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Opinión 2 de abril de 2022

Ese “olor a guerra” que se mantiene toda la vida

Por Gustavo Felix Schroeder

La guerra tiene un olor desagradable, un olor como lo que uno rechaza cuando siente algo que tiene que rechazar. La guerra es eso. Es en principio algo para rechazar. Es un olor que uno lo va a mantener toda la vida. Teníamos un oficial que decía “sienta el olor a guerra” y figurativamente es un olor que uno desearía no tener que experimentarlo y que siempre va a quedar en la memoria por lo amargo de lo que representa.

La guerra es un episodio violento y trágico para cualquier ser humano. Es un momento donde afloran las principales miserias. Haber vivido una experiencia de esas termina con la reflexión que es un acto que no sirve absolutamente para nada. Para nadie.

El regreso o la finalización de un conflicto como el nuestro fue un alivio, porque en la isla se vivió todo el tiempo en tensión, con angustia y una adrenalina que uno produce para poder llevar adelante todas las cosas que hay que hacer para poder seguir manteniéndose en pie. Había que aprender rápido cuales eran las cosas que había que hacer para poder seguir adelante: alimentarse de los sentimientos familiares, de las ganas de volver y también en algún punto, de los sentimientos patrióticos para darle sentido a las cosas que había que hacer.

Uno rápidamente se incorpora un chip para estar preparado para matar o para morir. La vuelta también fue una desilusión. Uno esperaba un recibimiento distinto, no de noche, a escondidas y después con indiferencia. Tuvimos que aprender a entender cuál era el marco en el que se daba esto. Donde había mucha desinformación, manipulación de la opinión pública. Entonces tuvimos que empezar a trabajar esa desilusión, no hacer responsable a la sociedad de ese comportamiento.

Se generó un nuevo desafío para todos. Hubo que empezar a luchar, junto a quienes compartimos esta experiencia, en organizarnos para tratar de revertir lo que estaba pasando en la sociedad. El objetivo era trabajar por la dignidad del veterano, por el honor de nuestros compañeros que murieron y quedaron en la isla, por la dignidad de los que volvieron y no fueron o no encontraron en la sociedad una reinserción rápida y necesaria en muchos casos.

Hoy nos toca librar otra batalla desde la paz. Ayudar a otros. Por más que alguien esté en la situación más compleja o hundido en el problema que puede pensar que no tiene remedio ni solución, yo creo que siempre hay una esperanza y un objetivo de salir adelante y eso es lo que alimenta el valor. Hay que tener valor. Hay situaciones en las que el miedo existe. Todos sienten miedo. Pero la actitud de la persona que se sobrepone al miedo es el valor. Y hoy el valor sale cuando hay un objetivo y un algo por alcanzar.

(*): Soldado Clase 1963, Bat. A 2da. Secc. GADA 602 de la ciudad de Mar del Plata.



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