“Ya tenemos un premio muy noble que nos da paz: el abrazo de las familias”
El excombatiente marplatense Julio Aro, que impulsa la identificación de soldados caídos en Malvinas, y el coronel inglés Geoffrey Cardozo, quien diseñó el cementerio de Darwin, hablaron con LA CAPITAL sobre sus viajes a las Islas y la cruzada humanitaria por la que están postulados al Premio Nobel de la Paz.
El británico Geoffrey Cardozo y el marplatense Julio Aro, juntos en Mar del Plata tras regresar de Malvinas.
Nota publicada el 17 de marzo de 2019 y seleccionada para el Suplemento 117° aniversario de LA CAPITAL.
Por Gonzalo Gobbi
“Acá estoy flaco, no me olvidé de vos, no me olvido de ustedes”, repite Julio Aro. La frase, confiesa, emerge de su voz interior en cada regreso a Malvinas, al encontrarse en la puerta de acceso al cementerio Darwin donde descansan los restos de los soldados argentinos caídos en la guerra, un ventoso rincón de las islas diseñado por el coronel inglés Geoffrey Cardozo. “Faltan 10”, dicen a la par hoy, a casi cuatro décadas de “una guerra sin sentido”. La paz transformó en una amistad a la enemistad durante la batalla y juntos lideran una cruzada humanitaria internacional para identificar a los NN, un camino al que solo le quedan diez compañeros para completarse y que motiva la postulación de ambos al Premio Nobel.
Julio y Geoffrey podrían ser Juan López y John Ward, los protagonistas del poema con el que Jorge Luis Borges inmortalizó la guerra de Malvinas (“Les tocó una época extraña. Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel”). Un argentino y un inglés, estrechados en un abrazo fraterno, impensado, imposible hasta no hace mucho.
Aro tenía 19 años cuando le llegó “la carta”. Una vez terminada la colimba y sin ánimo de volver al regimiento, fue notificado y rápidamente enviado al frío suelo malvinense para combatir a un enemigo que corría con la ventaja que la historia dejó en evidencia. Cardozo tenía 32 años cuando el ejército británico lo envió a Malvinas para preservar la disciplina entre las fuerzas del Reino Unido.
Hoy lideran juntos otra batalla, una tal vez igual o más importante: hace más de 10 años trabajan en la identificación de los caídos, sepultados como NN. Una misión que cruzó todas las fronteras y que suma innumerables apoyos del mundo entero. Una cruzada postulada al Premio Nobel de la Paz. Un camino próximo a cumplirse: 122 soldados ya fueron identificados. Les devolvieron su nombre y apellido y ofrecieron a sus familias la posibilidad de un reencuentro que hizo esperar 37 años.
“Podemos ganar el Premio Nobel de la Paz, pero el premio que nosotros ya tenemos, que nos da mucha paz y que es muy noble, es el abrazo de la familia. Nadie más lo puede tener porque no queremos que exista nunca más una guerra”, reflexionó Julio Aro.
Y aclaró: “Si el Premio Nobel sirve para visibilizar la causa, bienvenido sea. Pero no era lo que buscábamos. Nos enamora saber que un inglés y un argentino estamos juntos, unidos, postulados por esta tarea humanitaria increíble”.
En los años previos a este presente de reivindicación de la identidad, mientras Geoffrey buscaba resignificar desde Europa el impacto de la guerra, el excombatiente marplatense creó la Fundación No Me Olvides. “Una bala o una bomba te matan, pero lo que te destruye es el olvido”, dice. Se propuso entonces, hace más de una década, devolverles el nombre a los 123 jóvenes enterrados únicamente con la placa “Soldado argentino solo conocido por Dios”. Lo está logrando y hace solo días volvió, con Geoffrey y 60 familiares, a las islas.
Volver
La palabra adquiere múltiples significados cuando se trata de Malvinas. Para ellos, volver fue regresar una vez más a lo que fue el campo de batalla, donde vieron morir a sus compañeros. Para los familiares de excombatientes, es un reencuentro que demoró más de tres décadas y que permitió que muchos abrazaran por primera vez la tumba en la que están los restos de sus hijos.
Esta semana, volvieron. A 48 horas de una nueva y emotiva visita a las Islas con un grupo de 60 familiares de los últimos 22 soldados identificados producto del acuerdo humanitario entre Argentina y el Reino Unido, con la participación del Comité Internacional de la Cruz Roja y del Equipo Argentino de Antropología Forense, Julio Aro y Geoffrey Cardozo estuvieron en Mar del Plata y hablaron con LA CAPITAL.
“Faltan 10 compañeros. Cuando hablamos de no dejar a nadie en el campo de batalla de esto se trata. Es muy lindo ver a la mamá que llega, que abraza la cruz, que sabe que ahí está su hijo. Faltan 10, pero vamos a llegar, hacemos todo lo posible para completar el objetivo”, explica Aro, emocionado, con cientos de imágenes indescriptibles atravesando su retina empañada de nostalgia y orgullo.
