El convicto el 1 de enero de 2019 asesinó a su propio padre de una puñalada, mientras cumplía una condena bajo arresto domiciliario, fue condenado a 5 años de prisión al considerar la Justicia que actuó con exceso en su legítima defensa.

El fallo al que accedió LA CAPITAL fue dictado recientemente por la jueza Mariana Irianni, tras un juicio abreviado al que se llegó luego de que el imputado, Leonardo Ferreyra (28), aceptara los cargos que presentó el fiscal del caso, Leandro Arévalo.

Para los investigadores, Rubén Darío Ferreyra (61) murió tras la pelea que mantuvo con su propio hijo a cuchillazos en su casa de Rawson al 7700, cerca de las 21 del 1 de enero de 2019. El hecho ocurrió exactamente 10 días después de que el homicida fuera beneficiado con el arresto domiciliario en el marco de una causa por robo.

El problema entre padre e hijo -que tenía otros antecedentes y solía consumir alcohol y drogas- había comenzado tiempo antes y siempre confrontaban, según explicaron los vecinos del barrio Belisario Roldán. El martes 1 de enero a la noche ambos volvieron a enredarse en una discusión que subió al nivel de las agresiones físicas.

En ese contexto, el hijo extrajo un cuchillo de cocina y le aplicó al padre un puntazo en la región intercostal izquierda que causó una seria lesión en un pulmón. Pese a que otro hermano intentó interceder, no pudo evitar el ataque y a los pocos minutos el hombre falleció.

La llegada de una ambulancia del SAME fue innecesaria, tanto como los esfuerzos de los médicos por reanimar a la víctima. Como se explicó antes, el autor del homicidio se hallaba cumpliendo arresto domiciliario por haberle sustraído un teléfono a una mujer en la zona de Moreno y Juncal, en noviembre de 2018. Entonces, la Fiscalía de Flagrancia había dispuesto actuaciones por el delito de “robo en grado de tentativa” y, la jueza de Garantías, Lucrecia Bustos, acordó el cumplimiento en el domicilio luego de que se levantara la prisión preventiva el 18 de diciembre de ese año.

Desde entonces, Ferreyra se hallaba impedido de ambular, aunque las fuentes consultadas por LA CAPITAL en ese momento aseguraron que el convicto no tenía ningún sistema de control ni monitoreo. Luego del homicidio de su padre, Ferreyra fue detenido por orden del fiscal Arévalo y se lo trasladó a la Alcaidía Penitenciaria N° 44 de Batán, donde pasó la noche hasta ser llevado a Tribunales para luego negarse a declarar en primera instancia. Tras la diligencia, volvió a ser conducido al mismo penal y desde entonces permanece detenido en la Unidad Penitenciaria Nº 15.

“Yo lo quise asustar y le tiré un puntazo para engancharle la campera, y lamentablemente lo herí, pero nunca tuve la intención de matarlo, sólo lo quería asustar…”, dijo Ferreyra cuando finalmente dio su versión. A su vez, el convicto explicó que desde que fue alojado en el penal decidió estudiar, terminó la escuela primaria y se encuentra cursando la secundaria. Y agregó ya no quiere “tener nada que ver con las drogas y el alcohol”.

Al reconocer la autoría del hecho y analizar las pruebas y los testimonios recolectados en el marco de la investigación, los pesquisas corroboraron que al momento de lo ocurrido tanto padre como hijo se hallaban alcoholizados. Eso fue considerado como atenuante a la hora de redactar el fallo, mientras que resultó un agravante “la situación de desprotección en la que colocó a su hermano menor y el daño psicológico que le implicó a éste -presente en el lugar- observar la muerte de su padre en manos de su hermano”.