El 25% de los jóvenes marplatenses come de forma “poco o nada” saludable
Las principales barreras son la falta de tiempo y los costos. El 64% se alimenta de manera "algo" saludable y solo el 11,3% cumple con los estándares nutricionales, según una investigación realizada por la Universidad Nacional de Mar del Plata sobre la alimentación y los hábitos de los centennials y millennials.
Para la mayoría de los jóvenes la alimentación "es importante" pero una minoría come saludablemente.
Cerca del 25% de los centennials (18-24 años) y millennials (25-35 años) marplatenses tiene una alimentación “poco” o “nada” saludable, de acuerdo con un completo estudio llevado adelante por la cátedra de Investigación de Mercados de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
El trabajo buscó relevar, interpretar y cuantificar los comportamientos alimenticios de los jóvenes marplatenses de entre 18 y 35 años, así como también sus hábitos saludables, a través de encuestas personales y virtuales.
Como punto de partida, el 53.7% de los encuestados consideró que la alimentación es “muy importante” para su salud, mientras que el 38.6% la cree “algo importante”. Pero de todas maneras, ambas generaciones opinan que es en definitiva sustancial.
Sin embargo, solo el 11.3% de los jóvenes consultados afirma que se alimenta de manera “totalmente” saludable, mientras que el 64% considera tener una alimentación “algo saludable”.
La mayoría de las respuestas están concentradas entre las opciones “algo saludable” y “totalmente saludable” , representando el 75.3%. No obstante, el 24.7% restante se reparte entre “poco saludable” y “nada saludable”.
Las principales barreras para alimentarse mejor que se mencionan son la falta de tiempo y los costos que implicaría ello, especialmente porque más de la mitad de los encuestados se encarga de cocinar lo que consume a diario.
Además, el 57.8% opina que en estos últimos años, la alimentación de la sociedad en general se tornó más saludable.
A la hora de buscar motivación para desarrollar una alimentación saludable, ambas generaciones coinciden en que la causa más significativa es mejorar la salud (78.5%).
El 77% de los jóvenes encuestados no sigue ninguna dieta en especial.
En detalle, millennials aducen “mayores costos” y “falta de información” como principales barreras para mejorar su alimentación; los centennials admiten “falta de interés” e “incompatibilidad con los miembros de su familia”.
Entre los encuestados que reconocen comer de manera poco saludable se advierte “una propensión significativa entre las personas que poseen un nivel educativo bajo”, indica la investigación.
En lo que a dietas o tipo de alimentación específica respecta, la mayor parte de los encuestados (77.9%) no sigue ninguna dieta en especial. Mientras que dentro de los que sí lo hacen, la dieta que se destaca es la del vegetarianismo (30.9% del total de los encuestados que siguen una dieta).
Por otro lado, la investigación indagó acerca de qué era o qué es lo que los motivaría o los motiva a comer de una manera más saludable: ambas generaciones coinciden que la causa más significativa es mejorar la salud (78.5%).
En cuanto a cómo se informan los jóvenes para tomar decisiones sobre la alimentación, dentro del 80% que se informa el común denominador lo hace a través de un nutricionista y, en menor medida, de algún medio de comunicación o redes sociales.
Pandemia y etiquetado frontal
En relación a la pandemia y su impacto en la alimentación, más de la mitad de los encuestados (61.4%) afirma que ésta generó un cambio en sus hábitos alimenticios, siendo un cambio más para bien (43.3%) que para mal (18.1%).
El sondeo también da cuenta de que las principales barreras para el acceso a alimentos saludables fueron tener menos dinero para comprar (69%), y el temor a contraer el virus (34%)”.
Por otro lado, la mayor parte de los centennials y millennials (80.6% y 82.2% respectivamente) leyeron, vieron o escucharon hablar de la Ley de Etiquetado Frontal que se aprobó recientemente, y opinan que están de acuerdo con la misma, ya que el 79.5% cree que mejoraría la alimentación.
No obstante, cabe destacar que distinguiendo por niveles educativos, el 34.4% de los encuestados pertenecientes al nivel educativo bajo desconocían dicha Ley, mientras que el porcentaje de desconocimiento en los niveles medios y altos es menor (14.7% y 13.3% respectivamente).
Siguiendo con la información a la hora de consumir alimentos, las mujeres tienden a leer más las etiquetas y la información nutricional, a pesar de que no todos saben cómo leerlas.
