Una historia que se repite y que cobra aún mayor visibilidad en el marco de un fin de semana largo con fuerte movimiento turístico: la insuficiente cantidad de taxis y remises en Mar del Plata. Este sábado, los dos vuelos que arribaron al aeropuerto Astor Piazzolla lo hicieron llenos de pasajeros, pero estos debieron esperar más de una hora hasta encontrar un vehículo que los transportara hacia la zona urbana.

Tal como viene dando cuenta LA CAPITAL, la reactivación de actividades que estaban restringidas por la pandemia dejó al descubierto una falencia: faltan choferes de taxis y remises, principalmente en horario nocturno. Esta situación queda en evidencia en aquellos lugares muy concurridos como el Casino Central, las cervecerías, los boliches, la Ferroautomotora y también el aeropuerto.

A la renovada terminal aérea de Mar del Plata, este sábado llegaron dos aviones llenos de pasajeros, en gran parte turistas que vinieron a pasear y descansar aprovechando las mini vacaciones, pero también vecinos.

Tras bajar del avión, recoger sus equipajes y salir afuera, descubren que no hay taxis ni remises. Muchos preguntan, averiguan, googlean y llaman hasta que llega alguna unidad y más tarde otra. Sin embargo, no alcanzan y la espera y la falta de taxis resulta ser la primera imagen de muchos al llegar.

La situación adquiere visibilidad en el marco del fin de semana largo, pero se repite a diario: los pasajeros se quejan en el aeropuerto porque no consiguen taxis y remises.

En varios casos, luego de aterrizar, deben hacer fila más de una hora hasta ser recogidos para trasladarse a la zona más urbana de Mar del Plata. Por las noches, la demora suele ser peor.

“Es una vergüenza. Los dos vuelos de hoy vinieron llenos y los pasajeros se tienen que quedar afuera. Es la primera imagen de Mar del Plata al llegar, que no hay taxis”, comentó un viajero tras una extensa espera.

La falta de choferes resiente el servicio y hay preocupación de cara al verano. Las entidades de taxis sostienen que necesitan incorporar unos 500 trabajadores antes de diciembre para poder dar cobertura a la demanda que habrá en temporada.

Como en tantas otras actividades, el principal quiebre se dio en marzo de 2020 cuando llegó la pandemia. Ese verano, que hubo una importante afluencia turística en la ciudad, eran cerca de 1.500 las unidades (de las 3.000 licencias habilitadas) entre taxis y remises que circulaban a la noche. La cantidad alcanzaba para dar respuesta al movimiento nocturno.

Pero las restricciones, principalmente nocturnas, impuestas por la llegada de la pandemia, provocaron un derrumbe en la actividad. La rentabilidad cayó a tal punto que, de a poco, muchos choferes empezaron a buscar otra salida laboral y no volvieron. Además, salvo el impasse de la temporada, las restricciones nocturnas se extendieron por más de un año.

Otro aspecto a tener en cuenta es la rentabilidad. Las entidades que nuclean a los taxistas sostienen que el atraso es notorio. Durante el año pasado, sólo hubo un aumento del 20% y luego se sumó otro del 10% en marzo. En definitiva, un 30% en más de un año en el que la inflación estuvo arriba del 50%.

Esta caída en la ganancia también provocó el alejamiento de choferes y de alguna manera, demora el regreso de muchos que dejaron la actividad.