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El Mundo 12 de octubre de 2021

Israel reivindica la dosis de refuerzo que ayudó a frenar la cuarta ola de Covid-19

En dos meses y medio, la campaña avanzó rápidamente y hay más de 3,7 millones de personas -entre una población total de 9,3- que recibieron la tercera dosis.

Una enfermera inyecta a un judío ultraortodoxo una tercera inyección de la vacuna COVID-19 en Jerusalén. Foto: EFE | Abir Sultan.

JERUSALEN.- Mientras sigue el debate mundial sobre el uso de la dosis de refuerzo contra el Covid-19, Israel reivindica el éxito de su campaña con la tercera vacuna de Pfizer para toda la población, con la que se anticipó al resto del mundo y que le ayudó a frenar su cuarta ola de la pandemia, actualmente casi a su fin.

A fines de julio, sin tener aún el visto bueno de los organismos internacionales o de las autoridades sanitarias de Estados Unidos y la Unión Europea, Israel aprobó inocular con una tercera inyección a los mayores de 60 años, una medida ampliada de forma progresiva al resto de franjas de edad que ha contribuido a reducir la tasa de morbilidad en el país.

En dos meses y medio, la campaña avanzó rápidamente y hay más de 3,7 millones de personas -entre una población total de 9,3- que recibieron la dosis de refuerzo. Esta fue clave en la estrategia para afrontar la cuarta ola de coronavirus que diseñó el nuevo Ejecutivo de coalición que encabeza Naftali Benet.

Tercera dosis en vez de restricciones

Ante el nuevo pico de infecciones que se disparó este verano, atribuido en parte a la expansión de la contagiosa variante delta, el Gobierno optó por no aplicar restricciones severas y reinstauró solo medidas moderadas para mantener la economía activa.

Benet -que se negó a imponer un nuevo confinamiento- apostó fuerte por la tercera dosis y animó a la población a vacunarse, incluso con una campaña de llamadas telefónicas con mensajes automáticos en que él mismo instaba a los israelíes a recibir el pinchazo.

A su vez, Sanidad ideó un nuevo sistema de pase verde: solo los vacunados con la dosis de refuerzo, los que tienen pauta completa de dos dosis en los últimos seis meses o los recuperados del virus en esta misma franja de tiempo tienen derecho al certificado que les permite acceder a toda una serie de espacios públicos o actividades.

Esto condicionó que muchos se vacunaran para hacer vida normal y se aplica a muchas instalaciones, entre ellas universidades, donde los estudiantes -que anteayer iniciaron el curso académico- deben presentar su pase verde si quieren asistir a clases presenciales.

Recta final de la cuarta ola

Según reiteraron recientemente altos cargos de Sanidad, Israel dejó atrás hace semanas su punto álgido de contagios y se encamina al fin de su cuarta ola, que a inicios de septiembre se saldó con récords de más de 11.000 casos nuevos diarios.

“Estamos saliendo de la cuarta ola”, declaró ayer el coordinador nacional de la pandemia, Salman Zarka, aunque alertó que se debe mantener cautela porque “aún no se llegó” a su final.

“El peligro sigue ahí, el virus todavía está entre nosotros”, dijo Zarka, que instó a seguir en guardia para evitar una quinta ola.

La tasa de contagios en Israel ha disminuido gradualmente y está ahora en torno a los 2.300 casos diarios. El porcentaje de positivos está alrededor del 2%, una cifra baja en relación al 8,4% de hace un mes y medio.

Asimismo, los casos activos son solo unos 25.000, muy pocos en comparación con los más de 90.000 de inicios de septiembre.

A su vez, los pacientes graves han bajado mucho: actualmente hay menos de 430 ingresados críticos, lo que supone un descenso del 35% en comparación con los 660 hospitalizados de hace solo dos semanas.

Por otro lado, más del 75% de enfermos graves no están vacunados. De hecho, al menos un 10% de israelíes aptos para inocularse optó por no hacerlo, otro de los factores que contribuyó al aumento de contagios durante la cuarta ola, según los especialistas.

Dosis de refuerzo ante inmunidad menguante

Esta ola estuvo también condicionada por el declive progresivo de la inmunidad: a fines de 2020, Israel fue de los primeros países en arrancar la inoculación, y en primavera había vacunado con dos dosis a gran parte de población, pero los datos indican que la inmunidad menguó con el tiempo, lo que coincidió con el repunte de contagios.

Ante ello, “una buena práctica es administrar una tercera dosis al menos cinco meses después de la segunda”, explica Nadav Davidovitch, director de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Ben Gurión y asesor del Gobierno en la gestión de la pandemia.

Los efectos secundarios de la inyección de refuerzo de Pfizer son “similares” a la segunda o primera dosis, por lo que “su beneficio” es “mucho mayor” que los posibles daños, “incluso para los jóvenes”, considera el experto, que cree que la experiencia israelí puede ser una referencia para otros países que aún no han seguido este camino.

A fines de septiembre, Estados Unidos empezó a aplicar la tercera dosis de Pfizer para mayores de 65 años y adultos en riesgo.

La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) también indicó este mes que la vacuna de refuerzo de Pfizer es “segura y eficaz”, aunque son los países miembros quién deciden sobre este proceso.

A su vez, un grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó ayer que determinados grupos de riesgo reciban una tercera dosis, pese a que el organismo había pedido en agosto una moratoria a esas inoculaciones.

EFE.



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