La revolución del rock atormentado
A 25 años de "Nevermind" de Nirvana. Un disco que se convirtió en el sonido y la poesía para toda una generación de jóvenes desclasados, hijos de padres divorciados, amenazados por el Sida y con escasas posibilidades de empleo. Nirvana, con un endemoniado Kurt Cobain, fue el símbolo de aquellas almas que empezaban a quedarse afuera del sistema.
Por David Villafranca
La depresión, la rabia y la angustia reventaron las listas de éxitos gracias al grito desesperado de Nirvana en “Nevermind”, el disco que cumplió ayer 25 años de su lanzamiento y que, con su rock atormentado y herido, llevó el estilo “grunge” al apogeo de su revolución.
Liderado por un mártir ateo y arrastrado por el huracán de “Smells Like Teen Spirit”, tal vez la canción más importante e influyente del rock de los años 90, Nirvana voló muy alto con “Nevermind”, pero su éxito también encaminó a su cantante Kurt Cobain a un laberinto de autodestrucción del que no saldría con vida.
El origen del grupo se sitúa en 1987, cuando se unen en Aberdeen, una ciudad a unos 180 kilómetros de Seattle, el bajista Krist Novoselic y el vocalista y guitarrista Kurt Cobain, cuya infancia en una conflictiva familia se traduciría en una personalidad frágil y con serios problemas.
En su disco de debut, el crudo y áspero “Bleach” (1989), todavía no contaban con el batería Dave Grohl, que cerraría la formación clásica de Nirvana y quien, tras el fin de la banda, enfocó hábilmente su carrera con Foo Fighters.
Pese a ser el lugar de nacimiento de Jimi Hendrix, Seattle no era, históricamente, un foco emblemático del rock estadounidense. Sin embargo, las cosas estaban cambiando y desde la segunda mitad de los años 80 surgieron bandas como Melvins, Soundgarden, Mudhoney y Pearl Jam que, bajo el liderazgo de Nirvana, darían forma al “grunge” como hijos reconocidos del punk y el “hardcore” y decididos a romper algún tímpano a base de ruidosos guitarrazos.
“Nevermind” llegó en un momento inmejorable. En los ochenta había arrasado el pop de sintetizadores; los miembros de Guns N’ Roses estaban demasiado ocupados entre peleas y polémicas; y el heavy metal, pese al fabuloso éxito de Metallica con “Black Album” (1991), perdía impulso y se enfocaba poco a poco en su propio público.
Entre los jóvenes había hambre de rock y, sobre todo, de autenticidad, de música genuina que les hablara a las entrañas. Inadaptación, problemas de autoestima, soledad, incomprensión, apatía y nihilismo. “Nevermind” apelaba con cólera a todo eso para conectar con la frustración de una juventud acosada y perdida que describió Michael Azerrad en la biografía “Come As You Are: The Story of Nirvana” (1993).
“Los veinteañeros buscaban música hecha por ellos mismos, algo que expresara lo que sentían. Un impactante número eran hijos de un divorcio. Sabían que iban a ser la primera generación de EE.UU. en tener poca esperanza de estar mejor que sus padres, que sufrirían los excesos fiscales de (el presidente Ronald) Reagan en los años 80 y pasarían su plenitud sexual bajo la sombra del sida”, escribió.
“Se sentían incapaces de rescatar un medioambiente asediado y pasaron la mayor parte de sus vidas con Reagan o (George) Bush (padre) en la Casa Blanca, padeciendo un clima represivo en lo sexual y lo cultural. Se sentían indefensos para afrontar todo eso”, añadió.
Pero, al margen de cualquier explicación, Nirvana triunfó gracias a unas canciones incontestables. “Smells Like Teen Spirit”, que no paró de pasarse por la MTV, tenía un riff arrollador y una letra enigmática, “Come As You Are” sonaba inquietante e intensa en partes iguales, y “Lithium” celebraba la extravagancia y el desamor.
La urgencia punk de “Breed”, un canto al hastío, contrastaba con la austeridad de “Polly”, inspirada en un caso real de violación a una menor y que ejemplificaba el turbio tono lírico del álbum. “La música me ha dañado físicamente en dos sentidos. Tengo una irritación en el estómago, provocada por la rabia y los gritos”, dijo en una ocasión Kurt Cobain, según el libro “Yeah! Yeah! Yeah!” de Bob Stanley (2013).
“También tengo escoliosis, una desviación de la columna, que se ha agravado con el peso de la guitarra. Siento dolor a todas horas, lo cual contribuye a la rabia de nuestra música. En cierta manera le estoy agradecido”, añadió.
“Cuando salió nuestra música, creo que fue una combinación de ‘porreros’, ‘skaters’ y chicos abandonados que vieron a un grupo de chicos abandonados tocando música que sonaba como si estuviéramos cabreados. Creo que mucha gente se identificó con eso”, apuntó, por su parte, Dave Grohl en el libro “Come As You Are”.
“Nevermind”, que vendería millones de copias y en 1992 lograría desbancar del número uno a “Dangerous” (1991) de Michael Jackson, convirtió a los miembros de Nirvana en estrellas mundiales y, casi sin querer, en referentes de moda con sus pintas desaliñadas, camisas de leñadores y vaqueros rotos. Trágicamente, la inestable y quebrada mente de Cobain no estaba preparada para aquel fenómeno de masas.
Nirvana grabó los discos “In Utero” (1993) y “MTV Unplugged in New York” (1994), pero los demonios del cantante, sus frecuentes desequilibrios y su adicción a la heroína ganaron finalmente la partida: la gran figura del “grunge” se suicidó el 5 de abril de 1994.