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La Ciudad 17 de abril de 2022

La virtualidad, un proceso que llegó para quedarse

La pandemia obligó a modificar la forma en que se cursa una carrera. Algunos de los cambios que se implementaron se mantendrán pese al regreso de la presencialidad.

La pandemia del coronavirus dejó una huella imborrable en el ámbito universitario. Más allá del trastorno que provocó, como en casi todos los ámbitos, el paso a la virtualidad marcó un quiebre en la mayoría de las carreras que, a partir de ahora, la utilizan en sintonía con la presencialidad.

En la universidades de Mar del Plata destacaron el compromiso y la eficiencia para afrontar la compleja situación y coincidieron en que el proceso atravesado tendrá una importante incidencia en los próximos procesos educativos.
El secretario académico de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Daniel Reynoso, destacó que “el capital acumulado durante años fue puesto a prueba y podemos decir que la universidad ha salido airosa y muy bien ubicada para seguir afrontando estos desafíos”.

“En este sentido, los distintos equipos que componen la universidad han tratado de brindar la mayor cantidad de herramientas para realizar las transiciones correspondientes de la presencialidad a la virtualidad. Y esperemos también hacerlo en sentido inverso, acumulando experiencias que nos permitan llevar adelante procesos educativos que contengan lo mejor de cada situación. Ese será el enorme desafío de los años por venir”, analizó.

Asimismo, desde Fasta remarcaron que todas las innovaciones realizadas en el contexto de pandemia dejaron “grandes aprendizajes para la institución”.

“En muchos casos, se trató de acelerar cambios con los que se venía trabajando y las carreras de modalidad presencial, que fueron las que más cambios vivieron, tomaron como propio el camino de la hibridación académica”, señalaron.

Por su parte, la vicerrectora de Caece, Marcela Luján, consideró que el momento actual implica “un importante desafío”. “Venimos de un tiempo complejo, en el cual se han puesto de manifiesto al menos dos cuestiones a señalar: la importancia de mantener vínculos estrechos y permanentes y el rol fundamental de la educación. Esta situación nos insta a pensar en la formación integral de profesionales para un cambio de época, la cual está signada por nuevos principios/valores que llegaron para quedarse, como la sostenibilidad, la seguridad sanitaria, la innovación educativa, el papel de los observatorios de competitividad, entre otros, en el sentido de ir hacia un camino basado en el significativo rol del conocimiento”, profundizó.

El decano de la UTN, Fernando Scholtus, explicó que durante la pandemia “se percibió un incremento muy grande del desgranamiento en los primeros dos años de cursado (mayoritariamente virtual) para las carreras de grado”.

Asimismo, opinó que en la actualidad se está atravesando “un proceso muy dinámico”. En marzo 2020, de la noche a la mañana hubo que migrar a las pantallas. “Hasta diciembre del año pasado, todo hacía pensar en una virtualidad muy presente. Sin embargo, se decidió presencialidad plena cuidada, con un concepto en danza, que es el de la hibridación. Se puede hablar de una segunda transición, o una transición que no termina, y una decisión de anotar y aprovechar las lecciones aprendidas”.

Las autoridades académicas de la Universidad Atlántida consideraron que los últimos dos años fueron “tiempos de cambios vertiginosos, complejos y eficientes, teniendo en cuenta las circunstancias”.

“Toda la universidad, desde lo académico y administrativo, con el acompañamiento del Area de Sistemas y del Instituto de Educación a Distancia, pudo estar a la altura de las circunstancias y lograr dar continuidad en sus estudios a los estudiantes. Más de 130 nuevos profesionales se graduaron en la virtualidad y ya se encuentran ejerciendo a pesar de las extrañas circunstancias que tuvieron que atravesar”.

De cara al futuro, plantearon que la universidad se propone “establecer un modelo de cursadas que trate de llevar a los estudiantes y docentes hacia un proceso virtuoso que combine la utilidad, desarrollo y ductilidad de la modalidad a distancia, junto con la necesaria e insustituible secuencialidad y empatía de la modalidad presencial”.