Enojos, reproches y negociaciones que no prosperaron en el Concejo
El Frente de Todos le facturó al oficialismo la forma en que impulsó a Sánchez Herrero. Buscó dar un golpe de efecto e hizo dos pedidos concretos, pero el interbloque de Montenegro no se los concedió.
La sesión preparatoria del Concejo, cuando todavía no había sido votada Sánchez Herrero. Hubo un cuarto intermedio de más de cinco horas.
Por Ramiro Melucci
Las más de cinco horas de indefiniciones que mediaron el jueves a la tarde entre el inicio del cuarto intermedio en la sesión preparatoria y la votación de Marina Sánchez Herrero como nueva presidenta del Concejo Deliberante fue la forma que encontró el Frente de Todos para hacerle un reproche al interbloque de Juntos por el Cambio: el de no haberle transmitido la propuesta de manera formal antes que a los medios.
El nombre de la radical comenzó a trascender a fines de julio, tras el cierre de listas. Aunque en un principio ambas partes lo negaron, formó parte de las negociaciones entre el intendente Guillermo Montenegro y el presidente de la UCR bonaerense, Maximiliano Abad. El hecho de que la versión haya sido confirmada primero por LA CAPITAL –que se limitó a hacer la elemental labor periodística de confirmar un rumor– y no haya sido informada en la Comisión de Labor Legislativa (la que reúne a los jefes de bloque) causó el enojo de los ediles opositores.
El miércoles a la tarde se terminaron de convencer de que la entronización de Sánchez Herrero no podía ser una fiesta. Sucedió luego de que el intendente y el interbloque oficialista hicieran público su respaldo a la radical. En esa foto de unidad, Juntos por el Cambio ratificaba lo que se intuía: nunca consideró imprescindible transmitirle antes el nombre de Sánchez Herrero a los jefes de los bloques opositores. Dedujo que bastaba con ser lo que era: la propuesta de la fuerza ganadora de las últimas elecciones. Y que, como marca la tradición, debía votarse sin más discusión.
Por charlas informales, en el Frente de Todos ya conocían la intención oficialista. Que recién se formalizó el jueves a la mañana, poco antes de la sesión, cuando la recién designada jefa del bloque radical, Marianela Romero, se la comunicó a su par del Frente de Todos, Marina Santoro. En los días previos, el primero en acercarse a Santoro con el nombre de Sánchez Herrero había sido Norberto Pérez –el que se convertiría en secretario del cuerpo–, pero el kirchnerismo lo desconoció como interlocutor.
En un intento por conflictuar la alianza de Montenegro con Abad, el principal bloque opositor preguntó de entrada si podía rediscutirse la propuesta. La respuesta fue negativa. Entonces formuló dos pedidos concretos para acompañar el nombramiento: que Ariel Ciano pudiera formar parte de la Comisión de Labor Legislativa aunque no fuera presidente de bloque y que el Frente de Todos tuviera cuatro integrantes –sobre nueve– en la estratégica Comisión de Legislación.
El interbloque de Montenegro contrapuso argumentos reglamentarios, dijo que no era momento para dar esas discusiones y, sobre todo, sostuvo que no podía comprometer la palabra. Le preocupa la composición de la comisión de Legislación. Cavila que podría quedar desnivelada en favor de la oposición si a los cuatro representantes del Frente de Todos se les sumara Nicolás Lauría, de Crear Juntos. Por eso, en principio, contestó que no.
En los días previos, el primero en acercarse a Santoro con el nombre de Sánchez Herrero había sido Norberto Pérez, pero el kirchnerismo lo desconoció como interlocutor.
La dupla de los ex jefes de bloque oficialista también asumió su papel en la sesión preparatoria, en tándem con el Frente de Todos. Insinuó por lo bajo las posturas más férreas contra la designación de Sánchez Herrero, explicables a partir de la antipatía eterna de Lucas Fiorini –referente de Crear– con el radicalismo y Abad.
Acción Marplatense tampoco le hizo las cosas fáciles al oficialismo. Pidió que las dos grandes fuerzas políticas se pusieran de acuerdo y prometió acompañar una propuesta solo si antes estaba consensuada. Lo hizo cuando ya sabía que la discusión venía enmarañada y se entreveía el desacuerdo.
Al cabo de la sesión, Santoro celebró el dato numérico que arrojó la jornada: 13 de 24 concejales se abstuvieron en la votación de la nueva presidenta del Concejo. “Teníamos la mayoría para votar de forma negativa o imponer otra voluntad”, graficó. Pero la intención fue dar un mensaje de advertencia al oficialismo, no rechazar la propuesta. La abstención supuso una disconformidad pero no una traba.
El único antecedente que contravino la tradición de que el presidente sea de la fuerza que ganó las últimas elecciones seguirá siendo el del 1 de abril de 2015, cuando Ciano, entonces del gobernante Acción Marplatense, asumió en reemplazo del radical Nicolás Maiorano. Vilma Baragiola, de la UCR, había ganado las legislativas de 2013 pero ya había sido desplazada. Ciano, impulsado por Gustavo Pulti, tuvo el respaldo del entonces Frente para la Victoria. Guiños del destino.
La dupla de los ex jefes de bloque oficialista también asumió su papel, en tándem con el Frente de Todos. Acción Marplatense tampoco le hizo las cosas fáciles al oficialismo.
El resultado de la votación añade un interrogante político en el inicio del segundo tramo de la gestión de Montenegro: ¿cuál será la estrategia de Pulti para tratar de mantener la representación legislativa en 2023? Hasta ahora acompañó al oficialismo, pero lo del último jueves es un gesto en dirección contraria. Convendría, de todos modos, observar la escena con prudencia. Una golondrina no hace verano. Menos si se trató de una intriga palaciega que no demoró ningún expediente vital para Montenegro y amargó sobre todo a la UCR, viejo rival de Pulti.
El radicalismo, consciente de que Juntos por el Cambio siempre necesitará aliados en el recinto, reaccionó solo contra el Frente de Todos. El ex presidente del Concejo y titular de la UCR local, Ariel Martínez Bordaisco, le recordó la derrota por casi 20 puntos de noviembre. Otros oficialistas no dejaron pasar otro detalle: el nombre de la vicepresidenta primera, Virginia Sívori, también fue confirmado primero por el diario, pero no por eso le restaron apoyos.
En su razonamiento, el kirchnerismo apeló a una comparación que suele resultarle tentadora, aunque a veces tenga más elementos que otras para sostenerla: la del oficialismo actual con el arroyismo. “Las formas –dijeron– fueron las mismas”.
El gobierno municipal siempre hizo esfuerzos por evitar ese paralelismo. En el Concejo también. El caso testigo es el de Mauricio Loria, el último edil arroyista. En sus dos años finales como concejal prestó servicios a la bancada montenegrista, pero nunca, ni siquiera cuando estaba dispuesto, lo incorporaron formalmente. Por si a alguno se le ocurría atar algún cabo.
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