Tras la identificación de 112 excombatientes, se trabaja en completar el proceso con los otros diez. “Con algunos de sus familiares logramos contactarnos y dieron su muestra de sangre; estamos a la espera de esos resultados de laboratorio. Con otros todavía nos falta encontrar a su familia”, explicó el titular de la Fundación No Me Olvides.
“El trabajo en las islas ya está hecho. Ahora hay que recorrer el país buscando a esas familias que faltan. El tiempo corre, hay muchos padres y madres que ya son grandes; en algunos casos han fallecido y tenemos que saber dónde fueron enterrados para a lo mejor tener que exhumar esos restos para poder cotejarlo. Pero eso nos impulsa a ir cada día más rápido”, indicó.
Al intentar ponerle palabras a las emociones, Julio Aro describió: “Volver a las islas cada vez es distinto y nunca volvés igual. Siempre es un viaje diferente. Es muy lindo llegar a la puerta de ese cementerio y decir o pensar ‘Flaco, acá estoy. No me olvido de vos. No me olvido de ustedes’”.
Esta acción humanitaria comenzó en 2008. “Teníamos tantos impedimentos… -recordó Aro-, pero la fuerza de las madres y de las familias hizo que no bajáramos los brazos”.
“Hoy con los resultados hechos, no estamos arrepentidos, estamos felices. Y lo haríamos 1.000 veces más con tal de robarle esa familia, esa lágrima a la mamá”, completó.
“Veo sonrisas de alivio”
El coronel británico Geoffrey Cardozo se reconoce como “una pequeña pieza en todo esto” al referirse a la cruzada humanitaria internacional entre Argentina y el Reino Unido, con la colaboración de otros países, para identificar a la totalidad de los soldados caídos y enterrados en el cementerio de Darwin que él mismo diseño.
“Acá lo que importan son las familias y sobre todo las madres”, remarcó. El concepto de la madre, subrayó, es el que engloba a toda la causa Malvinas. “En toda esta historia está la madre, que es el espejo de todo. Nuestro amor por la madre como hijos, el amor de la madre para su hijo. Esta madre ha sido tan valiente, ha tenido tanto coraje y tanta paciencia. Este es un ejemplo para la juventud de nuestros países, para el mundo, es enorme”, dijo.
En cada viaje a Malvinas, contó el coronel inglés con buen manejo del castellano, se queda conmovido al término de la ceremonia en el cementerio de Darwin: “Es un momento muy difícil porque las madres, los padres, quieren quedarse al lado de la tumba de sus hijos que no vieron durante 37 años. Cuando viene el tiempo de regresar al micro y al avión, he visto madres con una pequeña sonrisa en sus caras, sonrisas de alegría, no de fiesta, sino de enorme tranquilidad y alivio”.
Julio Aro emocionado frente a las cruces de sus compañeros caídos en combate. (Foto: Víctor Bugge)
Esa sonrisa, aseguró, es la que le da “motivación para seguir” con esta misión que junto a Aro impulsó la postulación de ambos al Premio Nobel de la Paz.
“Es un premio al amor”
Julio Aro puede convertirse en el primer marplatense en ganar un Premio Nobel de la Paz. La postulación fue realizada, apoyada y supervisada por profesionales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), donde confían en que el reconocimiento “se va a concretar” para el excombatiente argentino y para el coronel inglés.
“Mi familia está orgullosa. No lo buscamos, pero ojalá sirva para visibilizar la causa. A mi hija se le caen las babas. Uno no toma dimensión, pero estamos felices”, dijo Aro.
Para Cardozo, la postulación es “un honor y privilegio”, pero “más profundamente un reconocimiento a la bondad de la humanidad, a la paz que queremos todos, es un premio al amor”.
El exmilitar inglés advierte, remarca y repite que “ninguna guerra tiene sentido” y por ende “la de Malvinas tampoco lo tuvo”. Sin embargo, no oculta su condición de soldado: “Me inculcaron que la guerra es una manera de lograr la paz, pero si podemos encontrar otra manera, es mejor”.
Forenses: humildad y respeto
A Julio Aro y Geoffrey Cardozo les sobran elogios para referirse al equipo forense que trabaja en esta ambiciosa tarea, junto a las embajadas de ambas naciones, las agrupaciones de veteranos, la comisión de familiares, la Fundación No Me Olvides y los antropólogos.
“Se trabaja con mucha humildad”, dijo el excombatiente marplatense al calificar el accionar de los forenses.
“He visto al equipo forense trabajar en las islas. Tenía miedo, porque estos chicos en el cementerio son los míos”, sumó Cardozo y siguió: “Yo tengo que protegerlos. Cuando hay otras personas que vienen para hacer algo con estos chicos, yo estaba un poquito incómodo. Pero cuando vi estos expertos, estos técnicos, con su profesionalidad y sobre todo su respeto, ya no eran solo expertos, sino seres humanos. Y esto fue un choque muy agradable para mí, al ver hombres y mujeres trabajando de esta manera única”.
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