En vilo la continuidad de un monumento a los pueblos originarios
Andrés Zerneri debe desalojar el taller ubicado en Espacio de Memoria, ubicado en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Andrés Zerneri trabajando en su obra "La Mujer Originaria". Foto: EFE.
por Alberto Ortiz
BUENOS AIRES.- El escultor Andrés Zerneri acumula casi 10 toneladas de llaves donadas por ciudadanos. El fin es fundirlas en el cuerpo de una mujer de bronce en homenaje a los pueblos originarios argentinos, proyecto que está en peligro después de que el Gobierno le pidiera que abandone el lugar donde trabaja.
La nave donde diseña “La Mujer Originaria” está ubicada en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), que sirvió de centro de detención clandestino de la última dictadura (1976-1983) y que se reconvirtió en Espacio de Memoria en 2007.
Fue el anterior Gobierno, presidido por Cristina Fernández, el que hace cinco años le prestó al escultor un espacio allí.
Zerneri recibió a la agencia EFE en el pabellón donde, junto a él, trabajan numerosos artistas. Se trata de un amplio galpón en cuyo centro se encuentra la figura de la cabeza una mujer de rasgos marcados y mirada profunda. La cabeza, de unos tres metros de alto, es solo un boceto de la escultura final, que recubrirán con más de 10 toneladas de bronce.
“Este es un monumento hecho por el pueblo, elegido por el pueblo, para que recordemos nuestra propia identidad”, explica Zerneri sobre La Mujer Originaria, para la que ya han reunido el 95% del bronce necesario a partir de llaves, candados y utensilios que argentinos fueron entregando voluntariamente en los últimos años.
La idea, apunta, es volver a hacer visible lo que durante tantos años han tratado de ocultar: los pueblos originarios alcanzan al 61% de la población. “Es importante que los argentinos sepamos más sobre nuestra diversidad y que entendamos que somos un país lleno de distintos”, insiste.
Aunque el proyecto comenzó hace siete años, no fue hasta ahora cuando el artista comenzó a diseñar un boceto que cuenta con el asesoramiento de argentinos originarios, quienes se han ido acercando hasta la exESMA durante este tiempo para aconsejar sobre las facciones que debe tener la futura mujer de bronce.
Zerneri, cubierto de pequeñas motas de plástico, raspa con un serrucho la figura de poliexpan que luego servirá de guía para el molde donde se solidificarán las diez toneladas de metal. Trabaja con una mezcla de delicadeza y fuerza que se refleja también en su propio discurso.
Que el monumento se encuentre en el Espacio de la Memoria no es algo casual. Según el escultor, los pueblos originarios “fueron víctimas de exactamente lo mismo que les ocurrió a los últimos 30.000 desaparecidos en la dictadura: la tortura, el trabajo esclavo, el robo de sus bebés, el robo de sus identidades…”.
Aunque el proyecto recogió durante estos años el apoyo social y político a lo largo de todo Latinoamérica, Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos del Ejecutivo que preside Mauricio Macri, le informó a Zerneri a principios de febrero que el proyecto tenía que salir del ex ESMA.
“Nos han asociado a una creación del Gobierno anterior y nos pidieron que nos vayamos”, explica el escultor, para quien la continuidad del proyecto no está en cuestión. “No nos vamos a ir y tampoco creo que hagan una instancia violenta, no creo que nos vayan a sacar”, puntualiza.
Según explicó Avruj en declaraciones recogidas por el diario La Nación, los artistas deben desalojar el galpón porque hay “un vicio en la ocupación” y allí no se realiza una actividad “que haga a la misión del Espacio para la Memoria”.
El rechazo a la petición de desalojar el lugar es para él y para todos los artistas que lo acompañan en la iniciativa “una actitud política” en defensa de las raíces que vertebran Argentina, de la identidad de un país en el que todavía se hablan más de cuarenta lenguas originarias.
Pero el proyecto no solo es un canal para amplificar las reivindicaciones de los pueblos: el bronce que recubrirá la figura contiene además trozitos de historias de cada una de las personas que se acercaron a la ex ESMA a donar sus llaves u objetos personales.
Una de ellas fue la de la familia que llamó a Zerneri para donar una llave perteneciente a sus antepasados, dos enamorados que en 1976 tuvieron que exiliarse a Alemania, perseguidos por sus ideales políticos. La llave pasó a sus hijos y luego a sus nietos, que ahora quieren que se funda en la escultura.
“Lo único que llevaban consigo era esa llave de su casa, que conservaron durante los años como la llave que abría la puerta de su país”, relata el escultor. Historias como esta le hacen pensar que esta obra “es legítimamente una obra colectiva”, que tiene la fuerza y el carácter de una escultura hecha con la esencia de lo popular.
“No hay dinero que pueda reemplazar una obra de estas características. Tenemos algo mucho mejor y más caro que eso: la solidaridad de la gente”, concluye Zerneri antes de volver al trabajo y concentrarse en pulir el rostro fuerte de La Mujer Originaria.
EFE.
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