La relación de Kicillof con la ciudad y el voto que convulsionó al Concejo
El gobernador hizo un desembarco con grandes anuncios en Mar del Plata. Buscaría cancelar una noción que el intendente asentó en la pandemia. Lauría se pronunció a favor de las fotomultas y enfureció al Frente de Todos. Cómo seguiría la novela.
Kicillof junto a Montenegro y Raverta, el mes pasado, en el NH Gran Hotel Provincial.
Por Ramiro Melucci
“Quiero que Mar del Plata reciba todo lo que le podamos dar desde el gobierno provincial”. Axel Kicillof pronunció esa frase al término de la reunión con más de 150 empresarios locales que mantuvo la semana pasada en el NH Gran Hotel Provincial. Fue luego de anunciar obras por $ 342 millones y de anticiparles la inminente licitación del primer tramo de la avenida de circunvalación, flanqueado por el intendente Guillermo Montenegro y la titular de Anses, Fernanda Raverta.
Aquella sentencia referida a la intención de ayudar a la ciudad, los anuncios millonarios, la amplitud del encuentro y la síntesis política podrían implicar un mojón en la relación del gobernador con Mar del Plata. Vinculado al inicio del segundo tramo del mandato y al plan 6×6 para oponer a “seis años de crisis” otros seis de recuperación y transformación, que esparce en el ambiente de la provincia de Buenos Aires un inconfundible aroma reeleccionista.
El propósito de Kicillof sería dejar atrás los momentos en que la Provincia parecía enemistada con Mar del Plata por los cierres de la pandemia. Época en que era habitual escuchar al intendente o a sus funcionarios repetir, en público o en privado, que se “discriminaba” a la ciudad.
Montenegro no ocultó lo que pensaba en la inauguración de las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante: sostuvo que “la gran mayoría de las decisiones están centralizadas en el AMBA” y que eso “quedó evidenciado en la pandemia”. Su hombre en la Legislatura bonaerense, Alejandro Rabinovich, dirigió ese párrafo a la capital provincial. “Las decisiones tienen que ser tomadas con perspectiva federal, conociendo las problemáticas particulares de cada ciudad del interior, no desde La Plata”, tradujo en Twitter.
Esa noción promovida desde el oficialismo local, que tuvo un nítido reflejo en las elecciones del año pasado, es la que se propuso desterrar Kicillof. De ahí otra de sus frases del último paso por Mar del Plata: “El gobierno provincial está haciendo obras como nunca”, pero “a veces eso aparece solapado como si fuera municipal”, en una referencia al aprovechamiento político que haría la comuna de esas inversiones, suavizada con la admisión de que “es folklore” político.
Algo de eso notó el Frente de Todos local en la exposición en la Comisión de Hacienda del presidente del Emvial, Mariano Bowden. El funcionario evitó responder una pregunta de Sol de la Torre sobre qué proporción del monto de las obras ejecutadas por el ente es financiada por la Provincia. Se limitó a decir que el 22% del presupuesto proviene de aportes bonaerenses, pero escondió el dato de a cuánto se incrementa ese porcentaje cuando solo se tienen en cuenta las obras. “Supongo que tiene que ver con que se va a repetir el esquema de 2021, en que el 60% de los fondos provinieron de Nación y Provincia”, lanzó la opositora.
En defensa de Bowden saltó el jefe del bloque oficialista, Agustín Neme, con una puñalada al Frente de Todos: “No hay que agradecer las obras que vienen del gobierno nacional y provincial, sean del color político que sean, porque es en definitiva lo que los marplatenses y los batanenses merecen”.
La declarada intención de ayudar a la ciudad, los anuncios millonarios, la amplitud del encuentro y la síntesis política podrían implicar un mojón en la relación del gobernador con Mar del Plata.
El oficialismo doméstico hurgó además en otro de los anuncios fuertes del gobernador. Fernando Muro le preguntó a Bowden si ya hubo contactos con Provincia por la circunvalación. El titular del Emvial hizo equilibrio entre el aval y la queja: destacó la necesidad de la obra, pero aclaró que todavía nadie se comunicó con el ente para evaluar los aspectos técnicos.
Montenegro reconoce, de todos modos, que el vínculo con el gobernador ha mejorado. Lo testimonian la visita del ministro de Transporte, Jorge D’Onofrio, al que le pudo plantear cara a cara el reclamo de la disparidad de subsidios, y la siempre óptima relación con Sergio Berni. Al punto de que el jefe comunal prefirió mantenerse bien alejado del pedido que impulsan otros intendentes del PRO, como Julio Garro (La Plata) y Néstor Grindetti (Lanús), para controlar las policías locales.
Las diferencias en materia de seguridad quedaron expuestas en los mensajes que cada uno dio a sus concejos deliberantes. Garro destacó la presentación del proyecto de ley presentado en la Legislatura “para concretar el traspaso de la Policía Local a los municipios” (propone, en principio, crear una “Mesa de Coordinación Local de Seguridad Pública”). Grindetti ratificó la intención de que “la ejecución y la operatividad” de esa fuerza “quede a cargo de los jefes comunales y la política de seguridad continúe bajo la conducción del Ministerio de Seguridad provincial”. Y Héctor Gay, de Bahía Blanca, sumó que la relación con Berni “dista mucho” de la que mantuvo ese municipio cuando el Ministerio estaba en manos de Cristian Ritondo.
Alejado de los embates al ministro, Montenegro destacó que el municipio no solo fortaleció “la articulación con el Ministerio de Seguridad provincial”, sino que ahora hay “un vínculo cotidiano”. “No puede haber mezquindad política en un tema tan sensible”, apuntó.
Las diferencias entre los intendentes del PRO en materia de seguridad quedaron expuestas en los mensajes que cada uno dio a sus concejos deliberantes.
Pero nada de esto impactó en la política doméstica como el pronunciamiento de Nicolás Lauría a favor del convenio con la Universidad Nacional de San Martín para aplicar fotomultas. La decisión ensancha las divergencias con su compañero de bloque en Crear Juntos, Alejandro Carrancio, y vuelve a foja cero las conversaciones con el Frente de Todos, desde donde lo compararon con Borocotó por sus idas y vueltas y lo enlodaron por su voto favorable a un acuerdo que la bancada opositora considera “escandaloso”.
El kirchnerismo reaccionó como si se tratara de una traición. Es comprensible. La posibilidad de amalgamar a la oposición, esbozada en diciembre cuando celebró las 13 abstenciones a la designación de la presidenta del Concejo, Marina Sánchez Herrero, se disipa por la equidistancia que mantiene Acción Marplatense, que el miércoles pasado cambió el voto y respaldó a la radical, y el nuevo volantazo de Lauría.
En el gobierno, sin embargo, no interpretan la maniobra del ex basquetbolista como una vuelta al redil. Entienden que de ahora en más tomará decisiones por sí mismo y que alternará rechazos y apoyos en la consideración de los proyectos oficiales. Lo que le sacaría a Acción Marplatense la exclusividad de definir en las sesiones la suerte de los expedientes sensibles.
En las comisiones internas el partido de Gustavo Pulti seguirá tan decisivo como antes. El oficialismo solo podría conseguir la mayoría en las de Legislación y Hacienda con el voto de Horacio Taccone. Por esos dos ámbitos debe pasar, justamente, el expediente de las fotomultas: sin un guiño de AM es imposible que llegue al recinto.
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