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El Mundo 10 de octubre de 2021

Exigen ilegalizar los movimientos fascistas en Italia tras una noche de caos

Unos diez mil manifestantes, entre ellos numerosos militantes de Forza Nuova, marcharon por el centro Roma. Atacaron las sedes del gobierno y el sindicato CGIL. Los enfrentamientos dejaron 38 policías heridos y doce detenidos.

Un neofascista patea una bomba de gas lacrimógeno durante las protestas en Roma. Foto: EFE | EPA | Massimo Percossi.

Por Gonzalo Sánchez

ROMA.- Italia se plantó este domingo la necesidad de ilegalizar los movimientos neofascistas, que en estos momentos se nutren del malestar por la pandemia, después del caos desatado la pasada noche en Roma con el asalto de un sindicato y un hospital.

El primero en lanzar el órdago fue el secretario general del mayor sindicato del país, la CGIL, Maurizio Landini, cuya sede nacional fue atacada en medio de unas violentas manifestaciones convocadas, en teoría, para protestar contra la obligación del pasaporte sanitario del coronavirus.

“Todas esas formaciones que se identifican con el fascismo deben ser disueltas. Es el momento de decirlo claramente”, indicó el líder sindical ante cientos de personas que se congregaron a las puertas de la sede coreando el himno partisano “Bella ciao”.

Una noche de caos en Roma

La jornada del sábado se presentaba candente debido a la convocatoria de protestas en varias ciudades contra las medidas del Gobierno para gestionar la crisis sanitaria. Pero los augurios se cumplieron sobre todo en Roma, que acabó sumida en el caos.

Unos diez mil manifestantes, entre ellos numerosos militantes del movimiento neofascista Forza Nuova, marcharon por el centro de la capital, profiriendo insultos hacia el Gobierno de unidad nacional de Mario Draghi y también contra la prensa.

La tensión subió inevitablemente cuando lanzaron petardos y bombas de humo a la sede del Ejecutivo, lo que desencadenó la reacción de los antidisturbios, con mangueras de agua a presión y cargas para frenar la marca. Durante el recorrido también irrumpieron en la sede nacional del sindicato CGIL, destrozando su planta baja.

El encontronazo se saldó con 38 policías heridos, seiscientos manifestantes identificados y doce detenidos, entre estos el líder nacional de Forza Nuova, Giuliano Castellino, y el responsable romano, Roberto Fiore, así como otro antiguo miembro de los extintos Núcleos Armados Revolucionarios (NAR).

Además, durante la noche una treintena de manifestantes asediaron el servicio de Urgencias del hospital Umberto I e hirieron a cuatro personas: dos enfermeras, una con un botellazo en la cabeza, y dos agentes de seguridad.

¿Ilegalizar los movimientos neofascistas?

Estas acciones han suscitado la indignación y la condena de la política italiana, pues como han apuntado numerosos expertos, recuerdan a tiempos pasados.

Italia asistió a la fundación del Fascismo de Benito Mussolini hace un siglo, en 1919, un movimiento que dio sus primeros pasos con el hostigamiento a los sindicalistas y que, tras llegar al poder en 1922, llevó al país al desastre de la II Guerra Mundial.

Landini, arropado por cientos de correligionarios, aseguró que lo de anoche fue “un ataque a la democracia” y “una ofensa a la Constitución” republicana que surgió tras la caída del régimen y que de hecho prohíbe en sus disposiciones finales la reorganización “bajo cualquier forma” del Partido Fascista.

Por esa razón convocó una manifestación nacional el próximo sábado bajo el lema “Mai pi— Fascismo” (Nunca más fascismo).

Su propuesta de ilegalizar este tipo de organizaciones, que cabalgan ahora el descontento por la pandemia, como lo hicieron entonces por el malestar de la Primera Guerra Mundial, ha sido secundado por varios políticos de la izquierda italiana.

El ministro de Trabajo y Políticas Sociales, Andrea Orlando, consideró que la propuesta de Landini “tiene elementos de fundamento significativos” porque, a su parecer, se deben “construir instrumentos para defender la República y la democracia de un modo más eficaz”.

El diputado del Partido Demócrata (PD), Emanuele Fiano, a menudo objeto de ataques por su ascendencia judía, avanzó que el lunes presentará una moción urgente en la Cámara de Diputados para pedir la disolución de los movimientos fascistas.

“El fascismo no es una opinión, sino un crimen”

La misma exigencia llegó de la Asociación Nacional de los Partisanos de Italia (ANPI) que, como muchos otros políticos, parafraseó al expresidente Sandro Pertini, emblema del antifascismo: “El Fascismo no es una opinión, sino un crimen”.

La solidaridad llegó de todos los frentes: el líder del Movimiento Cinco Estrellas, Giuseppe Conte, pidió una acción judicial rápida, y el conservador Silvio Berlusconi telefoneó a Landini para trasladarle su solidaridad. La condena también llegó desde la ultraderecha, que sin embargo dejó clara su comprensión con quienes se manifestaron pacíficamente contra el pasaporte sanitario.

El jefe de la Liga, Matteo Salvini, socio como los mencionados en el Gobierno de coalición de Draghi, criticó el ataque pero apoyó a “los trabajadores que defienden pacíficamente sus derechos y su libertad”, pues él está en desacuerdo con la obligación del certificado.

Mientras que Giorgia Meloni, presidenta de la ultraderechista Hermanos de Italia, única oposición al Gobierno, tachó de “delincuentes” a los que sembraron el caos en Roma.

“Solidaridad también a los miles de manifestantes para protestar legítimamente contra las medidas del Gobierno y de los que nadie hablará por culpa de delincuentes que usan cada pretexto para ejercer una violencia grave e inaceptable”, zanjó.

EFE.