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Cultura 17 de octubre de 2016

Para matar la poesía: Visiones de la muerte 2

Por Odda Schumann

www.paramatarlapoesia.com

Si alguien está muerto en este barrio es el esquizofrénico de Norberto. Pobre tipo. No es la primera vez que pasa esto. Yo soy un tipo mayor, un viejo. Y en tal caso, todos los viejos estamos muertos. Sólo escucho la palabra Pocho cuando viene en la frase el viejo Pocho.

Pero nadie se hace cargo de mí, ya no me dejan el lugar cuando compro en el almacén de la esquina. Soy uno más. Y a veces, debo admitirlo, bastoneo por la vereda para llamar la atención. Con suerte se me baje la presión y alguien se acerque a asistirme. Pero últimamente me está costando esperar.

Los chicos son muy crueles y se ríen de mí. Ver a un tipo tan arrugado y venido a menos les causa gracia a la luz de saberse en pleno desarrollo y pudiendo hacer lo que les da la gana. Y el chico ese del pasillo es el peor. El martes pasado me tropecé de verdad y el mocoso me vio y no hizo nada. Sólo se reía al otro lado de la calle.

Tampoco espero que reaccione de otro modo, teniendo una abuela como esa… Esa loca quiere matar a todo el barrio, no sé qué pretende a esta altura de la vida. Y apenas tiene cinco años menos que yo. Pero es bicha la vieja. Y ya sé por dónde viene la mano. Es una cuestión de dominio barrial, de renombre, de antigüedad. ¿Pero a nadie le importa que me esté muriendo solo en la puerta de mi casa?

Yo creí que Martita era la única que podía llegar a preocuparse, pero desde que no puede bajar las escaleras de su casa casi no la veo. Ella sí que era una linda vieja y le sabía poner los puntos a todos en la cuadra. ¿Será que está muerta? ¡Pensar así es tan propio de nosotros que hasta pierde sentido! Es como esa palabra que se gasta por pronunciarla todo el tiempo…

Y así es fácil olvidarse de las cosas, se deja de hablar de ellas y listo. Lo que no entiendo es la confusión del diario. ¿Cómo llegó mi nombre a la sección necrológica? ¿Será que le perdí tanta importancia a la muerte que no me puedo dar cuenta? Bueno, después de todo sigo desplomado en el suelo sin poder moverme y, como siempre, solo, sin nadie que me ayude.

Me pregunto qué le pasa a esa tonta vecina que alguna vez me dijo que estaba enamorada de mí y que ahora puedo verla espiándome desde la ventana de su casa… ¿muerta? Y su tonto hijo… ¿tan rápido pasó el tiempo?