Ciro analiza su vigencia: “No hay posturas snobs, se habla con el corazón abierto”
La banda de Ciro Martínez vuelve a su tradición: tocar en verano en Mar del Plata y llenar el Polideportivo. El músico habla de cómo logró meterse en el corazón de tres generaciones, de la energía extra que se vive en sus recitales y critica una tendencia actual: la poca curiosidad musical.
Un “show muy caliente, más de lo habitual” promete Ciro Martínez para este sábado en el Polideportivo Islas Malvinas de Mar del Plata. Junto a Ciro y Los Persas repasará los himnos de Los Piojos y se meterá por lo mejor su nueva obra musical, compilada en varios discos, el último de los cuales es Naranja Persa 2.
Sabe que esta vez el encuentro será especial: la pandemia los alejó de las celebraciones multitudinarias, como a todas las bandas. Por eso el reencuentro sabe a ganas contenidas, a “energía extra”, de parte de ellos y de sus fieles seguidoras y seguidores, tal como señala el cantante en una charla con LA CAPITAL.
“Para la banda, resulta toda una tradición del verano llenar el Polideportivo. Es un clásico venir todos los años a tocar y tenemos la posibilidad de tocar para la gente de todo el país que está vacacionando, sabemos de gente que viene especialmente el fin de semana que tocamos”, desliza Ciro, consciente de que su música formateó la vida de al menos tres generaciones de argentinos.
Instalados en ese lugar de banda eterna, dueña de una música imperecedera, Ciro y Los Persas asume la música lejos de las modas. Más bien goza de un éxito más allá de los veranos y de los discos. Ciro explica: “Tengo la suerte de que a la gente le siguen gustando mis canciones y yo sigo disfrutando de lo que hago y trabajando para que salga bien. La gente me sigue acompañando y se suman nuevas generaciones a través del tiempo”.
A los recitales “han venido abuelo, hijo y nieto”, reconoce el cantante y compositor. “Da alegría y orgullo, hay un sentimiento compartido porque no hay posturas snobs, se habla con el corazón abierto, a mí no me gusta lo snob ni lo superficial”, sigue. “Creo que la gente que viene a los shows comparte cuestiones que se mantienen en el tiempo, eso hace que haya comunidad, entendimiento y afinidad espiritual”.
Ciro emprende cada vez una búsqueda musical y poética que se desprenda de la coyuntura, del día a día, de los líos de un país siempre convulso. Así se acerca a lo clásico. “Trato de que las letras no tengan que ver con algo puntual del momento, porque corren el riesgo de quedar antiguas en poco tiempo, las letras que he escrito con cuestiones sociales demuestran que las cosas no han mejorado o han mejorado poco, y otras canciones han sobrevivido bien y no siento estar haciendo una parodia de algo que pasó sino que está fresco, haber acertado me da alegría”, confiesa Ciro y se presta a una charla en profundidad.
-En pandemia, las expresiones artísticas quedaron en segundo plano, pero siguen siendo fundamentales, ¿notás que se vive esa necesidad de volver a un recital, como antes?
-Sí, es una cuestión espiritual, tiene que ver con las defensas, con sentirse bien, con el ánimo, con estar más sano y dejar de lado toda la sensación de muerte, de temor y enfermedad que venimos pasando ya hace dos años. Estuvimos haciendo shows en el teatro Opera con gente sentada, y en teatros en Córdoba y en Mendoza también con gente sentada y con todo el protocolo. Y ahora este año volvimos a hacer un show en Córdoba con gente de pie y en el Movistar Arena y estuvo buenísimo. Fue tremenda la energía de la gente. Resultaron shows muy calientes, incluso más de lo habitual. Hay una energía extra. Con los barbijos y la gente sentada se creaba un clima particular, una cosa de ida y vuelta, estilo café concert, charlábamos… pero la gente tiene ganas de volver a saltar y a bailar.
-Desde el ‘89 que pisas escenarios, ¿cambió algo desde los inicios a hoy, lo que sentís, las emociones cambiaron?
-No demasiado, creo que en un principio era, por supuesto, hacerse conocido en un porcentaje grande y ahora uno sabe que la gente es fana, conoce todos los temas y hay poca gente que va por primera vez, pero la hay también. En un principio era salir a tocar sin que nadie conociera nada o muy poca gente. Pero los nervios están siempre, uno escucha que otros artistas por más tiempo que estén tocando o actores les pasa lo mismo. Hay un nervio porque hay una cuestión del momento y del aquí y del ahora y la realidad es que es en carne viva, no hay intermediarios. Entonces es inevitable que uno sienta nervios frente a esa situación de abrirse, de decir cosas, de esa emoción tremenda que se siente en un show. Inevitablemente es una situación especial.
-Con Los Piojos empezaron a fusionar estilos, géneros, algo que hoy está mucho más presente que entonces, ¿se sienten precursores de fusionar, de provocar un encuentro entre varias músicas?
-Cuando empezamos con Los Piojos me gustaba mucho el candombe y Rada y ni bien pudimos lo invitamos. Rada hacía candombe y jazz y ha hecho rock. Yo nunca me sentí cerrado a un estilo, incluso invité a Horacio Lavandera a tocar temas clásicos en el Luna Park con Ciro y Los Persas. Hicimos una versión del Himno.
-Ahora es común, antes no lo era.
-Más o menos. Es real que hubo un cambio en el público, antes vos ibas a un festival y si había alguien un poco más lejano al rock le tirabas de todo, insultabas y cosas así y ahora la gente es más abierta y comprende que el músico está haciendo música y si te gusta disfrutalo y sino andate a escuchar otra cosa. No es necesaria esa agresividad, mejor depositarla en otro lado. Los festivales ayudaron mucho, en un escenario tenés estilos distintos. Siempre me gustó la música negra, el jazz, el candombe y muchos músicos mezclaron estilos. León Gieco y Divididos hicieron cosas con el folklore. No estoy tan seguro de que ahora ocurra más que antes, creo que los festivales han ayudado a que la gente se relaje y disfrute de distintos estilos y sea tolerante a otros géneros.
-¿La accesibilidad que tenemos a la música hoy ayudó a esa apertura?
-La accesibilidad… no estoy seguro de que sea determinante de eso porque siempre hay modas y patrones y medios de difusión que le dan cabida a determinado género o van detrás de lo que en ese momento esté de moda. No estoy tan seguro de que uno prenda la radio y escuche mucha variedad. Creo que la gente sigue a lo que está de moda y hay poca gente con curiosidad musical y con ganas de profundizar. La mayoría escucha lo que está sonando de moda, poca gente se pone a profundizar en quién es el que canta, cuántos temas hizo o de dónde viene esa música, que es lo que antes ocurría cuando uno compraba un disco, que escuchabas todos los temas, analizabas el arte y era un tema elegir un disco porque salía un dinero. Hoy se invierten las cosas: el que tiene todo no tiene nada, está todo a disposición pero es poca la gente que profundiza y se pone a ver quién lo hizo. La mayoría consume lo que está para ser consumido, lo que está impuesto en los medios o en las redes sociales. Se impone junto al trabajo de multinacionales y empresas discográficas. Siempre fue así.
-¿Y ustedes, cómo eludieron las modas?
-Después de Tercer Arco, en el ’96, son 26 años, y evidentemente no, no somos moda, tengo la suerte de que a la gente le sigue gustando mis canciones y yo sigo disfrutando lo que hago y trabajando para salga bien. La gente me sigue acompañando y se suman nuevas generaciones a través del tiempo.