Antonio Grimau, uno de los “Rotos de amor”: “Fue desesperante no poder ejercer la profesión”
Le pone el cuerpo a un personaje que vive del encanto y de la ilusión del amor, en una comedia en la que comparte escenario junto a otros grandes de la actuación: Víctor Laplace, Roly Serrano y Osvaldo Laport. Grimau cuenta qué actividad fue la que lo ayudó vivir la cuarentena más cerrada.
Cuatro maneras diferentes de relacionarse con ese gran tema: el amor. Cuatro actores, cuatro improntas en un tiempo donde también la masculinidad tradicional se pone en crisis. Esta es la propuesta de “Rotos de amor”, un espectáculo que vincula a viejos compañeros de ruta: Antonio Grimau, Víctor Laplace, Roly Serrano y Osvaldo Laport.
Desde el escenario de teatro Lido, los intérpretes se prestan a una comedia que se estrenó en Buenos Aires, salió de gira por ciudades del conurbano y ahora es parte de la temporada marplatense.
En charla con LA CAPITAL, Grimau cuenta que su incorporación a la pieza que escribió Rafael Bruzza sucedió tras la muerte de Hugo Arana, sucedida en 2020. “La comedia trata sobre cuatro señores a los que no les ha ido bien en el amor y van desgranando ese tema con humor, con profundidad, con reflexión acerca de la experiencia que ha tenido cada uno que no ha sido buena. Y la verdad es que la pasamos muy bien haciéndola, el público la disfruta mucho”, cuenta.
Grimau agradece volver a pisar un escenario, tras el encierro de la cuarentena más dura y la experiencia de haber padecido Covid, enfermedad de la que le costó recuperarse.
“Fue desesperante no poder ejercer la profesión, este parate de casi dos años fue muy duro, en lo personal tuve que apelar a las actividades que había dejado de lado, como la pintura, pero hubo momentos en que no alcanzaba con ese refugio de las cosas que a uno le gusta hacer más allá de la actuación y se sentía como un peso importante no poder volver a la actividad como actor”, reconoció.
Los libros, los autores tradicionales, al igual que la pintura fueron, en ese sentido, un bálsamo para poder transitar aquellos días. Desde la cuenta en Instagram del actor, @poramoral.artee, muestra cada nuevo cuadro que termina, por lo general abstracciones trabajadas con acrílicos.
“Descubrí la pintura hace más de quince años, cuando me invitaron a una suerte de trabajo grupal en Recoleta y te daban unos crayones y unas hojas y empecé jugando, esa experiencia más otra experiencia escolar de pintura me gustaron, entonces compré mis materiales y empecé a hacerlo por mi cuenta. Y después Bellas Artes me dio conocimientos pero recién el año pasado por consejo de mi hija Antonia empecé a vender”, desliza.
Una de las obras de Grimau.
-¿Qué tan perdedores son estos cuatro amigos rotos de amor?
-Sí, pero son personas que no pierden la esperanza y son cuatro actitudes muy distintas. Pero se rescata esa idea de que finalmente el amor los redime y les da felicidad, pero la experiencia de cada uno en el amor es algo muy interesante de ver, siempre teñido de profundidad y de reflexión. Y hay identificación entre los hombres y las mujeres.
-¿Cuánto se identifica con su personaje?
-Me identifico porque en mi adolescencia me pasaba parecido a lo que le pasaba a mi personaje, que es una persona que vive de una ilusión. Me pasó por menos tiempo que mi personaje pero viví de la ilusión que una persona de la que estaba enamorado, era casada y con hijos en este caso. Y yo viví de la esperanza y la ilusión de que alguna vez ese amor se concretara y si no se concretaba del todo, era placentero encerrarse en ese enamoramiento. Podría tratarse de una locura pero no, de ninguna manera se trata de una locura. Mi personaje vive de una ilusión y es feliz con esa ilusión. Esa es una de las tantas posturas que se ven en el espectáculo acerca del amor.
-Es decir, le alcanzaba con la ilusión.
-Es un poco lo que me pasó a mí, si hay un punto en el que me siento identificado es precisamente en eso. Yo entonces tenía 16 años. Soy una persona muy enamoradiza y muy romántica, las dos cosas. Toda la vida he apelado a la ternura, al respeto, al respeto a la mujer, la delicadeza, las buenas maneras, el no forzar ninguna situación, y si he tenido que quedar de lado como he quedado más de una vez, entonces respetar esa decisión de la persona que está en juego. Reconozco que soy un enamorado el amor, no puedo vivir sin amor, siempre ha sido una estado de mucha felicidad para mí, de mucho goce, siempre me pareció que estar enamorado me tenía en ese lugar un poco en las nubles, por encima de la tierra, y siempre lo viví con mucho deleite.
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