapan. Y lo hacen con armas de fuego o solo con amenazas”, dice Berlingeri.
El fiscal Mariano Moyano está a cargo desde el año 2015 de la fiscalía N°13 con competencia en robos calificados en casos particulares. “Antes de crearse la fiscalía había cerca de 70 hechos por mes. Este es un delito con muy baja cifra negra, es decir que casi la totalidad se denuncia. No estamos hablando de escruches, sino de robos en casas particulares con personas adentro y con armas”, explica el fiscal.
La cantidad de asaltos por día descendió notoriamente en los últimos años y en el mes de mayo de 2022 se reportaron 19 casos. En la gran mayoría lo que terminan llevándose los ladrones son botines magros que, no obstante, pueden desestabilizar la economía de las víctimas. “No se roban millones -agrega Moyano-, pero sí tal vez los pocos ahorros y pertenencias de valor de los damnificados. Lo que es grave es la consecuencia sobre el ánimo de las víctimas y en algún caso también hay violencia”.
Respecto a la ausencia de grandes sumas, Moyano indica que “tuvimos un hecho que acabó en un juicio abreviado en el que el autor devolvió 31 mil dólares robados, pero eso fue una estafa que terminó configurando el delito de robo agravado porque tomó un arma de la casa. El otro recordado es uno en el que se robaron casi medio millón de dólares en Sierra de los Padres hace varios años. Ese no pudimos esclarecerlo pero está claro que los ladrones sabían de la venta reciente del campo y que las víctimas habían pedido hacer la operación en efectivo”.
El año pasado se conoció un caso contra un matrimonio que fue perpetrado por una banda integrada por dos policías. Se llevaron una cifra superior al millón de pesos, en el que parece ser un hecho con cierto grado de información “errónea”: se supone que creían que la víctima vendía droga.
Para Moyano el paradigma del asaltante cambió con algunos avances tecnológicos. “Cuando se encriptó la frecuencia policial fue un gran obstáculo, porque antes cualquiera tenía un handy y monitoreaba a la policía. También cuando pudimos trabajar sobre los ID de Nextel. La gente sumó seguridad en sus casas. Y también hay más conciencia con guardar grandes sumas de dinero en las viviendas. Eso sí, en una ciudad como Mar del Plata, siempre habrá hechos”.
Las singularidades del Código Penal
El Código Penal Argentino no prevé una relación proporcional entre el bien sustraído y la pena impuesta, con lo cual es lo mismo a los fines de aplicar la sanción si el botín es millonario o de unos pocos pesos.
La herramienta que tienen los juzgadores para definir el monto de la pena es el artículo 166 y en su inciso 2 está establecido el uso de arma. Pero se da una particularidad: la pena general para el uso de un arma blanca es de 5 a 15 años de prisión. Si se comprueba que es un arma de fuego y que está apta para el disparo se eleva en un tercio el mínimo y el máximo, es decir que arranca de un mínimo mayor, de 6 años y 8 meses. Sin embargo, en caso de que no se acredite que el arma de fuego esté apta para el disparo o no es encontrada, el rango punitivo es menor que el del arma blanca. En definitiva, si un ladrón sale a robar y logra ocultar su revólver o su pistola al escapar, o si semanas después al cabo de una investigación se lo detiene en su casa y el arma no es hallada, por más que esté grabado el asalto en video, por más que la víctima diga que la encañonó, la pena es menor que la de un cuchillo.
También se agrava el asalto si es cometido por más de dos personas (tres ya es en banda) y si se realiza en poblado.