MIRAMAR (Corresponsal).- “Seguimos las investigaciones y mandamos a analizar otros elementos a la Asesoría Pericial de La Plata, entre otras medidas que estamos desarrollando”, dijo a LA CAPITAL la fiscal de Miramar, Ana Caro, quien junto a la policía de investigaciones trata de dilucidar si la enigmática muerte del Héctor Raúl Pla (87), ocurrida el martes por la mañana en su casa de Miramar, fue producto de un suicidio inducido o un crimen.
Cabe recordar que el anciano encontrado muerto sentado en el sillón de su vivienda de calle 38 y 1 por un nieto que iba a visitarlo, tenía un disparo en la sien derecha y luego la pericia balística confirmó que el proyectil era un calibre 32 largo.
El dato sobresaliente para los investigadores fue que daba la impresión de tratarse de un suicidio, con la salvedad de que no había ningún arma en el lugar.
Pla estaba recostado sobre el sillón y según los forenses que efectuaron la autopsia, en ese mismo lugar se produjo la muerte. En el resto de la vivienda, no había desorden, ni faltantes. En uno de los bolsillos del pantalón de Pla -hallado a poca distancia- había 300 pesos y en el primer cajón de un mueble cerca de 3.000, además de algunos dólares.
Con esto quedó prácticamente descartado el móvil de robo y las hipótesis comenzaron a surgir desde otros lados. Por eso, durante las últimas horas, buzos especialistas realizaron un rastrillaje por el arroyo “El Durazno”, ubicado a escasos metros de la vivienda de Pla, que dio resultado negativo.
También hubo una recorrida por zonas lindantes con apoyo de personal de bomberos y la policía continuó con la recopilación de los testimonios de los vecinos.
“Estamos tratando de analizar todas las hipótesis que se nos van presentando para llegar a ese ?tercero? que pudo haber estado en la casa. Al no encontrar el arma dicho proceso, por ahora, se dificulta más pero confiamos en que podemos avanzar en el caso”, confió Caro, titular de la Fiscalía Descentralizada de Miramar.
Por otra parte, los vecinos aseguraron no haber escuchado ladrar al perro de la víctima, por lo que se cree que la persona que alteró la escena del crimen -o la transformó en tal- ingresó a la casa con el consentimiento de Pla.