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Policiales 7 de octubre de 2016

Aquella entrevista a Izaguirre hijo: “Yo soy inocente”

Transcripción de la entrevista mantenida por un periodista de LA CAPITAL con el hijo de José Izaguirre mientras estaba preso.

Recorte policial del diario LA CAPITAL mencionando el enigma de La Caldera.

Después de algunos días en prisión, el 11 de febrero de 1923, Juan Antonio Francisco Izaguirre aceptó dialogar con LA CAPITAL para dar un testimonio a tono con su estrategia de defensa.

Pese a las punzantes preguntas del cronista, Izaguirre se mantuvo en su línea y dejó varias frases antológicas.
“Estoy realmente cansado de soportar la abrumadora carga de sospechas que han recaído sobre mi persona por la muerte de mi padre”. La entrevista comenzó de ese modo, con Izaguirre hijo plantado en su lugar aunque con un rasgo de racionalidad: “No niego que muchos detalles no justifiquen este celo de la justicia, pero lo que no puedo soportar es que se me crea capaz de una monstruosidad semejante, como sería la de matar a mí progenitor”.

-Pero según parece usted ha incurrido en actitudes un tanto desconcertantes, lo que ha motivado su detención.

-No creo que yo haya dado el menor motivo para que la policía usara un excesivo rigor para conmigo. Mi declaración prestada en el primer momento es la misma que repetido cuantas veces me ha sido solicitada. Yo soy inocente y no puedo usar de maneras distintas para expresarme, sino diciendo siempre la verdad.

-Pero se ha dicho, y usted mismo lo ha corroborado, que ofreció una cantidad de dinero…

-Sí, señor; en el primer momento y dándome exacta cuenta de la magnitud que asumiría el asunto, yo dije, sin precisar cifra que estaba dispuesto a dar cinco, diez, o veinte mil pesos, para que las cosas se ordenaran en forma que no dieran origen a la más mínima duda sobre mi honorabilidad. Fue tal vez un error, una precipitación, producida por mi natural y humana nerviosidad de esos momentos. Pero, por otra parte, nadie más interesado que yo para que la Justicia realice las investigaciones pertinentes y establezca en forma definitiva la verdad del triste suceso.

-¿Y usted cree que el juez lo absolverá definitivamente?

-Así lo espero; hasta el punto de que, si en este momento me dieran la libertad, no la aceptaría, puesto que yo deseo salir de este calabozo con la frente bien alta y sin la menor sombra sobre mi honor. La Justicia deberá investigar en forma amplia y serena, y, en consecuencia, de ella espero que en su fallo definitivo, haga público que el sumario no afecta mi buen nombre.

-¿Así que usted no aceptaría la libertad condicional?

-No, señor; prefiero hacer lo de mi padre, es decir, tirarme un tiro, porque de otra manera, no podría integrarme a la sociedad, en cuyo seno mi conciencia me dice que puedo sentirme perfectamente cómodo.