Florencia Canale: “Sigue siendo tabú que una chica se enamore de un cura”
La escritora marplatense vuelve, en su novela "Pecadora", a últimos años del gobierno de Rosas en esta historia que profundiza en los detalles desconocidos del amor trágico de Camila O' Gorman y Ladislao Gutiérrez.
“Esta historia me atraviesa, me interpela de un modo muy especial y profundo porque desde el nacimiento de Camila, hasta su fusilamiento, todo va preanunciando la tragedia”, asegura la escritora Florencia Canale sobre los hechos relatados en “Pecadora”, su última novela, publicada en octubre de 2021 por Planeta.
A meses de haber puesto punto final a la escritura de esta obra, Canale no puede ni quiere desprenderse de Camila O’ Gorman y de Ladislao Gutiérrez, estos personajes “de otro tiempo, peligrosos para la época, atravesados por la pasión que se decidieron a vivir”.
“Pecadora” desanda las historias de Camila y Ladislao y de cómo el amor prohibido irrumpió en sus vidas y selló sus destinos, haciendo hincapié en los detalles familiares, políticos y religiosos que confluyeron para ese final preanunciado que fue “inaudito, incluso en aquella época”.
En una charla con LA CAPITAL, la autora analizó la situación y reconoció que, con respecto a 1848, las mujeres “hemos ganado derechos” pero “sigue siendo tabú que una chica se enamore de un cura”.
En este relato, además de desvelar los entresijos de la hipocresía de la época y los conflictos de Juan Manuel de Rosas para mantener su poder, también termina de delinear los últimos días de vida de Ana Périchon de Vandeuil, que desarrolló en “La libertina”.
– ¿Cómo se te ocurrió retomar la historia de esta familia que iniciaste en La Libertina y a Rosas que ya habías trabajado y que están tan vinculados con el destino de Camila y Ladislao?
– Se me ocurrió seguir con esta familia. Y esta familia, como vos decís, está inevitablemente atravesada por por el rosismo y por Juan Manuel de Rosas. Pero también porque esa abuela y esa nieta son, casi como en un espejo con distorsiones, un anuncio fatídico. Estamos todo el tiempo entendiendo que va hacia lo inevitable. Creo que no debe haber personas que no conozcan el final de la historia, pero el transcurso hacia ese final tiene muchísimos condimentos para desmenuzar.
-Ese final trágico tiene que ver con que ellos no se circunscribieron a la hipocresía de la sociedad de la época. Hay ejemplos en la misma novela de cómo podrían haber mantenido las formas y su amor en “secreto”.
– Exacto. Como algunos otros sacerdotes que vivían unas vidas bastante disipadas para el dogma y de lo más tranquilos, incluso el dos de la jerarquía, que no tiene una sino dos mujeres y ha tenido hijos con estas dos mujeres, Camila y Ladislao podrían haber vivido eso, ser amantes. Si él mantenía su lugar al mando del Socorro y ella sus clases, o tal vez incluso si ella se casaba, podían mantener esa doble vida, pero ellos no quisieron eso y yo diría, incluso, que redoblan la apuesta porque eran muy religiosos, porque por haber trascendido su propio cuerpo y haber decidido que se dejaban llevar por la pasión y el amor no dejaron de ser creyentes. Y, por supuesto, el fin es una decisión que toma el gobernador, un castigo a este crimen que ellos estaban cometiendo, pero yo creo que al haber elegido Goya para establecerse pudiendo haberse comprado algún pasaje a Río de Janeiro, ellos, como dos devotos que eran, se donan a la ley. Porque en principio la enfrentan pero se entregan para recibir el castigo porque ese amor no podía ser terrenal, ese amor debía vivirse en el más allá.
– Además de su pasión y su amor, hasta el fin, son leales.
– Ellos defienden lo que han vivido. Ella se podría haber salvado -por supuesto terminando sus días en el convento- pero defiende a ese hombre y a ese amor. Le dieron la oportunidad de decir que se dejó seducir, como si no hubiese tenido voluntad, pero no lo hace y yo creo que, si hay alguien que tomó decisiones, fue Camila, estoy convencida. No sé si Ladislao solo, por su propio peso, hubiera tenido la fortaleza de tomar solo esas decisiones y llevarlas adelante. Tampoco quiere decir que ella lo engatusó, pero de algún modo aquí está planteado el mito del origen, una suerte de Adán y Eva, porque ella realmente se tira al abismo del amor sin plantearse las consecuencias.
– ¿Por eso es considerada peligrosa, incluso por su propia familia?
