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Interés general 19 de septiembre de 2016

Ezequiel, el joven que hace volar a los marplatenses

El profesor continuó el proyecto "Parapente MDQ" que comenzó su padre 20 años atrás. Todas las semanas disfruta de los "vuelos de bautismo", donde las personas viven con emoción la primera experiencia en el aire.

Por Melanie Lamazón

“Es lo más lindo que hice en mi vida”, grita emocionada una mujer de 83 años después que Ezequiel Dignani, de Parapente MDQ en Facebook, la llevó a volar a 80 metros de altura sobre los acantilados.

Ezequiel ayudó a cumplir el sueño de muchas personas que desearon participar de los “vuelos de bautismo” que se llevan a cabo todas las semanas en diferentes puntos estratégicos de la ciudad y zonas aledañas como Playa Serena, Acantilados, Colinas Verdes e incluso en Balcarce. “En la costa se vuela de 50 a 80 metros y en las sierras desde los 200 hasta los 1500 metros”, contó Dignani.

Sin embargo, cuando era chico y anhelaba volar como Peter Pan o cualquier personaje ficticio que lograba trasladarse por el aire, no pensó que iba a llevar a cabo un proyecto que significaría una superación personal en cada uno que decidiera formar parte de él.

“Mi papá me llevó a volar con un instructor y fue la misma imagen que tenía de mi sueño, la misma perspectiva que tenía de lo que significaría volar. Y así empecé a volar cada vez con más frecuencia y al poco tiempo compré el equipo para llevar gente a que lo hiciera también con los vuelos de bautismo”, indicó Ezequiel.

Dignani mencionó que en verano es cuando más gente se acerca a realizar los vuelos y que, últimamente, este deporte está tomando un enfoque social, ya que se están realizando ascensos con personas con distintas discapacidades.

“Hace un par de meses una familia se acercó a mirar lo que estábamos haciendo. Entre ellos estaba Florencia, una chica en silla de ruedas. La invité a volar y la familia se copó“, comentó el joven. Y agregó: “fue muy emotivo, en el aire no había muchas diferencias entre ella y yo”.

Además, es profesor integrador de Fermín, un chico no vidente. “A él también lo llevé a volar y tuvo una sensación muy emocionante, le fascinó escuchar el mar desde arriba y sentir el viento“, indicó. “Es un acercamiento desde otro lugar volar con personas con discapacidades”, amplió.

Para Ezequiel, su trabajo es su pasión y aseguró “disfrutar” la emoción que provoca ver y ayudar a otra persona a cumplir sus sueños “independientemente de la edad”.