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Opinión 20 de septiembre de 2021

La principal deuda pendiente

Por Johanna PanebiancoDiputada provincial por Juntos por el Cambio

Cada 20 de septiembre se conmemora el Día Nacional del Jubilado, fecha que se instauró por la sanción en 1904 de la primera ley de jubilación durante la presidencia de Julio Argentino Roca. Desde entonces, al régimen jubilatorio se lo dio vuelta, de un lado y de otro: se lo privatizó, se lo estatizó, se le pusieron reglas claras, se las sacaron, se las volvieron a poner y se las volvieron a sacar. Incluyó, excluyó, se agrandó y se achicó. Digamos que el sistema previsional bailó al ritmo de los cambios de rumbo del país.

Sin embargo, estos cambios que se hicieron no incluyeron el principal problema de fondo: cómo adaptar una política pensada hace más de 100 años, para una economía y un mundo laboral formal, que ha mostrado límites tangibles en la Argentina, a una política que incluya de verdad y contemple los desafíos de la actualidad.

Pero, ¿Cómo podemos plantearlo seriamente si las leyes sancionadas por mayoría para dar previsibilidad al régimen no son respetadas y lo que debería ser una política de Estado, hoy son políticas partidarias? ¿Cómo puede continuarse con el mismo régimen si hoy 7 de cada 10 jóvenes trabajan en negro, sin los beneficios que les corresponden y sin los aportes necesarios? ¿Cómo puede sostenerse la misma mirada si tenemos 3 millones de argentinos sin empleo o con trabajos que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas? ¿Cómo no repensar este sistema que se sostiene con los aportes del trabajador formal, si tenemos un 40% de empleo informal y un 50% de economía subterránea?

No podemos seguir improvisando, teniendo en vilo a mujeres y hombres que han trabajado toda su vida. Es a ellos a quienes les tenemos que garantizar, antes que a nadie, tranquilidad y previsibilidad, luego de años de esfuerzo. Se los debemos.

Como también les debemos reconocer (y pedir disculpas) el enorme esfuerzo que hicieron todos este año y medio. Cuando, desde algunos sectores, se les instauró el miedo, se los estigmatizó, se los encerró irresponsablemente, se los apuntó como una población frágil y no se los cuidó como se los debía cuidar. Nadie puede olvidarse de las largas filas durante la madrugada de ese 3 de abril mientras miles de adultos mayores esperaban a la intemperie y con frío, para cobrar su jubilación. Nadie puede olvidarse del arrebato que le hicieron a sus bolsillos incumpliendo con la ley de movilidad. Nadie puede olvidarse que a los primeros que tenían que vacunar eran a los adultos mayores y, sin embargo, fue el Gobierno Nacional quien decidió privilegiar a sus funcionarios y amigos.

Nadie puede olvidarse de esto porque éste es el lugar que hoy le da el Gobierno a todos aquellos que hace años vienen trabajando, viviendo y apostando por nuestro país.

Y sin olvidar todo lo que se hizo mal, hoy corresponde empezar a construir un sistema sólido y acorde a la realidad. Visibilizando la contribución que estos hombres y mujeres siguen haciendo al funcionamiento de la vida de sus familias, de sus barrios y de la sociedad toda.

Por eso, si realmente queremos conmemorar un 20 de septiembre por una vejez sin discriminación, tenemos que inmediatamente replantear todo esto. Y se debe hacer repensando el sistema de seguridad social: generando empleo formal y acompañando los cambios y las nuevas formas de empleo, para poder hacer de este uno sólido, sustentable y realmente de reparto.

La Argentina de 1904 ya no es tal, el mundo del trabajo se está transformando rápidamente, y no espera a seguir estirando la discusión, por más complejo y sensible que sea el tema.

Esta será la única manera de asegurar una vida digna para nuestros jubilados. No podemos conformarnos con una alta cobertura previsional, ese es el piso. Tenemos que luchar por una Argentina que integre, que tenga en cuenta las necesidades de las personas mayores, sin reduccionismos, y sin resignarnos a que puedan subsistir con su jubilación.

Y esa es nuestra principal deuda pendiente. Para los jubilados de hoy y los de mañana. Porque todos, absolutamente todos, somos parte de esta discusión.



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