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El Mundo 18 de febrero de 2022

El ex obispo Eduardo Pironio quedó más cerca de ser beato

La decisión del papa Francisco supone un nuevo paso en el camino a la beatificación del ex Obispo de Mar del Plata, Fue el creador de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

El cardenal Eduardo Pironio, segundo obispo de Mar del Plata y creador de la Marcha de la Esperanza, será beatificado hoy en Luján.

CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco autorizó este viernes la publicación del decreto que reconoce las “virtudes heroicas” del cardenal Eduardo Pironio, ex Obispo de Mar del Plata, lo que supone un nuevo paso en el camino a la beatificación del purpurado nacido en 1920 en 9 de Julio y fallecido en Roma en 1998.

Con el reconocimiento de las “virtudes heroicas” publicado hoy por el Vaticano, Pironio pasará a ser “venerable” y quedará a un milagro de poder ser beatificado, según la reglamentación vaticana.

La publicación del decreto vaticano por parte de la Congregación para las Causas de los Santos, que dirige el italiano Marcelo Semeraro, se da a casi seis años de que se inciara la denominada “fase romana” del proceso por el que Pironio puede convertirse en el segundo santo argentino, tras el “cura gaucho” José Gabriel Brochero, canonizado en 2017.

Pironio, el más joven de una familia de 22 hermanos, fue el creador de las Jornadas Mundiales de la Juventud que se siguen haciendo de forma trianual con la presencia del Papa.

Fuentes vaticanas explicaron a Télam que la comisión médica del Vaticano, que debe decidir sobre la beatificación de Pironio, deberá estudiar ahora un posible milagro en la curación de un niño argentino que había tragado y respirado polvo de cobre y que, tras ser internado, fue dado de alta completamente curado y desde entonces no ha tenido ninguna otra consecuencia, en el que habría intercedido una oración de la madre al cardenal.

Ejercicio episcopal

“¡Qué necesario, para los tiempos difíciles, es tener seguridad de que Jesús es el Señor de la historia que permanece en su Iglesia hasta el final y que va haciendo con nosotros la ruta hacia el Padre!” Esta es una de las reflexiones del Cardenal Eduardo Pironio.

Profundamente mariano y discípulo fiel de Jesús , el cardenal Pironio decía que “la alegría de María es doble: ser discípula del Señor y ser madre del Redentor. Pero es más feliz María por ser discípula del Señor que por ser madre”. Una vocación mariana que fue recompensada desde muy joven, cuando apenas dos días después de su cumpleaños número 23, el 5 de diciembre de 1943, fue ordenado sacerdote en la Basílica de Nuestra Señora de Luján, a la que regresó también para su descanso eterno el 14 de febrero de 1998.

PIRONIO EDUARDO

Fue el 27 abril de 1972, cuando Pablo VI lo nombra obispo de Mar del Plata, que monseñor Pironio inicia un ejercicio episcopal, muy intenso y también convulso, en el que por su opción preferencial por los pobres se gana el amor del pueblo pero molesta a los grandes. Un ejercicio episcopal que dura poco, sólo tres años, pero que deja huellas profundas en Argentina, antes de emprender como brillante teólogo y pastor – ya reconocido a nivel continental desde su cargo como secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) -, un largo e importante servicio en la Santa Sede.

El mismo Pontífice lo creó cardenal el 24 de mayo de 1976. Juan Pablo II lo confirmó como Prefecto del Dicasterio para los Religiosos, especialmente comprometido en fomentar y apoyar la renovación conciliar de los religiosos.

A partir de 1984, como presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, Pironio eligió tres prioridades: formación, comunión y participación. Se comprometió, en sintonía con el Papa Wojtyla, en la promoción y el discernimiento de los nuevos Movimientos Eclesiales, pero su corazón estaba dirigido sobre todo a los jóvenes.

Su nombre está ligado a las Jornadas Mundiales de la Juventud y a los encuentros, de los que fue uno de los iniciadores.

Los últimos años de su vida estuvieron marcados por la enfermedad, ya que asumió la carga de un sufrimiento cada vez más agudo con confiada esperanza, ofreciéndola, como escribió, “por la Iglesia, los sacerdotes, la vida consagrada, los laicos, el Papa, la redención del mundo”.