Reencuentro en Mar del Plata de la “familia artística” de Pino Solanas
Hijos, amigos y compañera de vida de Pino Solanas presentaron este viernes la película póstuma del gran director. Hablaron de cómo se gestó este proyecto, que empezó en 2011 y finalizó el año pasado, antes de su muerte. Anécdotas tras la proyección de "Tres en la deriva del acto creativo"
“Fue una cosa festiva e informal, así arrancó, festiva e informal entre comillas”, definió Angela Correa el rodaje de “Tres en la deriva del acto creativo”, película póstuma de Fernando “Pino” Solanas, quien falleció en noviembre del año pasado víctima de Covid. Este filme fue elegido para abrir, en la noche del jueves último, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
La película, que le llevó una década de trabajo, es un documental que reflexiona sobre la creación, el arte y el trabajo, pero es a la vez el testimonio de una generación: la que debió exiliarse en Europa para “salvar el pellejo”, tal como se señala en el filme, durante la última dictadura cívico militar argentina.
“Es muy emocionante su constancia, su deseo de hacer una película sobre lo que era su familia artística” (Gaspar Noé)
A la figura de Pino se sumaron sus amigos en descontracturadas charlas, vino de por medio: el artista visual Luis Felipe “Yuyo” Noé y el actor y dramaturgo Eduardo “Tato” Pavlovsky.
Así aparecen Pino, Yuyo, Tato y sus hijos, todos artistas (Martín Pavlovsky es músico, Juan Solanas es cineasta al igual que Gaspar Noé y Victoria Solanas es productora de cine), y sus compañeras de vida.
Esa “familia artística”, una verdadera comunidad, se fortaleció en París, Francia, siguió creando vínculos cuando regresó la democracia en Argentina en los ’80 y el trío de amigos decidió volver al país para hacer lo mejor que sabía: pinturas, películas, documentales, obras de teatro. Con el compromiso como impronta, nunca dejaron de denunciar el horror del autoritarismo.
“Pino filmaba todo el tiempo. Era de esas personas que se fijaba un objetivo” (Juan Solanas)
La película refleja sus conversaciones, reflexiona sobre cómo nace un cuadro, una obra de teatro o un plano, repasa la vida en Europa, los encuentros y regala una intimidad a la que no le falta bohemia ni humor. También drama, en tanto se cuenta los últimos meses de vida de Pavlovsky.
“Pino sabía lo que quería sacar de esos encuentros”, sigue Angela. “Quería tener filmado un testimonio de lo que hicieron ellos, esta generación de artistas. Estas eran las conversaciones que tenían siempre, (cuando se veían) hablaban de eso en las reuniones, de arte, de política”. También del caos que supone crear.
Diez años de trabajo
Antes de morir, Pino Solanas terminó de montar su película en 2020. Incluso hizo varias versiones hasta llegar a la que se presentó finalmente en Mar del Plata.
Angela Correa junto a Yuyo Noé.
Le llevó diez años de trabajo y centenares de horas de grabación registradas a lo largo del tiempo y, luego, centenares de horas de montaje.
Con un humor envidiable, a sus 88 años el destacadísimo pintor Yuyo Noé recordó por qué Pino tardó una década en terminar este original documental, definido por su hijo como “una biografía de grupo”.
“Fue diputado, después fue senador, Pino acumulaba documentos y trabajaba en varios proyectos simultáneos. Esta película tiene distintas etapas, es así que hay gente que aparece viva, la primera de ellas mi esposa Nora, después murió Tato”, recordó.
Para Gaspar Noé, radicado en Francia y autor de varios filmes, entre ellos “Vortex” que también se presenta en esta nueva edición del Festival de Cine, la película de Pino es el fruto de su tesón.
“Cada vez que pasaba por París con Angela decía voy a hacer unas imágenes más y filmaba. Pino se lo tomaba muy en serio, pero en mi mente filmaba cosas para su colección personal. No pensé que fuera a hacer un largometraje. Es muy emocionante su constancia, su deseo de hacer una película sobre lo que era su familia artística. Y que estaba muy lejos de su otro cine, que es más político, más patriótico, más testimonial”.
Similar fue la mirada de su hijo Juan, director del documental “Que sea ley”, sobre el debate que despertó la despenalización del aborto. “De repente Pino pelaba la cámara y nos decía Juan filmá a Gaspar o Gaspar filmá a Juan y bueno, dale. No es una película solemne. Pino sabía perfectamente lo que hacía, filmaba todo el tiempo. Era de esas personas que se fijaba un objetivo y llegaba a ese objetivo”, recordó a su papá.
“Cuando Yuyo inauguraba una muestra, lo invitaba a Pino y él llegaba con su cámara”, evocó Gaspar. Eso se ve reflejado en la película, que dedica espacio a las muestras de Yuyo y el proceso de trabajo en su taller, con obras que hacen estallar el color y que sintetizan una permanente búsqueda entre formatos y estilos.
La vehemencia de trabajo de Pino Solanas queda expuesta en el material de archivo que generó. “Hay cosas que filmó que tienen un valor extraordinario, tiene miles y miles de entrevistas”, contó Juan. Y su hija Victoria indicó que muchas de esas cintas guardan importancia para la historia reciente.
“El arte es una cosa individual”
El pintor Yuyo Noé.
“Quería ser científico pero me fasciné con los libros de fotografía que tenía Pino. Empecé una carrera de físico y al mismo tiempo de fotografía”, recordó Juan sus comienzos en el mismo oficio que su padre.
“No quería ser cineasta porque veía la vida de Pino, que era una pesadilla, durísima, durísima. No me atraía para nada. Veía que venían a hacer inventarios de mi casa para rematar porque Pino siempre ponía de garantía todo y las películas se caían… era una pesadilla. Y para mí era de todo menos lindo ser cineasta”, contó. “Después la vida me salió diferente”, reconoció el también autor del corto “El hombre sin cabeza”.
Para Victoria, la otra hija de Pino, su vida en el mundo del arte fue una consecuencia de la crianza. “Uno se cría en una cosmogonía, es una cosa que uno absorbe”.
Y la experiencia de Gaspar fue similar: “Veía pintar a Yuyo todos los días, yo quería hacer historietas. Después me metí en una escuela de cine. Iba todos los días a la casa de Juan que era mi mejor amigo en París. Hasta que Pino me propuso ser asistente de él y cuando te metés en el cine y te hacés tantos amigos, es difícil volver para atrás y hacer una vida de historietista aburrida, supongo”.
Aunque después de una larga y prestigiosa carrera, acaso más desencantado, el autor de “Irreversible” expresó: “Cuando sos chico el cine te parece difícil y hacer cine puede parecerse a un arte. Pero cuando uno se mete adentro no se parece a un arte, hay demasiada gente involucrada y el arte es una cosa más individual”.
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