-Ella es temeraria y él también, ellos son peligrosos para la sociedad, porque Rosas, con su firma, responde a la sociedad que pide sangre, pide castigo ejemplar. Incluso el padre de Camila va a pedir castigo, además de la institución, la jerarquía eclesiástica. Hay toda una connivencia y un acuerdo generalizado con que esto es lo que hay que hacer y es escalofriante.
– Eso es clave, porque más allá de que entonces la ley decía que lo que hicieron Camila y Ladislao era un delito, Rosas toma la decisión por una cuestión de conveniencia política y porque la situación se había escapado de su control, no por una visión moralista del asunto…
-Por supuesto. El organiza una reunión con los letrados, con los doctores, pide opiniones y qué es lo que dictan la ley y el derecho canónico, y le dicen lo que se debe hacer. Además, como vos bien decís, a este acontecimiento que comienza en diciembre del 47, cuando esto salta la luz porque ellos emprenden la fuga y termina con el fusilamiento en agosto del 48, lo usa la oposición para fustigar a Rosas. Es a partir de ahí cuando el poder o la figura de Rosas empieza a caer estrepitosamente hasta febrero del 52, Caseros y su propio exilio. El enojo de Rosas no es moral, es porque se le escapó a él, porque no le contaron las cosas a tiempo, porque se escapó a su control y él era un gran controlador, yo diría ‘el’ controlador del siglo XIX. Y también tenía un tema con la institución y con los hombres que integraban la Iglesia.
– Camila y Ladislao quedan envueltos en las luchas de poder…
– El segundo gobierno, a Rosas, empezaba a ponérsele áspero, después del primero que había sido bueno, en el que había logrado cierta calma después de tanta sangre. Seguramente que tuviese tanto poder, al resto de los poderosos no le gustaba. Fijate que Urquiza, quien lo destituye, después también es asesinado porque empezaba a tener demasiado poder para algunos muchachos en las sombras, no los que ponen la cara, los poderosos en serio, los que dan miedo.
– Salvando las distancias, parecido a la actualidad.
– A medida que nos vamos acercando a nuestra época, quizás los métodos son un poco más complejos y menos sangrientos pero siguen teniendo la misma fórmula. La historia es una tragedia, pero no como género literario sino real, funesta y desesperante porque es la historia de la humanidad todo el tiempo y hay que tratar de acomodarse lo mejor que uno puede cuando le toca protagonizar la vida, y, te diría, en silencio y quietita, no vaya a ser que se despierten los demonios.
– Las historias de ellos dos, antes de conocerse, también contribuyen a terminar de entender por qué actuaron como actuaron.
-A Ladislao el amor lo arrasó. El no lo buscaba. Fue arrasado por esta tromba amorosa que lo somete a la pasión. Camila tenía, pareciera, la genética de la abuela, y un sentido de la lealtad, unos ideales que no iba a traicionar. Ese idealismo tan conmovedor, emocionante, es de los dos. Para mí fue de una intensidad enorme leer e investigar para esta novela. Por supuesto conocía lo que cuenta la película de María Luisa Bemberg, pero no se ha escrito mucho más, salvo del fusilamiento como hito político. Yo necesitaba ponerle una vida a ella, desde su nacimiento hasta su muerte, incluso necesitaba contar los despojos tras su muerte. Porque esa familia queda herida, atravesada por esa violencia, porque que ese padre fuera a pedir el castigo de su hija hoy es inaudito. Incluso para los ojos de aquella época también es escalofriante.
-¿Te hizo reflexionar, esta investigación, acerca de la evolución de los derechos de las mujeres, sus libertades?
-Yo creo, por supuesto, que hemos adquirido derechos con el paso del tiempo. Hubo un giro absoluto en cuanto a donde estamos plantadas las mujeres en la actualidad. Sin embargo, hay cosas que siguen siendo tabú. Hay una cuestión que excede el tiempo e incluso hoy en día, por más que seamos más modernas, más libres, más autónomas, sigue siendo tabú que una chica se enamore de un cura, sigue siendo un crimen. A partir de esta novela me han contado varias historias secretas de sacerdotes que han tenido una relación amorosa con una de sus fieles, pero que al fin y al cabo no han logrado vivir su amor abiertamente porque el hombre siguió con su vida de cura. Le quito lo político y lo social, me parece que no hay creencia, religión, o dogma, cuando la pasión se transforma en el único fluido que tenemos. Lo estable, lo prolijo, poco tienen que ver con la pasión. La pasión nos desestabiliza y me parece que a pesar de que los siglos hayan pasado, eso es inherente al ser humano.
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