Un libro sobre la experiencia del cine de Tarkovski
Por Sebastián Jorgi
Confiesa Pablo Capanna, el autor de “Andrei Tarkovski, el ícono y la pantalla” (Letra Sudaca, Mar del Plata, 2016), que vio hace muchos años en el cine Cosmos de Buenos Aires, Solaris, basada en la novela de Stanislav Lem. Y como especialista en el género de la ciencia ficción, verla “fue como un compromiso”. Y desde aquel momento, jamás dejó de ver cada obra que se estrenaba de Tarkovski. Escribe, “no soy crítico, como cualquier lector veterano he visto cine toda mi vida”. Vaya, lo dice el autor de un clásico, “El sentido de la ciencia ficción”, editado en 1967. Un libro cabecera, digamos, un manual completo sobre el género de ciencia ficción por el que nos hemos guiado y nos seguimos guiando a través de las generaciones.
Enseguida se refiere a los primeros pasos del cine, que “como cultura de masas, el cine fue el más tenaz”. Y a medida que los cinéfilos se multiplicaban, empieza el reconocimiento a grandes realizadores como Buñuel, Bergman, Kurosawa y Fellini. Afirma que el cine es un texto de imágenes, pero uno de los cortes en el que me he detenido es: “Tarkovski fue uno de los pocos artistas que hablaron de esperanza en un siglo que acabaría sin ilusiones ni fe”.
Uno de los epígrafes que Pablo Capanna expone y que retrata al cineasta ruso fielmente: “Creo que los filmes de Tarkovski deben ser vistos con ganas de dejarse escudriñar el alma, participando en la construcción de un relato cinematográfico que no se agota en una trama visual: bucea en nuestra memoria para sacar a flote viejas imágenes y antiguos sentimientos”. (Tonino Guerra).
Una opinión de lo más acertada, más aún, si nos detenemos en la cinta El espejo, por la que Capanna no disimula cierta predilección: “Desde cualquier punto de vista, El espejo es el más audaz y discutido de los films de Tarkovski. Parte de su audacia consiste en haber construido una obra poética en torno a imágenes tan personales como las de sus primeros recuerdos. Esta circunstancia es bastante habitual en la literatura”.
Con lujo de detalles, Capanna analiza cada cinta del cineasta ruso, desde el medio metraje La aplanadora y el violín (su examen de graduación), pasando por La infancia de Iván, Andréi Rublev, Solaris y El espejo, para llegar a Nostalghia, Stalker y El sacrificio. Al final, el lector encontrará cada ficha técnica y artística de cada uno de los films, incluyendo Los asesinos (KIllers) un cortometraje de 19 minutos de 1958 basado en el cuento de Ernest Hemingway (recordemos que hay una versión norteamericana donde debuta Burt Lancaster).
Agrega a todo este enorme trabajo de investigación, un índice onomástico y fotos de algunas cintas de Andréi Tarkovski.
Un libro, para mí, como entusiasta cinéfilo, de documentación importante sobre el gran cineasta ruso. Y sumamente didáctico para los estudiantes de cine.
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