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-Hola Delfi. ¿Qué hacés?
-Bien. Acá.
-Mi tía me invitó a pasar el finde a su casa en Montevideo y no sé qué hacer. Por Leo, ¿viste?
-¿Tu tía, la arquitecta famosa, de la casa zarpada?
-Sí.
-Mira Mili, si no vas, voy yo… A Leo lo ves todos los días en la escuela.
-¿Querés venir?
-Cualquiera, pero estaría bueno.
-Celeste tiene toda la onda, la conocés. Y mi tío es copado también. No van a tener problema. Además ellos tienen que ir a un congreso o algo así.
-Te debe invitar porque le sobra la plata.
-No. No es eso.
-Ojalá yo tuviera tíos así.
-¿Así cómo?
-Así. Copados y con plata.
-Delfi, a Celeste también le pasan cosas feas. El otro día lloraba y le decía a mamá que odia que le digan que tienen que tener hijos. Que la miran mal cuando dice que no quiere…
-¿Que qué ?
-Eso. Que la gente le dice todo el tiempo que tiene que buscar un bebé. Y que empezó a tomar un ácido no sé qué y que cuando lo toma le cae mal…
-Mmm. Re cualquiera. Mi hermana, la más grande, está de novia con una flaca y ni se enrosca con lo que piensen los demás. ¿Adónde dice que hay que casarse y tener hijos?
-Qué se yo. Las amigas serán. Y encima también escuché que le decía que no se quiere juntar con ellas porque se la pasan hablando de los hijos, de los maestros, de los cumpleaños.
-Sí. Como nuestras mamás. ¿Te acordás? Cada vez que les pedíamos algo se ponían locas porque no las dejábamos hablar tranquilas.
-No entiendo nada.
-¿Qué?
-Al final no sé qué es mejor.
-Dale. Mili, vamos a Montevideo…
-No Delfi. No hablo de eso. Hablo de mi tía. Les va re bien en el trabajo, viajan, es linda y no está contenta.
-Pobre.
-Sí. Pobre. Debe ser horrible tener que hacer para dejar contentos a los demás…
-Yo pensé que de grande eso se terminaba.
-Yo también. Por eso me da tanta lástima. ¿Te dejarán venir el finde con nosotros?