Gabriel Rolón: “En un estado medianamente equilibrado la certeza no existe”
"Estamos condenados a mentir… aunque sea un poco", reconoce el psicoanalista y escritor, que renueva su amor por la ciudad y los gratos recuerdos que le trae de su familia.
Tras su exitosa presentación en enero, Gabriel Rolón vuelve a Mar del Plata con su espectáculo “Palabra Plena”, junto a Carlos Nieto, con música original de Gabriel Mores y producción general de Martín Izquierdo y Fen López.
En un único show, se presentará este domingo a las 22 en el Teatro Radio City (San Luis 1750).
Antes de su regreso, Rolón manifestó que volver a Mar del Plata, para él, es como dice el tango de Piazzolla y Eladia Blazquez: “Siempre se vuelve a Buenos Aires a buscar esa manera melancólica de amar”.
“Eso me pasa cada vez que voy a Mar del Plata. Para mí, es el reencuentro con una forma del amor que está llena de recuerdos, de abrazos, de la sonrisa de mi padre, que sonreía tan poco, de la felicidad de mi mamá y mi hermana, y de mis propias sensaciones. Mar del Plata me conmueve. Es raro. Es la sensación del hogar, de la familia y de los sueños. Por eso, ante cada regreso me invade una mezcla de felicidad y ansiedad, pero de la linda, la que emociona. De esa manera, me preparo, sabiendo el romance que tengo con la ciudad y con su gente, y sabiendo también que a los que amamos debemos darles lo mejor de nosotros”.
En este reencuentro tan especial, el psicoanalista y escritor comparte una serie de reflexiones sobre las palabras y lo que estas dicen de nosotros, de “las palabras que nos definen y generan consecuencia”, en contraposición con las palabras vacías de las que estamos rodeados.
– ¿Realmente estamos preparados para escuchar y decir palabras que nos modifiquen? ¿Por qué cuesta tanto decir, verdaderamente, “te amo” o “no te amo más”?
– Por lo general, la vida nos invita a hablar de manera poco comprometida. Estamos rodeados de charlas de ocasión, de conversaciones en las que no decimos nada importante acerca de nosotros. En cambio, cuando la palabra es plena, es verdadera, nos define y, como bien decís, nos modifican. Ya no somos los mismos después de decir “te amo”, siempre y cuando no se trate de una frase hecha, o “no te amo más”. Porque esa palabra tiene consecuencias y nos obliga a hacernos cargo de algunas decisiones que a veces pueden ser incómodas. Por eso, hay que prepararse para tomar la palabra plena. Porque va a llevarnos a situaciones incómodas. Pero así son las cosas importantes de la vida. El arte, el amor y la verdad suelen ser incómodos.
– ¿Buscamos en las palabras, más que en los hechos, certezas?
– Es posible. Pero será siempre una búsqueda condenada al fracaso. La certeza sólo habita en la enfermedad. El paranoico tiene certeza de que lo siguen, el celoso de que lo engañan, el depresivo de que no le importa a nadie. Pero en un estado medianamente equilibrado la certeza no existe. Vivimos en un mundo hecho de palabras y deseos, y eso tiene un costo: estamos condenados a dudar e invitados a creer a pesar de nuestras dudas.
– ¿Abusamos de las palabras que permiten, que ponen límites, generando confusión?
– No es tan fácil poner límites. Por lo general, lo hacemos poco, demasiado, o mal. Poner límite es decirle al otro “hasta acá” o “no puedo”. Sea como fuere, implica no acceder al deseo de ese otro, lo cual es vivido como un rechazo y, por lo tanto, suele generar respuestas de enojo o distanciamiento. En esas respuestas leemos una falta de aprobación, de reconocimiento y, por eso, nos lastima. Y ocurre que para no sentirnos mal con esto renunciamos a poner el límite o lo hacemos desde el enojo y de un modo exagerado. También el límite marca una postura y, por ende, es una palabra plena. Por eso es tan difícil.
– ¿Hay un objetivo, una intención, en la comunicación no asertiva?
– Por lo general, se busca evitar un conflicto. Alguien renuncia a su deseo o a su derecho para esquivar una discusión o una situación incómoda. En algunos casos, esto puede ser una elección. En otros, es un síntoma que proviene de la inseguridad, de la angustia ante el rechazo o la imposibilidad de hacer frente a discusiones duras, pero inevitables.
– ¿Qué nos podés decir de la mentira? ¿Qué comunica, qué esconde? ¿Cómo se lidia con la mentira?
– Hay diferente tipos de mentira. Casi todo el mundo dice detestar la mentira y, sin embargo, todos mentimos. Para seducir, para ocultar una debilidad, por vergüenza. El motivo puede ser diferente, pero no conozco a nadie que no guarde al menos un secreto que no quiere compartir con nadie. A veces, ni siquiera con él mismo. Por supuesto que no es lo mismo el mitómano, el psicópata o el estafador que la persona que sufre y oculta el motivo de su dolor. Pero hablamos. Y los seres hablantes jamás podremos decirlo todo y con exactitud. Por eso, aunque no queramos hacerlo, aun de un modo muy lunar, estamos condenados a mentir… aunque sea un poco. La verdad requiere mucho esfuerzo y un alto grado de análisis personal y valentía.
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