Por otro lado, en lo que refiere a un packaging y un producto ecológico, tanto los millennials como los
centennials no le brindan significativa importancia a estos aspectos, pero sí les interesa que el producto sea de
origen natural.
Hábitos saludables
La amplia mayoría de los jóvenes marplatenses encuestados (85,9%) realiza actividad física, por lo menos, una vez por semana. Mientras que el 71.5% de los centennials y el 66.3% de los millennials no realiza ni meditación ni terapia.
Más de la mitad cree que la alimentación es importante para llevar a cabo una vida saludable, pero comparando por niveles educativos, el nivel educativo bajo es el segmento que menor importancia le da.
Lo mismo sucede con la actividad física, exceptuando que, en comparación con las mujeres, los hombres
consideran que ésta es mucho más importante que las mujeres (63.3% vs. 48.3% respectivamente).
A diferencia de esto, en materia de terapia y/o meditación, se advierten diversas opiniones, donde no es posible observar una tendencia evidente. Por un lado, un 30% de los encuestados considera muy importante la terapia y/o la meditación para tener una vida saludable. Mientras que a su vez, un 16% de las personas argumenta que no es nada importante. Si bien el indicador es menor, denota una opinión muy marcada.
En sí, los jóvenes consideran que la alimentación es importante en la salud. La mayoría de las respuestas se concentran entre “muy” y “algo” importante. De las mujeres, ninguna mencionó que no era importante. Pero desglosando por grupos etarios, los hombres centennials y las mujeres millennials son los que mayor importancia le dan.
Entre el 10% el 15% las personas sufre algún trastorno alimenticio
Según las cifras del último informe de la Asociación de Lucha Contra Bulimia y Anorexia (Aluba), Argentina es el segundo país del mundo con más casos de trastornos alimenticios.
Lorena Lázaro Cuesta, nutricionista, docente y directora del Observatorio Alimentario Nutricional de la Escuela Superior de Medicina en la Universidad Nacional de Mar del Plata, aseguró que “entre el 10% y el 15% de los argentinos tienen algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria” en declaraciones al Portal Universidad.
Esta patología está vinculada a “la preocupación excesiva por el peso corporal y a la obsesión por la imagen, por lo que se produce una alteración en la ingesta alimentaria. Si bien hay diferentes tipos de entidades, las más conocidas o las más frecuentes son bulimia nerviosa y anorexia nerviosa“, explicó.
Particularmente en Mar del Plata, la especialista reveló que “no tenemos un dato puntual” pero, en general, el porcentaje de personas que sufren trastornos alimenticios responde a las tendencias nacionales. Por lo tanto, podríamos asumir que son entre un 10% y un 15%, eso hace que debamos tener en claro que esta problemática afecta a un número considerable de la población”.
Al tratarse de una patología influenciada por el entorno, “hay factores culturales, psicológicos y sociales que influyen en las decisiones que toman las personas”. Sin embargo, afecta sobre todo a las mujeres jóvenes que, particularmente, “son más vulnerables” en cuanto a los trastornos de la conducta alimentaria. “Esto tiene que ver con ciertos estereotipos de imagen y con las exigencias estéticas por las que atraviesa la sociedad“, indicó.
Algunas personas se embarcan en fuertes restricciones nutricionales y supresiones alimentarias. Foto: Sprout Health Group.
En cuanto al tratamiento, Lázaro Cuesta confirmó que “el abordaje debe ser interdisciplinario, donde la familia es clave en la identificación temprana de algún tipo de alteración o distorsión”.
El abordaje integral implica que no solo haya un profesional en nutrición, sino que también debe haber psicólogos, probablemente psiquiatras y un acompañamiento de médicos de otras disciplinas para que, de esa manera, se pueda transitar un proceso mucho más efectivo.
En esta misma línea, es esencial el acompañamiento durante la etapa de la adolescencia, donde “el grupo de pares es fundamental porque son quienes más comparten ciertos códigos y momentos sociales”.
En Argentina existe una gran preocupación por estos temas pero, al mismo tiempo, Lázaro Cuesta declaró que se está observando una tendencia creciente hacia el sobrepeso y la obesidad.
A través de encuestas nacionales, dependiendo la edad y la región, el 43% de los niños tiene sobrepeso y obesidad.
En el caso de los adultos, esa prevalencia es mucho mayor, por lo tanto, “hay mucho por hacer desde los diferentes sectores e instituciones vinculadas con la alimentación y la nutrición para mejorar o revertir estas tendencias”, concluyó.
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