La alegría de un viaje a España para conocer a Tirso, su segundo nieto, se transformó en un profundo dolor para la familia Bensadon. José, de 71 años, contrajo coronavirus en Europa, regresó a Mar del Plata y fue el primer vecino contagiado. El 12 de marzo de 2020 el test confirmó el resultado positivo y el 24 de marzo se convirtió en la primera víctima fatal de la pandemia en la ciudad.

La llegada del bebé revolucionó todo y “Jacho” solo esperaba el momento de pisar suelo español junto a Elena, su esposa.

El ingeniero electrónico de 71 años había nacido en Mendoza, estudió en Bariloche y se radicó en Mar del Plata. Formó una familia con Elena y tuvieron cinco hijos: Federico, María Ignacia, María Elvira y Tomás. Además de Tirso, ya tenían otra nieta, Federica.

En la ciudad se desempeñó en diferentes empresas y se convirtió en un referente comercial del Puerto. Fanático del golf y emprendedor, se mantuvo activo hasta el final. De hecho, viajó a España semanas después que su esposa porque estaba atendiendo un emprendimiento familiar: habían instalado una lavandería como proyecto para sus últimos años.

En esa vorágine, “Jacho” viajó a España. Una fuerte descompostura los días previos a volar no le quitó el entusiasmo: había nacido Tirso y lo iba a conocer.

Estuvo dos semanas, viajaron a Valencia a visitar a María Elvira y compartieron momentos en familia.

“Jacho” Bensadon junto a su nieta Federica.

Tras la primera semana de marzo, Bensadon emprendió su regreso. Los síntomas leves que presentó al momento de viajar se agravaron durante el vuelo: fiebre, malestar y mucho dolor de cuerpo. Ni bien llegó a la ciudad, no fue a su casa: le pidió a un amigo que lo lleve a la clínica donde quedó internado. Cuatro días después, los títulos periodísticos reflejaban el primer contagio en Mar del Plata.

Con “Jacho” internado, todo fue una pesadilla para la familia. Tomás había viajado a España y mientras Julián llegó de Mendoza para acompañar a su padre, el resto de la familia que estaba no encontraba la manera de volver. Eran tiempos de fronteras cerradas y cuarentena estricta. Finalmente, Tomás y Elena pudieron regresar y el 24 de marzo se conoció la noticia del fallecimiento.

Bensadon y su esposa Elena.

El duelo fue particular. No pudieron sepultarlo ni hacer una ceremonia. Diez meses después, se pudo cerrar la historia. La llegada de las hijas de España reunió a todos los hermanos y pudieron hacer la despedida.

“Mi viejo era fanático del golf y tiramos unas pelotitas firmadas por cada uno en la escollera y las cenizas las dejamos en la parroquia que frecuentaba. Ahí cerramos el capítulo”, recordó su hijo Tomás.

“Nos deja los valores de la familia y de los amigos. Es lo que más remarco. Y la dedicación por el laburo y el ser buena persona”, reflexionó Tomás, quien al resumir a su padre en pocas palabras aseguró: “Era un fenómeno”.